domingo, 13 de marzo de 2011

12. La Conciencia-Cristo



LA CONCIENCIA-CRISTO

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Preparación para la Ascensión Crística

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Enseñanzas de “La Vida de los Maestros”
De Baird T. Spalding
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La Conciencia-Cristo

Llegamos a Potal en la tarde del 22 de diciembre de 1894. El inicio de la expedición, la más memorable de nuestras vidas, debía tener lugar el día de Navidad por la mañana. No olvidaré jamás las palabras que Emilio nos dirigió aquella mañana. Se expresó correctamente en inglés, aun cuando no había tenido una educación inglesa ni había nunca dejado Extremo Oriente.

Éstas fueron sus palabras: «Estamos en la mañana de Navidad. Este día os recuerda el nacimiento de Jesús de Nazaret, el Cristo. Debéis pensar que él fue enviado para redimir los pecados y que simboliza al Gran Mediador entre vosotros y vuestro Dios. Hacéis aparecer a Jesús como intercesor ante un dios severo, a veces colérico, sentado en alguna parte de un lugar llamado cielo. Yo no sé dónde se encuentra el cielo, sino en vuestra propia conciencia. No os parece posible llegar a Dios más que por la intercesión de su hijo, menos austero y más amoroso. Es el Ser grande y noble que nosotros llamamos el Bendito y cuya venida al mundo se conmemora este día.

»Para nosotros este día significa mucho más. No recuerda solamente la venida al mundo de Jesús el Cristo, sino que simboliza el nacimiento del Cristo en cada conciencia humana. El día de Navidad significa el nacimiento del Gran Maestro y educador que ha liberado a la humanidad de las servidumbres y limitaciones materiales. Esta gran alma vino a la tierra para mostrarnos en su plenitud el camino hacia el verdadero Dios, omnipotente, omnipresente y omnisciente. Él nos hizo ver que Dios es todo bondad, todo sabiduría, todo verdad, todo en todo. El Gran Maestro, del cual este día recuerda su aniversario, fue enviado para mostrarnos que Dios no mora solamente fuera, sino también dentro de nosotros, que no se separa nunca de nosotros ni de ninguna de sus creaciones, que es siempre justo y amoroso, que está en todo, sabe todo y es todo verdad. Si tuviera yo la inteligencia de todos los hombres juntos, no podría expresar más que débilmente el significado que para nosotros tiene este nacimiento.

“Estamos plenamente convencidos del rol de este Gran Maestro y educador, y esperamos que vosotros compartáis nuestra convicción. El vino a nosotros para hacernos comprender mejor la vida sobre la tierra. Nos mostró que todas las limitaciones materiales vienen del hombre y que es necesario no interpretarlas nunca de otra manera. Vino a convencernos de que su Cristo interior, por el cual él realizaba sus poderosas obras, es el mismo que vive en nosotros, en mí, y en todos los seres humanos. Aplicando su doctrina, podemos realizar las mismas obras que él y aún más grandes. Creemos que Jesús vino a mostrarnos que Dios es la gran y única causa de todas las cosas, que él es Todo.

**Os convenceréis de que Dios está siempre deseoso de revelarse y pronto a actuar como lo ha hecho a través de Jesús y de otros. Es suficiente que tengamos la voluntad de dejarlo actuar. Sinceramente creemos que hemos sido creados todos iguales. Todos los hombres no son más que uno. Cada uno es capaz de cumplir las mismas obras que Jesús, y lo hará a su tiempo.

**Esforzaos por tomar conciencia del Niño Divino que hay en vuestro interior. En realidad sois todo alegría, todo juventud y belleza. Tienes una mente extraordinariamente hermosa y espiritual. Tus ojos, tu nariz, tu boca, tu piel y tu cuerpo son los del Niño Divino, que en este momento es perfecto. Repítete a ti mismo estas afirmaciones y duérmete pensando en ellas. Por la mañana al despertarte, en voz alta y pronunciando tu nombre, di: "Mi querido... En ti hay un alquimista divino". El poder de estas afirmaciones origina una transmutación nocturna. El espíritu se expande desde dentro, satura el cuerpo espiritual, llena el templo. El alquimista interior ha provocado la caída de las células usadas y ha hecho aparecer el grano dorado de la epidermis nueva perpetuamente joven y fresca. En verdad la manifestación del amor divino es la eterna juventud. El divino alquimista está en mi templo, fabricando continuamente nuevas células, jóvenes y magníficas. El espíritu de juventud está en mi templo bajo la forma de mi cuerpo divino y todo va bien. ¡Oh Santi! ¡Santi! ¡Santi! (paz, paz, paz). Aprended la dulce sonrisa del niño. Una sonrisa del alma es una distensión espiritual. Una verdadera sonrisa posee una gran belleza. Es el trabajo artístico del inmortal Maestro interior. Es bueno afirmar: "Yo envío buenos pensamientos al mundo entero. Que él sea dichoso y bendito". Antes de abordar el trabajo del día, afirmad que hay en vosotros una forma perfecta divina. "Soy ahora como yo lo deseo. Tengo cotidianamente la visión de mi ser magnifico, al punto de insuflar la expresión a mi cuerpo. Soy un Niño divino y Dios provee mis necesidades ahora y siempre."

