Preparación para la Ascensión Crística
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Enseñanzas de “La Vida de los Maestros”
De Baird T. Spalding
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El Cristo de Dios
Luego todos nos dirigimos hacia el templo. Cuando llegábamos a la estancia inferior, nuestro amigo empezó a decir: «Al ascender este templo, estancia tras estancia, recordad por favor que ningún ser humano puede conceder derechos a otro. Al ir desarrollando vuestro entendimiento descubriréis que sois iguales que cualquier otro ser humano y que quien intente concederos derechos no es coherente, pues intenta dar lo que no tiene. Uno puede señalarle el camino a su hermano, para que éste pueda ampliar su visión a fin de integrar lo bueno, pero no puede conferirle lo bueno que él mismo tiene».
Al llegar a la segunda estancia vimos a cuatro de nuestros amigos del pueblo, que nos habían precedido. Tras charlar unos instantes nos sentamos y nuestro Maestro continuó: «No hay un solo personaje en toda vuestra historia que sobresalga como Jesús. Incluso contáis el tiempo antes o después de su nacimiento. La mayoría de vuestra gente le idolatra, y ahí es donde se equivocan. En lugar del ídolo, deberían fijarse en el ideal; en lugar de convertirlo en una imagen tallada, debería ser real y estar vivo en vosotros, pues lo cierto es que en la actualidad sigue viviendo en el mismo cuerpo en el que fue crucificado. Vive y puede hablaros igual que lo hizo antes de ese suceso. El gran error que tantos cometen es considerar que su vida finalizó con penas y con la muerte en la cruz, olvidándose por completo que la mayor parte de su existencia se desarrolló tras la Resurrección. Ahora puede enseñar y curar con más intensidad que nunca. De así desearlo, podríais estar en Su presencia en cualquier momento. Si le buscáis, le hallaréis. No es un rey al que se le interrumpa, sino un poderoso hermano que siempre está dispuesto a ayudaros a vosotros y al mundo. Cuando vivió en el plano mortal y terrenal sólo fue accesible para unos cuantos. Ahora puede acercarse a todos aquellos que le busquen.
» ¿No dice él: "Vosotros estáis allí donde yo me encuentro"? ¿Quiere eso decir que está siempre en un lugar llamado "cielo" al que sólo podéis llegar muriendo? Está allí donde vosotros estáis y puede guiaros y hablar con vosotros. Levantad un poco la mirada y permitid que alcance un horizonte más amplio; y si permanecéis sinceramente con él, de pensamiento y corazón, le veréis. Podréis caminar y hablar con él. Si os fijáis, descubriréis las cicatrices de la cruz, la espada y las espinas, curadas y desaparecidas; el amor y la felicidad radiantes que le envuelven os dirán que las ha olvidado y perdonado».
Nuestro amigo dejó de hablar y se hizo un profundo silencio durante unos cinco minutos. A continuación, la habitación se iluminó con un resplandor que nunca habíamos visto hasta entonces. Escuchamos una voz. Al principio pareció lejana y confusa. Nuestra atención se vio atraída hacia ella, al igual que nuestros pensamientos. Uno del grupo preguntó: «¿Quién es el que habla?". Nuestro jefe pidió: «Callaos, por favor. Jesús, nuestro querido Maestro, está hablando». Uno de nuestros amigos dijo: «Tienes razón. Jesús es el que habla».
Nuestro amigo dejó de hablar y se hizo un profundo silencio durante unos cinco minutos. A continuación, la habitación se iluminó con un resplandor que nunca habíamos visto hasta entonces. Escuchamos una voz. Al principio pareció lejana y confusa. Nuestra atención se vio atraída hacia ella, al igual que nuestros pensamientos. Uno del grupo preguntó: «¿Quién es el que habla?". Nuestro jefe pidió: «Callaos, por favor. Jesús, nuestro querido Maestro, está hablando». Uno de nuestros amigos dijo: «Tienes razón. Jesús es el que habla».
