domingo, 13 de marzo de 2011

25. El Sermón de Benarés - 1

El Sermón de Benarés – 1-.
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Tras la Iluminación, Siddharta, convertido ya en Buda, permaneció aún cuatro días más sentado bajo el árbol de bodhi, tras lo cual continuó su meditación durante varias semanas más a la sombra de otros árboles. Durante este tiempo, no sólo profundizó en las verdades del Darma, sino que tuvo sus dudas con respecto a predicar o no la doctrina, pensando: “La Verdad queda oculta para el que yace en la servidumbre del odio y del deseo. El Nirvana permanece incomprensible y misterioso para el espíritu vulgar, que se encuentra rodeado por intereses mundanos. Si predico la Doctrina y la Humanidad no entiende, sólo obtendré fatigas y disgustos”. Pero después de mucho meditarlo, pensó al fin: “Que la puerta de la inmortalidad se alce de par en par ante todos los que tengan oídos para oír y que estén listos para recibir el Dharma con fe”. “¿A quién iré primero a predicar la Doctrina? Mis antiguos maestros han muerto. Ellos habrían recibido con alegría la buena nueva. Pero mis cinco compañeros viven aún. Iré adonde ellos están y ante ellos, por primera vez, predicaré el evangelio de la liberación”.

En consecuencia, el Buda se dirigió entonces hacia Benarés, donde vivían entonces sus cinco compañeros de mortificación. Y allí, en el parque de las gacelas de Isipatana (según otros, parque de los gansos), tuvo lugar el primer sermón del Bendito, conocido generalmente como el “Sermón de Benarés”, en el que describe por primera vez el Sendero Medio y vuelve a hablar de las Cuatro Nobles Verdades y del Noble Óctuple Sendero. Pero para no incurrir en repeticiones innecesarias, me referiré sólo a lo primero, omitiendo el resto, que acaba de ser estudiado en el capítulo anterior. En esta ocasión se indica también la fórmula para entrar en el Sangha (Comunidad), nombre con el cual se conocerá en lo sucesivo a  la Iglesia Budista, formada por todos los creyentes, sean religiosos o laicos.

                El texto

                Los cinco bhiksus residían por entonces en Benarés. Y el Bienaventurado, olvidándose de la dureza con que le habían abandonado cuando más necesidad tenía de ellos, sólo recordaba los servicios que le habían prestado y sentía compasión por las austeridades que tan en vano practicaban, se levantó y se dirigió hacia su residencia............................ Los cinco bhiksus vieron venir de lejos al Sublime y se dijeron: 

                >> Amigos, allí viene el asceta Gautama, que vive en la abundancia, que ha renunciado a la búsqueda de la Verdad y se entrega a los placeres del mundo. No le demostremos respeto. No nos levantemos cuando llegue. No le tomemos ni su escudilla ni su túnica. No obstante, reservémosle un sitio y, si lo desea, que se siente con nosotros.

                Pero a medida que el Sublime se aproximaba, los cinco ascetas no pudieron mantener su resolución y fueron a su encuentro. Le nombraron por su nombre y le llamaron “amigo”. Uno de ellos le tomó su escudilla y su manto. Un segundo le preparó el asiento. Un tercero fue a buscar agua y una jofaina. El Sublime se sentó en el lugar que le habían preparado. Y les dijo:

                >> No llaméis por su nombre al Tathagata ni le habléis como “amigo”, porque él es el Buda, el Iluminado.................... Escuchad, oh ascetas: he encontrado la liberación de la muerte. Os enseño y os predico la Verdad. Si camináis según os enseño, conseguiréis en poco tiempo aquello por lo cual los nobles jóvenes abandonan el hogar y se entregan al ascetismo, a saber: la máxima perfección del esfuerzo santo. En esta misma vida conoceréis la Verdad y la contemplaréis cara a cara..................... El Sublime, oh ascetas, no vive en la abundancia ni ha renunciado a la búsqueda de la Verdad, ni se ha entregado a los placeres del mundo...................... Ni el abstenerse del pescado o de la carne, ni el ir desnudo, raparse la cabeza o llevar el cabello en una trenza, ni el vestirse con un burdo hábito, cubrirse de polvo o sacrificar a Agni, nada de eso es lo que puede purificar al hombre que no se ha liberado de los errores. Leer los Vedas, ofrendar a los sacerdotes o hacer sacrificios a los dioses, mortificarse con el calor o el frío y hacer muchas otras penitencias parecidas con el fin de conseguir la inmortalidad, tampoco purifican al hombre que no se ha liberado de los errores. La ira, la embriaguez, la terquedad, el engaño, la presunción, la maledicencia, la arrogancia, las aviesas intenciones, son impurezas y ciertamente no las limpian las mortificaciones corporales.