"Aprended a ser vibrantes. Afirmad que el amor infinito llena vuestro pensamiento, que su vida perfecta hace vibrar todo vuestro cuerpo. Haced que todo sea luminoso y espléndido alrededor de vosotros. Cultivad el espíritu de humor, gozad de los rayos del sol.

Emilio dijo: «Este es el Templo del Silencio, un Lugar de Poder. Silencio es sinónimo de poder; cuando nosotros alcanzamos el lugar de silencio en nuestros pensamientos, estamos en el lugar de poder donde todo no es más que una unidad, un solo poder: Dios. "Estad silenciosos y sabed que Yo Soy Dios". Poder disperso igual a ruido. Poder concentrado igual a silencio. Cuando nos concentramos, cuando llevamos nuestras fuerzas a un centro de energía único, tomamos contacto con Dios en el silencio. Estamos unidos a él; entonces estamos unidos a todo poder. Tal es la herencia del hombre: "Mi padre y yo somos Uno".

»La única manera de unirse al poder de Dios es entrar en contacto consciente con Él. Eso no puede hacerse en el exterior, ya que Dios emana del interior. "El Señor está en su Santo Templo; que toda la tierra haga silencio ante él."

"Alejémonos del exterior hacia el silencio interior. Sin ello no podremos esperar la unión consciente con Dios. Comprenderemos que su poder está a nuestra disposición y nos serviremos de él constantemente. Entonces sabremos que estamos unidos a su poder y comprenderemos a la humanidad. El hombre renunciará a las ilusiones de su amor propio, constatará su ignorancia y su pequeñez y estará pronto a instruirse. Se verá que no se puede enseñar nada a los orgullosos, y que sólo los humildes de espíritu pueden percibir la Verdad. Sus pies reposarán sobre la roca, no se trabará más y adquirirá el sentido del equilibrio y la decisión.

»En un primer momento, le puede ser difícil comprender que Dios es el único poder, la única sustancia, la única inteligencia. Pero a medida que el hombre capta la verdadera naturaleza de Dios y la exterioriza activamente, toma el hábito de servirse constantemente de ese poder, comiendo, corriendo, respirando y cumpliendo las grandes tareas de su vida.

»El hombre no ha aprendido a hacer las grandes obras de Dios, por no haber comprendido la inmensidad del poder de Dios y por no saber servirse de ese poder para las obras menores. Dios no escucha ni nuestro flujo de palabras ni nuestros clamores ardientes repetidos en vano. Es necesario buscarle en el centro de nuestro Cristo interior, la conexión invisible que poseemos con él en nosotros mismos...

**No hay persona más extranjera al hombre que él mismo. Si quiere conocer a este extranjero, que entre en su gabinete de trabajo y cierre la puerta. Se encontrará con su más peligroso enemigo y aprenderá a dominarlo. También encontrará a su verdadero Yo, su amigo más fiel, su más sabio maestro, su consejero más seguro... todavía el mismo. Es el altar donde brilla la llama eterna de Dios, la fuente de toda bondad, de toda fuerza, de todo poder. Sabrá que Dios reside en lo más profundo del silencio. Es allí también, en el fondo de si, donde reside el Santo de los Santos, donde todo deseo del hombre existe en el Pensamiento de Dios y se confunde entonces con un deseo de Dios. Uno siente y conoce la intimidad de las relaciones entre Dios y el hombre, entre el Padre y el Hijo, entre el espíritu y el cuerpo. Uno ve que la dualidad aparente existe nada más que en la conciencia humana, ya que en la realidad hay unidad.

**Algún día seremos conscientes de que somos auténticos Hijos de Dios, no sirvientes; que como Hijos podemos y contamos con lodo lo que tiene el Padre, y que podemos utilizarlo con la misma libertad que nuestro Padre.

**»Os habréis fijado en que a menudo se dice que Jesús ascendía a una montaña elevada. Si ascendió o no físicamente a una montaña, no lo sé. Pero lo que sí sé es que todos debemos ascender a las alturas, a la conciencia más elevada para recibir nuestra iluminación. Esa altura significa la coronilla de la cabeza y allí, si no se desarrolla la facultad, deberemos desarrollarla mediante pensamientos espirituales. A continuación, y desde el corazón, el centro del amor, debemos permitir que fluya el amor a fin de equilibrarlo todo. Cuando esto se lleva a cabo, se revela el Cristo. El hijo del hombre percibe que es el Hijo de Dios, el Hijo unigénito, en el que el Padre se complace. Luego, mediante un amor constante, debemos saber que eso sirve para todos.