La voz continuó: «Cuando dije: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" no pretendía dar la impresión de que yo, Yo mismo, era la única luz verdadera. "Todos aquellos que son guiados por el Espíritu de Dios son Hijos de Dios", Cuando dije: "Soy el Hijo perfecto, el Hijo unigénito de Dios con el que el Padre se regocija", quise transmitir a toda la humanidad el pensamiento de que uno de los hijos de Dios había visto, comprendido y proclamado su divinidad; que había visto que vivía, se movía y tenía su ser en Dios, en el gran principio Padre-Madre de todas las cosas; al verlo, este hijo habló y afirmó que era Cristo, el Hijo unigénito de Dios, y a continuación vivió la vida con un firme propósito y de todo corazón, convirtiéndose en lo que afirmaba ser. Con la mirada fija en esa idea, llenó su cuerpo con ese ideal para alcanzar el fin deseado...
**»Son muchos los que consideran que mi vida acabó en la cruz, olvidando que la parte más extensa es la que ahora vivo; olvidando que el ser humano continúa vivo, incluso después de lo que parece una muerte violenta. La vida no puede destruirse. Continúa y continúa, y una vida bien vivida nunca degenera ni finaliza. Puede incluso inmortalizarse la carne, para que nunca cambie.
En ese momento el coro invisible entonó una canción, cuya melodía excede los límites de cualquier descripción. Al cabo de unos cuantos compases, Jesús se adelantó y dijo: « ¿Os sorprendéis de que hace ya mucho tiempo que perdoné a quienes me clavaron en la cruz? Perdoné por completo cuando dije: "Todo se ha acabado". ¿Por qué no me veis tal y como soy, no clavado en la cruz, sino elevándome por encima de toda mortalidad?».
El coro invisible retornó, cantando: «Salud, salud a vosotros que sois hijos de Dios. Inclinaos y alabadlo, su reino está establecido para siempre entre los hombres. Sí, Él está con vosotros siempre». Y mientras el coro cantaba, la letra de la canción aparecía sobre las paredes de la habitación.
No se trataba de una escena lejana, confusa o difusa. Estábamos bien presentes en la estancia y hablábamos con nuestros interlocutores. Les habíamos estrechado la mano y fotografiado. Estaban entre nosotros y nosotros estábamos con ellos. La única diferencia entre ellos y nosotros residía en la luz especial que los rodeaba. Esa luz parecía ser la fuente de donde provenía la claridad de la estancia. No había sombras en ninguna parte. Sus pieles tenían una transparencia especial; al tocarlas parecían de alabastro; sin embargo, tenían reflejos cálidos y agradables, e irradiaban calor.
** Se nos condujo a través de las diversas estancias del templo...
**Nuestro jefe preguntó si era posible colmar un deseo con sólo expresarlo. Nuestra anfítriona respondió que si el deseo se expresaba de manera veraz, sería colmado. Continuó diciendo que el deseo no es sino una forma de oración, que era la verdadera forma de oración utilizada por Jesús, pues sus oraciones siempre obtuvieron respuesta; la oración que siempre obtiene respuesta es una oración verdadera, y por ello debe ser científica y, de serlo, debe ajustarse a una ley concreta.
Siguió diciendo: «La ley es: "Como sabes, se te concede la oración" y: "Todo aquello que desees al orar acabarás recibiéndolo y teniéndolo". Si sabemos positivamente que todo lo que hemos pedido ya es nuestro, deberíamos saber que obramos de acuerdo con la ley. Si el deseo se satisface, deberíamos saber que la ley se ha cumplido. Si el deseo no se colma, deberíamos saber que hemos pedido mal. Tendríamos que saber que el error radica en nosotros y no en Dios.
»Así pues, las instrucciones son: "Amarás a Dios, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas". A continuación profundiza en tu alma, no con premoniciones, temores ni incredulidad, sino con un corazón alegre, liberado y agradecido, sabiendo que ya tienes aquello que necesitas.
»El secreto radica en reconciliar, en tener conciencia de ello y luego mantenerla con firmeza sin desviarse, aunque la tierra entera se oponga. "Por mí mismo yo no puedo nada —dijo Jesús—. El Padre que mora en mí realiza todo el trabajo". Tened fe en Dios. Tened fe y no dudéis. Tened fe y no temáis. Recordad que el poder de Dios es ilimitado. "Todo es posible".