                Y continuó diciendo:

                >> Existen, oh ascetas, dos extremos de los que deben mantenerse alejados los hombres. Uno de ellos es una vida entregada al placer y a la sensualidad. El otro es una vida entregada al tormento y al auto-castigo. El devoto extenuado por la mortificación confunde su mente y son enfermizos sus pensamientos. Las austeridades mortificantes no son medio eficaz de subyugar los sentidos. Quien alimente la lámpara con agua en lugar de aceite, no disipará las tinieblas, ni es posible avivar el fuego  con leña podrida. Las mortificaciones son tan penosas como inútiles y el hombre no podrá emanciparse de la esclavitud de la personalidad si no extingue el fuego de la concupiscencia. Vana es toda mortificación si la personalidad persiste en desear los placeres del mundo o el deleite de los cielos. Toda sensualidad es enervante.  El hombre sensual es esclavo de sus pasiones y se degrada vilmente al buscar el placer. Pero quien ha subyugado la personalidad, está libre de la concupiscencia, no desea placer alguno ni mundano ni celeste, no le contaminará la satisfacción de sus necesidades naturales. Porque no es malo satisfacer las necesidades de la vida. Al contrario, es nuestro deber conservar la salud del cuerpo, porque de otro modo no podríamos mantener encendida la lámpara de la sabiduría ni dar fortaleza y lucidez a la mente. Este es, oh ascetas, el Sendero Medio descubierto por el Thatagata, alejado por igual de esos dos extremos, que abre los ojos y el espíritu y que conduce a la paz, al conocimiento, a la iluminación, al Nirvana.

                Una vez expuesta la Doctrina del Sendero Medio, el Buda les instruyó en las Cuatro Nobles Verdades y el Óctuple Sendero, que omitimos aquí, e instauró el Shanga o Comunidad, con estas palabras:

                >> Si el hombre permanece solo, aunque esté resuelto a seguir la Verdad, puede debilitarse y caer en los antiguos errores. Así pues, morad juntos, ayudaos mutuamente y fortaleced los esfuerzos de unos y otros. Sed como hermanos. Uníos en amor y en santidad. Uníos en vuestro celo por la Verdad..................... Aproximaos, oh bhiksus, y decid: “YO ME ACOJO CON FE AL BUDA - “Buddham sararam gacchami” -. Él es el Perfecto, es santo y supremo. El Buda nos trae la instrucción, la sabiduría y la salvación. Es el Bienaventurado que conoce las leyes de todos los seres. Es el señor del mundo que coloca bajo el yugo a los hombres como a los bueyes. Es el Buda Exaltado. Yo me acojo con fe al Buda”. “YO ME ACOJO CON FE A LA DOCTRINA - “Dharman saranam gacchiami” -. La doctrina ha sido bien explicada por él de una manera visible. La Doctrina se halla por encima del tiempo y del espacio. La Doctrina no se funda en una afirmación gratuita, sino que dice: Venid y ved. La Doctrina nos lleva al bienestar. La Doctrina es aceptada en el corazón de los sabios. Yo me acojo con fe a la Doctrina”. “YO ME ACOJO CON FE A LA CONGREGACION – “Sangham saranam gacchiami” -. La Comunidad de los discípulos del Buda nos enseña a practicar una vida virtuosa. La Comunidad de los discípulos del Buda nos enseña a obrar con honestidad y justicia. La Comunidad de los discípulos del Buda nos instruye en la práctica de la Verdad, constituye una fraternidad de bondad y caridad. La Comunidad de los discípulos del Buda se ha instituido como una asociación santa, con el fin de enseñar las reglas de la rectitud y hacer el bien. Yo me acojo con fe a la Congregación.


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Visitar: http://escuelayosoylaluz.blogspot.com

Escuela Yo Soy la Luz
 

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