**A continuación, sabed que cada alma es una imagen perfecta e ideal de Dios tal y como se percibe a Sí mismo; que a cada alma se le otorga el mismo poder, expresión y dominio sobre todas las cosas que tiene el propio Dios. ¿No creéis que Dios desea que el ser humano desarrolle estas cualidades divinas y que realice las obras que Dios lleva a cabo a través de la herencia dada al hombre por el Padre, la única gran Mente Universal que hay en todo, a través de todo y por encima de todo? A continuación, ved que cada persona es una expresión o una manifestación visible del Espíritu invisible, una forma a través de la que Dios gusta de expresarse. Cuando lo descubrimos y aceptamos, podemos decir verdaderamente, como Jesús hizo: "Ved que Cristo ha llegado". De este modo Él alcanzó Su dominio sobre el ser mundano o carnal. Reconoció, afirmó y aceptó Su divinidad, y luego vivió la vida de la misma manera que nosotros debemos vivir»

**Emilio nos habló acerca de la realización de la Conciencia de Cristo. Nos dijo: «Mediante el poder de nuestra propia mente o a través de las obras podemos manifestar o realizar la Conciencia de Cristo. A través del poder o del proceso de pensamiento podemos transmutar y evolucionar nuestros cuerpos o nuestras condiciones externas y entorno. Gracias al reconocimiento de esta Conciencia de Cristo en nuestro interior, nunca experimentaremos la muerte ni ningún cambio denominado muerte. Eso es algo que puede conseguirse totalmente a través del poder del ser humano para visualizar, idealizar, concebir y manifestar aquello que considera, en lo que fija su atención. Eso se consigue en primer lugar conociendo, o percibiendo, o teniendo fe en que Cristo está en nuestro interior; comprendiendo el verdadero sentido de la enseñanza de Jesús; manteniendo nuestro cuerpo en unidad con Dios, hecho a imagen y semejanza de Dios, y fundiendo ese cuerpo en el cuerpo perfecto de Dios tal y como Dios nos ve. Así habremos idealizado, concebido y hecho brotar en la manifestación el cuerpo perfecto de Dios. "Volveremos a nacer" de verdad en el Reino del Espíritu de Dios.

»De este modo podemos devolver todas las cosas a la Sustancia de la Mente Universal, de la que brotaron, y devolverlas perfeccionadas en una u otra manifestación externa. A continuación, manteniéndolas en ese estado puro, espiritual y perfecto, las vibraciones descienden y las cosas que deseamos crear aparecen en una forma perfecta. De ese modo podemos quitar de nuestra vida pasada toda falsa creencia, toda antigua condición, todo pecado... sin que importe de qué se trata, de lo bueno o aparentemente malo que haya sido, sin que importen las montañas de falsas creencias, dudas, incredulidad o miedo que tanto nosotros como cualquiera puede haber erigido en nuestro camino, pudiendo decirle a todo ello: "Ahora os devuelvo al gran océano de la Sustancia de la Mente Universal, de la que manan todas las cosas y donde todo es perfección, y del que brotasteis, para volver a ser separadas en los elementos de los que fuisteis creadas. Ahora os devuelvo o bien os manifiesto de nuevo desde esa pura sustancia tan perfectas y puras como os ve Dios para manteneros siempre en esa perfección absoluta". Podemos decirnos a nosotros mismos: "Ahora me doy cuenta de que en el viejo orden de cosas, os produje de manera imperfecta y os manifestasteis imperfectamente. Tras comprender la Verdad, ahora os creo perfectos tal y como Dios os ve. Renacéis perfectos".

Debemos comprender que el alquimista interno, Dios en nuestro interior, se ha hecho cargo de ello y ha transmutado, refinado y perfeccionado lo que parecía imperfecto, lo que creamos y ahora devolvemos. Debemos entender que se refina, perfecciona y transmuta al igual que nuestros propios cuerpos se refinan, perfeccionan y se nos devuelven como el cuerpo de Dios, con el deleite de la perfección y hermosamente libres. Por último, debemos saber que eso es la Conciencia de Cristo perfecta en todo y por todo. Eso es "secretamente con Cristo en Dios"».

**Después de volver a sentarnos, se mantuvo el silencio durante un tiempo. A continuación, todas las voces de la sala entonaron un alegre canto dirigido por los treinta y siete aparecidos. Una vez acabado, la mujer sentada a la cabecera de nuestra mesa se puso en pie y tendió sus manos. En ellas apareció una pequeña barra de pan de unos cinco centímetros de ancho por unos treinta y cinco de largo. Luego, cada uno de los treinta y seis recién llegados avanzó hacia ella y todos recibieron de sus manos una barra de pan similar. Pasaron por todas las mesas y ofrecieron a cada uno de los presentes un pedazo de pan. La dama de nuestra mesa nos ofreció una porción de su barra a cada uno.