**Todos los días, a lo largo de dos meses, y con el anciano como instructor, dedicamos nuestra atención a un conjunto de tablillas que versaban, en su totalidad, sobre caracteres y símbolos, y su posición, trazo y significado. Una mañana de principios de marzo fuimos a la estancia del templo, como de costumbre, y hallamos al anciano tendido en el diván, como si durmiese. Uno de nuestro grupo se le acercó y le puso una mano sobre el brazo para despertarle, pero se echó atrás de repente y exclamó: «No duerme. Me parece que está muerto». Nos acercamos al diván y nos quedamos tan absortos en nuestros pensamientos de muerte que no oímos entrar a nadie. Una voz nos sacó de nuestras divagaciones: «Buenos días». Nos volvimos hacia la puerta y vimos a Emilio. Habíamos supuesto que se hallaba a unos ochocientos kilómetros de distancia y su súbita aparición nos sobresaltó. Se acercó a nosotros antes de que pudiéramos recuperarnos y nos estrechó la mano.
A continuación se acercó al lugar donde se hallaba tendido el anciano. Puso la mano sobre la cabeza de éste y dijo: "Aquí tenemos a un querido hermano que ha partido de esta tierra pero que no ha podido acabar su labor entre nosotros. Como dijo uno de vuestros poetas; "Él le ha envuelto con su manto y le ha acostado para que tenga sueños agradables". Dicho de otro modo, le habéis declarado muerto. Vuestro primer pensamiento es ir a buscar a un enterrador y encontrar un ataúd a fin de preparar una tumba donde ocultar su parte mortal mientras se disuelve.
»Queridos amigos, reflexionad durante un instante. ¿A quién creéis que le hablaba Jesús cuando dijo: "Padre, te doy las gracias porque me has escuchado"? No estaba hablando con el ser externo, con el yo, con la cáscara. Estaba reconociendo y alabando al Ser Interior, al Infinito, al que todo lo escucha, al Omnisciente, Omnividente, al Gran y Poderoso Dios Omnipresente. ¿Es que no os dais cuenta hacia dónde miraba Jesús mientras permanecía junto a la tumba de Lázaro? ¿Es que miró, como hacéis vosotros, hacia la tumba viendo a un Lázaro muerto y en descomposición? Mientras que vuestra mirada se centraba en el muerto, la suya lo hacía sobre la vida engendrada por Dios. Su mirada se concentraba en la Vida inmutable, eterna, omnipresente, en la Vida que lo trasciende todo. Ahora bien, si mantenemos la mirada firmemente dirigida hacia la realidad omnipresente de Dios, podremos contemplar Su obra finalizada.
»Aquí descansa un querido hermano que nunca confió totalmente en Dios, sino que avanzó parcialmente confiando en su propia fuerza, hasta que llegó a este momento y abandonó, cometiendo el mismo error que tantos cometen en la actualidad, el error al que consideráis la muerte. Esta alma querida no ha podido deshacerse de todas las dudas y temores, y por ello ha confiado en su propia fortaleza, siendo incapaz de acabar la obra que todos hemos de realizar. Si le dejásemos así, su cuerpo se disolvería y regresaría para finalizar su tarea mortal que no ha podido acabar. De hecho, está tan cerca de conseguirlo que podríamos ayudarle a terminarla, lo que sería un gran privilegio para nosotros.
»Habéis preguntado si puede despertársele para que recupere la conciencia. Sí, podría, como podrían todos los que han muerto de manera parecida. Aunque ha fallecido, tal y como vosotros lo consideráis, quienes hemos compartido con él una parte de su vida podemos ayudarle para que comprenda rápidamente que puede llevarse el cuerpo con él. No es necesario abandonar el cuerpo a lo que llamáis muerte y disolución, ni siquiera después de que, aparentemente, se haya cometido el gran error».
