Ser Perseverante
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Melquisedec
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Humanidad, qué difícil ha sido tu camino hacia la completa felicidad. Cuando consigues el camino o crees haberlo hecho, las adversidades se interponen y te derrotan. Las señales están dadas, los tiempos para cosechar se están acercando. Y tú, Humanidad, ¿ya has tomado parte sin quejarte de lo dura que es la vida? Esperando que hayas observado lo que sembraste, ¿qué crees ser capaz de cosechar a la hora de ello?
El desarrollo del ser no sólo se basa en sembrar y cosechar, sino también en vigilar la siembra. ¿Puedes esperar que un jardín será realmente hermoso si no le has dado el amor que se merece para crecer y prosperar?
Igual ocurre con el Planeta. Humanidad, entiende definitivamente que la Tierra tiene su propio Espíritu que también necesita, no, merece, amor de los que caminan sobre ella. Lo que observas en estos tiempos es el llanto de la Tierra, suplicando ese merecido pero no siempre entregado amor. ¿Eres capaz de dárselo?
El mundo puede no siempre parecer justo, pero tu empeño para sobreponerte a los eventos desfavorables es lo que te convierte en una Humanidad Luchadora y, en su momento, victoriosa.
Por cada derrota que sufro, pienso en las veces que he vencido, y vuelvo a levantarme. Mi convicción no cambia, tampoco mis ideales. El Todo sigue siendo igual para mí, porque no puedo exigirle que se detenga para esperarme. En consecuencia, tengo que levantarme y seguir caminando al ritmo del Todo, hasta que soy victorioso.
Humanidad, agradece al Padre todos los días por el hogar que te ha dado, y a este hogar envíale todo tu amor: AMO AL MUNDO Y A TODO LO QUE ME RODEA. Luego, no lo dejes en palabras. Exprésalo en tus acciones, cuida el lugar sobre el cual caminas y vive en armonía con los que caminan contigo.
Tal vez te sea difícil amar todo lo que te rodea, pero tampoco tienes que odiarlo. Sería un gran aporte de amor a la Tierra y ésta lo apreciará en grande.
Humanidad, no temas. Son tiempos difíciles, pero cada vez que caigas, levántate en nombre de todas tus victorias anteriores, y caminarás en la luz. Tierra nuestra, te amamos.
El desarrollo del ser no sólo se basa en sembrar y cosechar, sino también en vigilar la siembra. ¿Puedes esperar que un jardín será realmente hermoso si no le has dado el amor que se merece para crecer y prosperar?
Igual ocurre con el Planeta. Humanidad, entiende definitivamente que la Tierra tiene su propio Espíritu que también necesita, no, merece, amor de los que caminan sobre ella. Lo que observas en estos tiempos es el llanto de la Tierra, suplicando ese merecido pero no siempre entregado amor. ¿Eres capaz de dárselo?
El mundo puede no siempre parecer justo, pero tu empeño para sobreponerte a los eventos desfavorables es lo que te convierte en una Humanidad Luchadora y, en su momento, victoriosa.
Por cada derrota que sufro, pienso en las veces que he vencido, y vuelvo a levantarme. Mi convicción no cambia, tampoco mis ideales. El Todo sigue siendo igual para mí, porque no puedo exigirle que se detenga para esperarme. En consecuencia, tengo que levantarme y seguir caminando al ritmo del Todo, hasta que soy victorioso.
Humanidad, agradece al Padre todos los días por el hogar que te ha dado, y a este hogar envíale todo tu amor: AMO AL MUNDO Y A TODO LO QUE ME RODEA. Luego, no lo dejes en palabras. Exprésalo en tus acciones, cuida el lugar sobre el cual caminas y vive en armonía con los que caminan contigo.
Tal vez te sea difícil amar todo lo que te rodea, pero tampoco tienes que odiarlo. Sería un gran aporte de amor a la Tierra y ésta lo apreciará en grande.
Humanidad, no temas. Son tiempos difíciles, pero cada vez que caigas, levántate en nombre de todas tus victorias anteriores, y caminarás en la luz. Tierra nuestra, te amamos.
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