Al alargarnos el trozo dijo : «¿Acaso no sabéis que Cristo mora en vosotros y en todos? ¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es puro, perfecto, joven y hermoso para siempre, así como divino? ¿Acaso no sabéis que Dios os creó a imagen y semejanza exacta de Él mismo y que os dio dominio sobre todas las cosas? Vosotros, por vosotros mismos, sois Cristo, el perfecto Hijo de Dios, el Hijo unigénito de Dios, en el que se complace el Padre-Madre. Sois puros, perfectos, santos, divinos, uno con Dios, todo Bondad, y cada uno de los hijos tiene derecho a proclamar esta Filiación, esta Divinidad»...

**No llevábamos mucho tiempo comiendo cuando nuestro jefe preguntó a la mujer qué atributo de Dios consideraba ella como más importante. Sin dudarlo un instante, contestó: «El amor». Luego siguió diciendo: «El Árbol de la Vida está situado en el centro del paraíso de Dios, en el fondo de nuestra propia alma, y el rico, vivificante y abundante fruto que crece y madura hasta su total perfección es Amor. El amor ha sido definido, por quienes perciben su auténtico carácter, como lo más grande que hay en el mundo. Debería añadir que es la fuerza curativa más importante del mundo. El amor nunca deja de satisfacer todas las demandas del corazón humano. El Principio Divino de Amor puede utilizarse para eliminar todos los pesares, todas las enfermedades, todas las condiciones e incluso todas las carencias que hostigan a la humanidad. Con la comprensión y el uso correcto de la influencia sutil e ilimitada del amor, el mundo podría curarse de sus heridas y el dulce manto de su compasión celestial cubriría todas las discordias, toda la ignorancia y todos los errores de la humanidad.

»Con sus alas extendidas, el amor busca los puntos áridos del corazón humano, los eriales de vida, y con un toque aparentemente mágico redime a la humanidad y transforma el mundo. El amor es Dios, eterno, ilimitado, inmutable; va más allá de cualquier visión y se adentra en la infinitud. Sólo podemos concebir su fin. El amor satisface la ley por mismo, consuma su obra perfecta y revela a Cristo en el interior del alma del ser humano. El amor siempre busca una entrada para penetrar en el alma del ser humano y desbordarla. Si no se ve perturbada por la perversidad y el pensamiento disonante del ser humano, la eterna e inmutable corriente de amor de Dios fluye sin cesar, llevándose por delante, hacia el gran mar universal del olvido, cualquier discordia o fealdad que pudiera perturbar la paz del ser humano. El amor es el fruto perfecto del Espíritu; avanza vendando las heridas de la humanidad, acercando a las naciones hacia una mayor armonía y trayendo paz y prosperidad al mundo. Es el latido del mundo, del universo. La humanidad debe cargarse de esa corriente de amor de la gran Vida Omnipresente si quiere realizar las obras de Jesús.

»¿Te pesa la vida? ¿Necesitas valor y fortaleza para hacer frente a los problemas que se te presentan? ¿Estás enfermo o tienes miedo? De ser así, eleva tu corazón y reza a quien abre el camino. El imperecedero amor de Dios te envolverá. Nada has de temer. ¿Es que no dijo: "Responderé antes de que me llamen y escucharé cuando todavía no hayan empezado a hablar?". Acércate a su trono de gracia con valentía; no con actitud suplicante ni humillada, sino con la oración de la fe que comprende, que sabe que la ayuda que necesitas ya es tuya. Nuncadudes. Haz algo más... Pide. Reclama tu derecho de nacimiento como hijo del Dios viviente, como hizo Jesús. Debes saber que en lo Invisible, en la Sustancia Universal en la que todos vivirnos, nos movemos y desarrollamos nuestro ser, están todas las cosas buenas y perfectas que el ser humano pueda desear esperando —a través de la fe— a ser manifestadas en forma visible...

»Amar es liberar y abrir el infinito depósito de tesoros de Dios. Si amamos no podemos dejar de dar, y dar es obtener y así se cumple la ley del amor. Al dar, ponemos en marcha la ley infalible de que cada uno recibe lo que se merece. Si no se piensa en recibir es imposible dejar de recibir, pues la abundancia que das se te devuelve en cumplimiento de la ley: "Da y se te dará. Pues con la misma vara que midas serás medido".