Aquí dejó de hablar y, durante un instante, pareció inmerso en una profunda meditación. Al cabo de muy poco tiempo, entraron en la estancia cuatro de nuestros amigos de la aldea. Permanecieron juntos durante unos instantes, como si pensasen profundamente. Luego, dos de ellos hicieron un gesto con la mano indicando que nos uniésemos a ellos. Nos acercamos y, dos de ellos, rodearon los hombros de dos de nuestro grupo, y nosotros hicimos lo propio hasta que se conformó un círculo. Dicho círculo rodeaba el diván donde descansaba la forma del fallecido. Mientras permanecimos allí durante un instante, sin pronunciar palabra, la luz de la estancia fue aumentando de intensidad. Nos volvimos y vimos a Jesús y a Pilatos en la habitación, a pocos pasos. Se acercaron y se unieron a nosotros.
Se hizo otro profundo silencio. A continuación, Jesús se acercó al diván y, mientras elevaba ambas manos, dijo: «Queridos amigos, ¿podéis recorrer el valle de la muerte conmigo durante un instante? No es territorio prohibido, como creéis. Si caminaseis por él como nosotros hemos hecho y lo contemplaseis desde el otro lado, os daríais cuenta de que son vuestros pensamientos los que han hecho que sea así. Allí también hay vida, la misma que aquí». Permaneció con los brazos abiertos durante unos instantes, para luego proseguir: «Querido amigo y hermano, estás con nosotros y nosotros contigo y todos estamos juntos en Dios. La pureza, paz y armonía sublime de Dios rodea, abraza y enriquece todo. Esta perfección se te manifiesta ahora vívidamente, querido nuestro, para que puedas levantarte y ser recibido por tu Padre. Querido hermano, ahora ves y sabes que no se trata del polvo al polvo y las cenizas a las cenizas, sino que existe Vida, pura Vida, Vida Eterna. No es necesario que abandones el cuerpo a la disolución mortal. Ahora percibes la gloria del Reino del que provienes. Ahora puedes levantarte y dirigirte hacia el Padre, cantando: “Alabado, alabado sea el recién nacido, el Señor que se ha alzado, el Cristo entre los hombres"».
Querido lector, las palabras no son sino una parodia cuando mediante vanos intentos mortales se trata de describir la belleza y pureza de la luz que llenó aquella estancia; cuando esa forma se levantó, la luz parecía penetrar todos los objetos, de manera que nada proyectaba sombra, ni siquiera la forma de nuestro amigo o de nuestros cuerpos. Las paredes parecían expandirse y hacerse transparentes hasta que nos dio la impresión de que todos mirábamos al espacio infinito. La gloria de esa imagen es indescriptible. Luego supimos que, en lugar de hallarnos en presencia de la muerte, estábamos en presencia de la Vida Eterna, de una vida inefablemente grande, que no disminuía, sino que se desplegaba sin fin.
**Una vez tomamos asiento cómodamente, Jesús continuó con la conversación: «Cuando somos uno con la suma de toda Inteligencia; cuando nos reconocemos como una parte integra de esa Inteligencia y sabemos sin lugar a dudas que ésta es el Gran Principio —Dios—, no tardaremos en ser conscientes de que toda la inteligencia del Universo cósmico trabaja con nosotros. También nos daremos cuenta con gran rapidez de que tanto la inteligencia de un gran genio como la pequeña mente de una simple célula del cuerpo trabajan con nosotros en perfecta armonía. Se trata de la Gran Mente Única Cósmica e Inteligente, a la que nos hallamos vinculados. En realidad, todos somos esa Mente; somos la autoconciencia del Universo. En el instante en que así lo sintamos, no habrá nada que pueda apartarnos de la Divinidad.
»A partir de esa Conciencia Universal podemos extraer todo el conocimiento; sabemos que podemos conocerlo todo, sin estudiar y sin ningún proceso que implique el uso del raciocinio, sin tener que pasar de una lección a la siguiente ni de una cuestión a otra. Las lecciones sólo son necesarias para conducirnos hasta una actitud desde la cual podamos pasar a este pensamiento. A continuación nos tornamos íntegros e incluimos todo pensamiento. Existe toda una corriente de pensamiento motivador que es irresistible y sabemos que no hay nada que pueda desviarnos de nuestra verdadera realización. Somos uno con el todo; y por ello nos movemos irresistiblemente con el todo. No hay nada que pueda apartarnos de nuestra realización. La gota de agua sólo es débil cuando se aparta del océano; devuélvela a él y se tornará tan poderosa como todo el océano. No importa si nos gusta o si creemos en ello. Se trata de la Ley Inteligente y todos somos parte de ella.