»Si trabajamos en el espíritu del amor, tendremos a Dios presente en la conciencia. Ser uno con la Vida, el Amor y la Sabiduría es mantener contacto consciente. Entrar en contacto consciente con Dios es rebosar de abundancia, igual que ha sucedido con nuestros alimentos esta noche. Ya veis que hay abundancia para todos y que nadie tiene necesidades por colmar en presencia de la abundancia de Dios. Este pensamiento de abundancia debe elevar la mente y alejarla de las limitaciones. Para concebir la abundancia hay que renunciar a todos los pensamientos de cosas en particular. Este concepto es tan amplio que no permite pensar en detalles. Para mantenerlo en la mente, la conciencia debe oscilar hacia lo Universal y gozar de la alegría de la perfecta libertad. No obstante, esta libertad no debe tomarse por libertinaje, pues somos responsables de todo pensamiento y acción. Nuestra conciencia no puede alcanzar esta libertad en un instante. La ruptura del último vestigio de limitación debe conseguirse en un instante, pero la preparación para tan glorioso evento debe realizarse antes; la preparación minuciosa se hará desde dentro, igual que el pétalo de una flor se perfecciona en todos sus detalles en el interior del capullo. Cuando el proceso de perfeccionamiento ha sido completado, el capullo abre su sépalo y aparece la bella flor. De igual manera, el ser humano debe romper el caparazón del yo antes de poder brotar.

»Las leyes de Dios son inmutables, siempre han sido iguales. Aunque son inmutables, también son beneficiosas, pues son buenas. Cuando vivimos conforme a estas leyes, se convierten en las piedras angulares sobre las que basamos nuestra salud, nuestra felicidad, nuestra paz y equilibrio, nuestros éxitos y logros. Si nos guiamos totalmente por la ley de Dios, ningún mal puede alcanzarnos. No necesitamos ser curados. Somos totalmente íntegros.

»Sabemos muy bien que en el gran corazón de la humanidad hay un profundo anhelo que nunca puede ser satisfecho con nada que no sea una conciencia o comprensión muy clara de Dios, nuestro Padre. Reconocemos ese anhelo porque los corazones lloran por Dios. No hay nada que el alma humana anhele tanto como conocer a Dios; "conocerle bien es vida eterna".

**»Tras Su iluminación. Jesús nunca se permitió morar en lo externo. Siempre mantuvo Sus pensamientos en la parte central de Su ser, que es el Cristo. En Jesús, el Cristo o Chispa Central, que es Dios en todos nosotros, viviendo en todos ahora, se manifestó para mostrar, de manera perfecta, que reinaba sobre el cuerpo material, el hombre de carne y hueso. De ese modo realizó todas Sus obras, y no porque fuese distinto de ninguno de vosotros. No contaba con más poder del que todos tenemos hoy. No es que Él fuese Hijo de Dios y nosotros sólo seamos sirvientes de Dios. Realizó todas esas obras a causa de la misma Chispa Divina que el Padre ha implantado en cada criatura, y la avivó mediante Sus propios esfuerzos al mantenerse en comunión consciente con el propio Dios, fuente de toda Vida, Amor y Poder.

»Jesús fue un hombre igual que todos los hombres. Sufrió, fue tentado y probado, igual que todos. Sabemos que durante Su estancia en la tierra, en el cuerpo visible, Jesús permaneció horas cada día a solas con Dios y que, en sus primeros años como adulto, tuvo que pasar por lo que nosotros pasamos y por lo que vosotros pasáis hoy. Sabemos que todos los seres humanos deben superar los deseos mortales y carnales, las dudas y los miedos, hasta que se alcanza la perfecta conciencia o reconocimiento de la Presencia que reside en el interior, este "Padre en mí", al que Jesús atribuyó la autoría de todas sus potentes obras. Tuvo que aprender, al igual que nosotros tuvimos que aprender y que vosotros aprendéis hoy. Se vio obligado a intentarlo una y otra vez, al igual que vosotros. Se vio obligado a ayunar igual que vosotros os veis obligados a hacer lo mismo ahora, incluso con los puños y los dientes apretados, diciendo: "Lo conseguiré, sé que Cristo vive dentro áe mí". Reconocemos que fue el Cristo del interior el que convirtió a Jesús en lo que fue y todavía es, y que todos pueden alcanzar ese mismo estado. Pero todo esto no le resta mérito a Jesús, pues Le amamos con un amor indecible. Sabemos que pasó por la crucifixión perfecta del yo para conducir a Su pueblo hacia Dios; que puede enseñar el camino para salir del pecado, la enfermedad y los problemas, para poder manifestar al Padre en nosotros; que puede enseñarnos a todos que el Padre vive en nosotros y nos ama a todos. Nadie que estudie la vida y la enseñanza de Jesús puede dejar de amarle. Es nuestro hermano mayor perfecto.

»Pero si malversamos nuestro derecho de nacimiento, si ignoramos o hacemos caso omiso de las benéficas leyes de Dios, y, al hacerlo, damos la espalda a la casa del Padre y nos vamos a una tierra lejana, como hizo el hijo pródigo, ¿de qué sirve la paz y la profusión, la abundancia de calidez y alegría que hay en la casa? Cuando se está harto del alboroto de la vida, cuando se está cansado y nostálgico, se intenta, mediante pasos vacilantes, regresar a la casa del Padre. Puede que haya que recorrer ese camino a través de experiencias amargas o bien en la alegría resultante de soltar todas las cosas materiales. No importa cómo se alcance la comprensión y el conocimiento, al final continuaréis avanzando hacia la realización de vuestra aspiración. Con cada paso os haréis más fuertes y audaces, hasta que dejéis de titubear y dudar. Buscaréis la iluminación en vuestro interior; luego, en vuestra conciencia despierta, descubriréis que el hogar está ahí. Que es la Omnipresencia Divina en la que todos vivimos, nos movemos y existimos. La respiramos con cada inspiración. Vivimos en ella con cada uno de nuestros latidos.

"No creáis que debéis venir a nosotros. Id a vuestros propios hogares, a vuestra iglesia, a vuestra casa de oración, a solas, allá donde elijáis. Jesús, el Gran Maestro del amor, puede ayudaros; todos los que han pasado y recibido las enseñanzas más elevadas pueden ayudaros y se esfuerzan por hacerlo ahí donde estáis ahora y en todo momento. ¡Con qué claridad vemos a Jesús, y a todos los demás, siempre dispuestos a ayudar a quienes llaman! Sólo debéis llamar y os responderán antes de que terminéis de hacerlo. Están y caminan a vuestro alrededor en todo momento. Lo que debéis hacer es elevar vuestra conciencia de manera que podáis ver y saber que camináis a su lado; entonces no vacilaréis. Tienen las manos extendidas y dicen: "Ven hacia mí y te daré descanso". Eso no significa: "Ven tras la muerte", sino: "Ven ahora, tal y como eres". Elevad vuestra conciencia hasta la nuestra y contemplad. Esta noche estáis donde estamos nosotros, por encima de todas las limitaciones mortales, totalmente libres.

»Aquí hay paz, salud, amor, alegría y prosperidad. Esos son los frutos del Espíritu, los dones de Dios. Si miramos hacia Dios, ningún mal puede sobrevenirnos. Si Le miramos totalmente, sanamos de nuestras enfermedades en el nombre trascendente de la Ley, o Jesús.

»Dios está en medio de vosotros, hijos del Espíritu infinito e inmortal. Nada debéis temer ni por nada debéis desesperaros. Venís del seno del Padre; el hálito de Dios Todopoderoso os creó como almas vivientes. 'Antes de que Abrahán fuese, vosotros erais. Amados, somos los Hijos de Dios, herederos junto con Cristo". En vosotros reside el mismo poder que reside en Jesús. Es lo que se denomina el manto del Espíritu. Teniéndolo claro, se descubre que no hay deterioro, ni enfermedad, ni accidente, ni muerte; no hay nada que pueda arrastrar vuestra vida en ningún sentido. Podéis envolveros de tal manera en el manto que nada pueda penetrarlo, que nada pueda tocaros. Pueden dirigir hacia vosotros todas las fuerzas destructivas jamás creadas por el hombre, que, a pesar de ello, saldréis indemnes. Si, por cualquier circunstancia, la forma externa debe ser destruida, regresará inmediatamente en la misma forma espiritual. Se trata de una armadura mejor que cualquier blindaje jamás imaginado por el hombre, y podéis utilizarlo en todo momento sin que cueste nada. Sólo debéis ser tal y como sois, los hijos del Dios viviente.

»Jesús lo supo y por ello pudo haberse salvado del Calvario. De haber querido utilizar Su poder, sus enemigos no habrían podido tocarle. Vio que en Su cuerpo estaba teniendo lugar un gran cambio espiritual y que, si se manifestaba sin ningún cambio externo entre quienes conocía y amaba, muchos de ellos no reconocerían la importancia espiritual del suceso y seguirían aferrándose a su aspecto personal. Supo que tenía el poder de superar la muerte y deseó mostrar a quienes amaba que ellos también disponían del mismo poder; así que eligió el camino del Calvario, un camino que ellos podrían ver, y por consiguiente, creer. También deseó mostrar que había perfeccionado Su cuerpo hasta tal punto que, aunque Sus enemigos le quitasen la vida (lo que consideraban la vida), pusiesen Su cuerpo en la tumba y la cerrasen con una enorme piedra. Él, el auténtico Ser, podía apartar la piedra y elevar Su cuerpo auténtico o real por encima de todas las limitaciones mortales. Jesús pudo haber tomado Su cuerpo y desaparecer, pero eligió mostrar que, cuando el cuerpo espiritual está desarrollado, ningún accidente ni condición mortal puede destruirlo, ni siquiera cuando otro le quita la vida.