»La suma de toda Verdad es el Gran Principio, Dios. Todo desde la Eternidad a la Eternidad, tanto si pensamos que se trata de una gran verdad o de una pequeña verdad; toda verdadera palabra, pensada o pronunciada, forma parte de la Gran Verdad, del Gran Todo, de la Verdad Universal, y todos somos eso.
"La suma de todo Amor es el Gran Principio, Dios. Es la suma de todo afecto, de toda ferviente emoción, de todo pensamiento, mirada, palabra o hecho amoroso. Toda atracción amorosa, grande o pequeña, sublime o baja, hace que el amor único e infinito se manifieste y que no exista nada demasiado grande para nosotros. Cuando amamos de manera altruista tenemos todo el océano de Amor Cósmico con nosotros. Lo que se considera inferior se torna enorme al desarrollarse hacia la perfección absoluta. Por ello, todo el Universo de Amor está conscientemente con nosotros. No hay mayor fuerza en la tierra o en el cielo que el amor puro. La tierra se convierte en un cielo; el cielo es el verdadero hogar de la humanidad.
"Finalmente, la suma de toda condición, toda forma y todo ser no es más que el Infinito Principio Cósmico Único, Dios, tanto si se trata de individuos, mundos, planetas, estrellas, átomos, electrones o la partícula más diminuta. Todo junto conforma el Único Infinito, cuyo cuerpo es el Universo, la Mente, la Inteligencia Cósmica, y el alma es el Amor Cósmico. Entretejidos conjuntamente en un todo, sus cuerpos, mentes y almas se mantienen unidos a través de la fuerza vital cohesiva; no obstante, cada uno de ellos funciona como una entidad individual eterna que se mueve con entera libertad en su órbita individual y octava de armonía, siendo atraídos, llevados y mantenidos juntos mediante el amor de ese universo armónico. Todos constituimos ese Gran Ser al que nada puede interponerse. Está formado por toda unidad de humanidad, asi como por todas las unidades del Universo. Si una porción de una unidad se autoexcluye del todo, esto no influye en el Ser Principal, pero provoca muchos cambios en la unidad. El océano no es consciente de que pierde una gota de agua, pero la gota es muy consciente del océano cuando se entrega a él.
»No basta con decir que estamos cerca del Gran Principio Cósmico, Dios. Debemos saber a ciencia cierta que somos uno con Él, en Él y de Él, que estamos totalmente amalgamados con el Principio, y que no podemos separarnos o apartarnos de Dios, del Principio. Así pues, trabajamos con el principio de poder que es todo poder. Vivir en el Principio, moverse en él y sumergir en él nuestro ser es la Ley. Por ello, cuando deseamos entrar en contacto con Dios no pensamos en algo alejado de nosotros y difícil de conseguir. Todo lo que necesitamos saber es que Dios se encuentra dentro, y alrededor, de nosotros, y que estamos conscientemente en presencia de Dios, presentes en Dios y con dominio de todo el poder. Por ese motivo, no debemos detenernos ni pararnos a considerar; debemos tomar el sendero que conduce directamente a Dios en nuestro interior. Ahí se alza el Cristo, firme y supremo, y es donde podemos permanecer con Dios para siempre.