»Tras la Crucifixión y Ascensión, Su cuerpo estaba espiritualmente tan desarrollado que Jesús se vio obligado a elevar la conciencia de aquellos a los que quería hasta un plano en el que pudieran verle, de igual manera que nosotros hemos de elevar las conciencias de todos los que esta noche nos rodean. Cuando aquella mañana las mujeres llegaron a la tumba y vieron la piedra desplazada y el sudario en el suelo, no pudieron verle hasta que elevó sus conciencias a un plano superior. Más tarde, cuando dos de sus discípulos iban por el camino de Emaús y Jesús se les acercó y habló con ellos, no le reconocieron hasta que compartió el pan con ellos. En ese momento sus conciencias fueron elevadas hasta un plano en el que pudieron contemplarle. De igual manera, cuando se apareció a los otros, con los que caminó y habló, tampoco le reconocieron porque sus conciencias no estaban en el plano que les permitía verle. En el momento en que sus conciencias se elevaron y alcanzaron el mismo plano que la de Él, le vieron. Algunos percibieron la importancia espiritual de la realidad. Vieron el profundo significado que subyace a todo. Supieron. No obstante, y a pesar de todo ello, muchos no creyeron en Él porque no habían alcanzado un plano de conciencia en el que pudieran ver o percibir el significado espiritual subyacente.

»El velo de misterio tendido por los sentidos materiales del hombre fue eliminado. "Y el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo". Se manifestó la conciencia de que se había superado a la muerte; y no sólo a la muerte, sino a todas las limitaciones mortales creadas por el hombre, al elevar nuestra conciencia hasta un plano en que El se nos hacía visible y, por lo tanto, comprobábamos que seguía existiendo...

«Podemos manifestar nuestro ideal con tanta precisión en la Sustancia Universal informe, invisible a la conciencia mortal, que éste surgirá directamente de lo informe... Todos hemos vivido en el plano visible y mortal de esta tierra. De hecho, nunca hemos dejado la tierra. Ahora somos invisibles únicamente para quienes permanecen en la conciencia mortal, pero somos siempre visibles para quienes están en un plano de conciencia más elevado.

**El ser humano empieza a darse cuenta de que los demás hombres son sus hermanos en lugar de sus enemigos. Cuando lo acabe de comprender, sabrá que, al igual que todo proviene de un Origen, todo debe regresar a ese Origen o hermanarse en la realidad. Luego, estará en el cielo y reconocerá que el cielo significa la paz y armonía interiores creadas por el hombre justo aquí, en la tierra. A continuación se dará cuenta de que él es creador de su cielo o infierno. Este cielo ha sido concebido de manera correcta pero, geográficamente, está fuera de lugar. Sabrá que Dios mora en su interior, pero no sólo en su interior, sino también en todo lo que le rodea: en las piedras, árboles, plantas, flores y en todas las cosas creadas, que Dios está en el aire que respira, el agua que bebe, el dinero que gasta; que Dios es la sustancia de todas las cosas. Cuando respira, está respirando a Dios al igual que respira aire; cuando comparte los alimentos, también está compartiendo a Dios.

**»Cuando el individuo empieza a dirigirse hacia la Tierra Prometida, debe renunciar y abandonar la tierra de la oscuridad. Debe dejar la oscuridad y empezar a caminar hacia la luz. Es imposible irse y quedarse al mismo tiempo. Lo viejo debe abandonarse y hay que abrazar lo nuevo. Tiene que olvidar las cosas que no desea recordar y mantener en la mente tan sólo aquello que desea conservar. Una cosa es tan esencial como la otra. La visión, si uno desea colmarla, debe recordarse. Debe mantenerse en mente la visión que se desea reproducir. Ha de olvidarse, o negarse a recordar, aquello que no se quiere reproducir. Toda idea, pensamiento, palabra o acto debe ser fiel a la visión a fin de poder manifestarla. Eso es la verdadera concentración, la concentración de devoción, la concentración de fuerzas sobre lo esencial. Eso es amar el ideal. Un ideal sólo puede expresarse a través del amor. El amor hace realidad el ideal.

»Si al principio se fracasa, hay que ser resuelto y continuar adelante. Ése es el ejercicio de la voluntad, el rito de autoconfianza, la expresión de la fe dirigiendo la fuerza hacia el ideal. Este ideal nunca podrá realizarse sin esta dirección consciente de fuerza, sin este ejercicio de voluntad; resultaría fatal para el propio ideal si faltase la voluntad. Esta debe poseer la misma cualidad del ideal al que sirve. Si la voluntad no contiene el deseo de servir, la fuerza que la voluntad desea dirigir no podrá ser liberada del alma. LA VOLUNTAD DE SER SERVIDO HACE GIRAR LA CORRIENTE VITAL EN CONTRA DE UNO MISMO. LA VOLUNTAD DE SERVIR MANTIENE EL FLUJO DE LA CORRIENTE VITAL A TRAVÉS DEL SER, QUE SE MOSTRARÁ RADIANTE. Servir da un propósito a la visión; libera amor en la vida. ¿Cómo puede expresarse el amor a menos que fluya a través de quien expresa la vida? Si fluye a través de la conciencia, alcanzará a todo el organismo, estimulará a todas las células con el amor que se exprese. Entonces el amor se armoniza; el alma se vuelve radiante; la mente se ilumina; el pensamiento se torna agudo, brillante, vivo, preciso; la palabra se hace positiva, verdadera, constructiva; la carne se renueva, purifica y dinamiza; los asuntos se ajustan y todas las cosas adoptan su verdadera posición. El YO SOY se expresa en el y el MI ya no puede seguir negando al YO SOY. Si el cuerpo no obedece al Espíritu, ¿cómo podrá expresarlo? La mente consciente debe buscar y querer al Espíritu para poder aprender de su poder. De este modo, el individuo comprende que el Espíritu es la satisfacción de la necesidad. No encontrará una expresión más elevada que cuando se permite colmar la necesidad de otros. El fluir hacia los demás es lo que abre el depósito del Espíritu. El "serviré" es lo que abre el depósito ilimitado de Dios a todos y lo que hace que el alma se sienta realizada.