»Despertamos a nuestros seres muertos a la realización de la vida interior y de que la vida nos resucita de entre los muertos; regresamos a la vida inmortal e inalterable. Estamos convencidos de la vida y de nuestro derecho a vivir esa vida total y perfectamente. El Cristo del interior se levanta y dice: "He venido para que puedas tener una vida completa y vivirla con mayor abundancia". Eso debe ser el verdadero resucitar de nuestras conciencias, una elevación de nuestros sentidos muertos a una vibración más elevada de vida, verdad y amor. De igual manera que toda la naturaleza despierta a nuestro alrededor, nosotros también debemos despertar y observar el amanecer del día que se acerca. Nos levantamos y nos desprendemos de nuestras mortajas, nos elevamos y salimos de toda sensación limitadora en la que hemos enterrado nuestros cuerpos. Apartamos por completo la lápida de materialidad de nuestra conciencia, esa pesada carga de pensamiento que ha separado la vida interior de la vida exterior y que ha mantenido la forma vital en la muerte, negándole la vida al no reconocer su derecho a vivir. Levantémonos y salgamos de la muerte, eso es lo que significa resucitar. Es despertar a la total realización de la vida aquí y ahora, a esa vida omnipresente, omnipotente y omnisciente, nunca ausente, nunca impotente o inconsciente, sino siempre presente, siempre potente y consciente en todas partes, con totalidad, con libertad, en un movimiento glorioso, radiante, expresivo y expansivo. Cuando nuestros corazones se encienden frente a ese pensamiento y todo nuestro ser irradia esa vida interior, podemos extender nuestra mano y decir: "Lázaro, ¡levántate! ¡Sal de tu tumba, pues no perteneces a la muerte! ¡Vuelve a la vida! ¡Despierta de tu engaño! ¡Despierta aquí y ahora!". Así despertamos a la conciencia Maestra y deberíamos sollozar a causa de la densidad de pensamiento de quienes observan el despertar. A la humanidad se le ha mostrado este despertar durante miles de años, y no obstante, son muchos los que siguen durmiendo. Pero su dormir no justifica el nuestro. A causa de lo que hacemos, la humanidad se despierta a lo que es su auténtico patrimonio.
»Al despertar a nuestro auténtico patrimonio debemos despertar a la belleza y pureza del inmemorial mensaje que dice que nuestros cuerpos son eternamente bellos, puros y perfectos. Son cuerpos siempre bellos, puros, espirituales, magníficos y divinos, los verdaderos templos de Dios. Este despertar también nos convence de que nuestros cuerpos nunca han descendido de ese elevado estado. Nos damos cuenta de que sólo se trataba de un concepto humano que nos hacía creer que habíamos descendido. Tan pronto como nos liberamos de ese pensamiento, nuestro cuerpo es liberado hacia su verdadero patrimonio de divinidad. A continuación, la fragancia de una cálida noche de verano inunda toda la naturaleza y nuestros cuerpos empiezan a impregnarse de ese resplandor. Poco después comienzan a salir de nuestros cuerpos rayos de pura luz blanca; los cuerpos resplandecen con esa luz, y esa suave pero luminosa y vívida luz invade la clara atmósfera que nos rodea como un vapor de color blanco dorado. Esta luz aumenta sin cesar hasta que cubre e inunda todo a nuestro alrededor. Bañada en esta luminosidad aparece una luz blanca de pureza cristalina, deslumbrante, que centellea con una luminosidad más grande que el más puro de los diamantes, y que emana de nuestros cuerpos, que arden de pura luz, luminosa y hermosa. Nos hallamos juntos en la santa Montaña de la Transfiguración, con cuerpos luminosos y resplandecientes, radiantes y hermosos, totalmente inmersos en Vida Divina. El Hijo del hombre ha devenido el Cristo de Dios y el Reino de Dios vuelve a hallarse entre la humanidad, con más vitalidad porque otros han aceptado y manifestado el Reino por completo. La Luz del Reino de Dios no hace más que aumentar a causa de su aceptación.
"Este es el verdadero cuerpo que la Humanidad siempre ha poseído y que hoy tienen todos. Ese cuerpo siempre ha existido y siempre existirá. Es un cuerpo tan luminoso que ningún germen de vejez o decadencia puede penetrarlo. Es un cuerpo tan vivo que no puede morir. Un cuerpo así es susceptible de ser crucificado en mil ocasiones y, con la crucifixión, regresa aún más triunfante. Un cuerpo así se manifiesta en toda situación como el Divino Maestro. Un cuerpo así resucita eternamente.
"Este es un mensaje de la nueva era dirigido a vosotros, el mismo que se comunicó hace ya dos mil años. Es el mismo ahora que antes, no es más que la resurrección del antiguo. Este mensaje fue comunicado hace miles de siglos en un lenguaje tan sencillo que incluso los bebés pudieron entenderlo. El mensaje es que, por su propia voluntad, el ser humano abandonará el reino artificial y evolucionará hada el Reino de Dios. El hijo del hombre debe alcanzar su divinidad, revelar esa divinidad en su cuerpo y actos, y devenir el Cristo de Dios en el Reino de Dios. "¿Todavía no sabéis que sois dioses?".
“Sabed que este Reino de Dios es la cosa más natural del mundo. Habéis pasado por alto el hecho de que si el ser humano es en Cristo, se convierte en una nueva criatura. "Es voluntad del Padre otorgaros el Reino, y que todo ser entre en él". Surge entonces la pregunta: "¿Cuándo?". Y la respuesta es siempre la misma: "Cuando el exterior sea como el interior".
Sólo es necesario recibir el ungimiento de Dios, algo que siempre ha sido tuyo. Puedes aceptar a otros como hermanos que te ayudan, pero tú estás siempre siendo instruido y guiado desde el interior; la verdad está ahí para ti y debes hallarla.
»Esa verdad siempre enseña que la humanidad es una unidad completa; no sólo una unidad, sino una gran unidad, que combinada con Dios forman el Gran Uno. La humanidad es más que una hermandad. Es un Hombre, igual que la parra y sus ramas son una parra. Ninguna parte ni unidad puede estar separada del todo. La oración de Cristo es: "Que todos lleguen a ser Uno".
»"El que lo ha obrado hasta con el último de mis hermanos, también lo ha obrado en mí". Ahora conocéis al Cristo cuyo nombre recibe toda la familia celestial y terrenal.
»La Verdad es: "Todo es Uno"; un Espíritu, un Cuerpo, el Gran Señor Cuerpo de toda la humanidad. El Gran Amor, Luz, Vida de Dios fusionan por completo ese cuerpo en el Uno Completo e Íntegro».
** Dios es el principio de todo lo que existe en la actualidad. El principio sobre el que se basa cualquier cosa es el Espíritu; y el Espíritu es Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente. Dios es la Mente única, la causa directa y directora de todo el bien que vemos a nuestro alrededor. Dios es la fuente de todo el Amor verdadero que une o aglutina a todas las formas. Dios es el principio impersonal. Dios nunca es personal, excepto cuando puede ser un Padre-Madre personal, amantísimo y generoso. Dios nunca se convierte en un ser importante que viva en algún lugar en los cielos, donde cuenta con un trono en el que se sienta y juzga a la gente cuando muere, pues Dios es la propia Vida y esa vida nunca muere.
** Dios no es un juez, ni un rey, que pueda invadirte con Su presencia o llevarte a una corte de justicia. Dios es un amante y desprendido Padre-Madre, que abre sus brazos y te abraza cuando te acercas a él. No importa quién seas o quién hayas sido. Eres siempre Su hijo cuando le buscas con un corazón y propósito sincero. Si eres el Hijo Pródigo que ha apartado su rostro de la casa del Padre y estás cansado de la superficialidad de la vida con la que alimentas a los cerdos, puedes volver a mirar hacia la casa del Padre y estar seguro de que recibirás una cariñosa bienvenida. Siempre hay un festín esperándote. La mesa está siempre preparada y cuando regreses no recibirás ni un reproche por parte de ningún hermano que haya regresado antes que tú.
»El amor de Dios es una fuente de agua pura que mana de una montaña. En su origen es pura, pero, al ir discurriendo, se va enturbiando y ensuciando hasta que penetra tan impura en el océano que ya no se parece, ni remotamente, a la que emergía de la fuente. Al entrar en el océano, el barro y los sedimentos comienzan a depositarse en el fondo y el agua surge en la superficie corno una parte del alegre y libre océano, que puede volver a tomarse para alimentar de nuevo la fuente.