»El alma regresa a casa del padre tan pronto como tiene voluntad de servir. El hijo pródigo que sirve se convierte en el hijo festejado; el bracero que se alimentaba de cáscaras y vainas pasa a convertirse en el príncipe de una casa real, la casa de todas sus propias posibilidades. Conoce el amor de Dios y comprende y toma posesión del regalo del Padre. Sólo un hijo puede recibir dicho obsequio. Ningún sirviente, ningún jornalero puede entrar en la alegría de la herencia del hijo. El sirviente siempre busca conseguir algo; el hijo ya ha heredado todo lo que tiene el Padre. Cuando nos enteramos de que pertenecemos a la casa del Padre y que somos herederos de todo lo que Él tiene, empezamos a vivir tal y como el Padre quiere que lo hagamos. “Ahora somos Hijos de Dios". La conciencia del Hijo provoca la satisfacción; la conciencia del sirviente provoca la carencia. El Padre colmará cada uno de los deseos de nuestro corazón en cuanto adoptemos el papel del Hijo de pensamiento, palabra y obra. Descubriremos entonces que los Hijos de Dios son libres».

**Este pasar de un nivel de conciencia inferior a otro más elevado significa rechazar lo material, donde todo es discordia y falta de armonía, y pasar a absorber y aceptar la Conciencia de Cristo, en la que todo es belleza, armonía y perfección. Esa es la manera natural de vivir, la manera en que Dios nos ve vivir, tan bellamente ejemplificada por Jesús en la tierra. Las otras son antinaturales, egoístas, difíciles. Cuando nos damos cuenta de ello, es muy fácil, muy natural, vivir el camino de Cristo. Entonces entramos en la Conciencia de Cristo.

»Hemos abierto las mesas. Esta es la única ocasión en la que nos reunimos para un festín. No es un festín como los que idea la conciencia mortal. Es un festín de comprensión y cumplimiento, que simboliza el paso de lo mortal a la Conciencia de Cristo, tan malentendida en el mundo de hoy. Creemos que todos los hijos de Dios acabarán por asistir a un festín asi algún día, con la verdadera comprensión de su significado.

»Esta noche tendremos con nosotros a algunos que han perfeccionado de tal manera su cuerpo que son capaces de llevarlo a los Reinos Celestiales para recibir allí las enseñanzas más elevadas. Todos ellos han vivido aquí algún tiempo, en una forma visible; luego hicieron el tránsito y se llevaron sus cuerpos con ellos hasta un lugar de la conciencia en la que no son visibles para los ojos mortales. Nosotros debemos elevar nuestra conciencia hasta la Conciencia de Cristo para poder conversar con ellos. Pero quienes han perfeccionado tanto su cuerpo como para poder llevarlo a los Reinos Celestiales también pueden regresar hasta nosotros y volver a irse a voluntad.

**»Nosotros, que hemos perfeccionado tanto nuestros cuerpos que podemos llevarlos adonde queramos, tenemos el privilegio de ver lo que se denomina el Reino Celestial y de estar en él. Este reino es conocido por muchos como el Séptimo Cielo... Se trata de un lugar en la conciencia donde sabemos que, al apartar la mortalidad, podemos adoptar la inmortalidad; donde sabemos que el ser humano es inmortal, inmaculado, imperecedero, inmutable, eterno, igual que es Dios, y tal y como Dios ve al ser humano... Sabemos que, no demasiado tarde, la conciencia de todos será elevada a un plano en el que podamos hablar con ellos cara a cara... »Hemos de fijarnos en tres sucesos. Uno tuvo lugar hace mucho tiempo, y es el que ejemplifica el nacimiento de la Conciencia de Cristo en el ser humano: el nacimiento de Jesús. Luego, uno que vemos que sucederá cuando vuestra gran nación se percate de la Conciencia de Cristo y la acepte. Nos gusta fijarnos en el tercero y último, el más grande de todos los esplendores: la segunda y última llegada de Cristo, en la que todos conoceremos y aceptaremos al Cristo interior, y viviremos y nos desarrollaremos en esa conciencia, creciendo como crecen los lirios. Eso es la comunión final, la expiación».


Escuela Yo Soy la Luz

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