»Podéis ver a Dios y hablar con Él en cualquier momento, igual que podéis hacerlo con un padre, una madre, un hermano o un amigo. En realidad. Él está mucho más cerca que cualquier mortal. Dios es mucho más querido y auténtico que cualquier amigo. Dios nunca se agita, ni se enfada, ni se descorazona. Dios nunca destruye, ni hace daño u obstaculiza a ninguno de Sus hijos, criaturas o creaciones. Si lo hiciese, no sería Dios. El dios que juzga, destruye o niega cualquier cosa buena a sus hijos, criaturas o creaciones no es más que un dios conjurado por el pensamiento ignorante del ser humano; no debéis temer a ese dios a menos que deseéis hacerlo, pues el verdadero Dios extiende Su mano y dice: "Todo lo que tengo es tuyo". Cuando uno de vuestros poetas dijo que Dios está más cerca que la respiración y que las manos o los pies, estaba inspirado por Él. Todo está inspirado por Dios cuando esa inspiración es para bien, y todo puede ser inspirado por Dios, en todo momento, con sólo desearlo.
"Cuando dije: "Soy Cristo, el unigénito de Dios", no lo afirmé sólo para mí mismo, pues de haber sido así no me hubiera convertido en Cristo. Digo que, a fin de manifestar a Cristo, yo, al igual que todos los demás, debemos declararlo, afirmarlo; a continuación hay que vivir la vida y Cristo aparecerá. Podéis declarar ser Cristo todas las veces que queráis, pero si no vivís la vida, Cristo nunca aparecerá. Queridos amigos, sólo tenéis que pensar que si todos declarásemos al Cristo y viviésemos la vida durante uno o cinco años, tendría lugar una iluminación inimaginable...
**»Somos muchos los que nos hemos unido para ayudar a todo el mundo y ésa es la labor de nuestra vida. En ocasiones ha sido necesario combinar nuestras energías para alejar los malos pensamientos de duda, incredulidad y superstición que casi anegaron a la humanidad. Podéis llamarlas fuerzas del mal si así lo deseáis. Sabemos que son malignas, pero sólo porque el ser humano las convierte en tales. Pero ahora vemos que la luz se torna cada vez más luminosa, pues los seres queridos se deshacen de los lazos que los unen a esas fuerzas. Deshacer esos lazos puede hundir a la humanidad en el materialismo durante un tiempo; pero, no obstante, se trata de un paso que nos acerca al objetivo, pues el materialismo no se apodera de uno como la superstición, el mito y el misterio. Cuando aquel día caminé sobre el agua, ¿pensáis que hundí la mirada en las grandes profundidades, en la sustancia material? No, lo que hice fue fijar la mirada en el Poder de Dios que trasciende cualquier poder de las profundidades. En el momento en que lo hice, el agua se tornó tan firme como una roca y pude caminar sobre ella con perfecta seguridad».
Jesús dejó de hablar durante un instante y uno de nuestro grupo preguntó: « ¿Hablar con nosotros no te aparta de tu labor?».
Jesús respondió y dijo: «No puedes estorbar a ninguno de los amigos que se hallan presentes aquí y creo que yo soy uno de ellos».
Alguien habló y dijo: «Eres nuestro Hermano». El rostro de Jesús se iluminó con una sonrisa y contestó: «Gracias, siempre os he llamado Hermanos».
Uno de nuestro grupo le preguntó a Jesús: « ¿Todos podemos manifestar a Cristo?». Y él respondió: «Sí, la realización sólo tiene un sentido. El ser humano proviene de Dios y a Dios debe regresar. Lo que descendió de los cielos, a los cielos debe regresar. La historia de Cristo no empezó con mi nacimiento, ni finalizó con la crucifixión. Cristo existía cuando Dios creó al primer ser humano a Su propia imagen y semejanza. Cristo y ese ser humano son uno; todos los seres humanos y ese ser humano son uno. Como Dios fue su Padre, también es padre de todos los seres humanos, que son hijos de Dios. Igual que el hijo retiene las cualidades de los padres. Cristo está en todo hijo. Durante muchos años, el hijo vivió y alcanzó su "cristianidad", su unicidad con Dios, a través del Cristo que había en él. Después, empezó la historia de Cristo; podéis rastrear la historia y ver que se remonta a los principios del ser humano. Decir que Cristo es más que Jesús el hombre no es incurrir en contradicción alguna. De no haberme dado cuenta de ello, no habría podido manifestar a Cristo.
** No importa cuán postrada se halle el alma cegada, siempre podrá sentir que el alma de Cristo está junto a ella, recorriendo con pies humanos el mismo terreno. Entonces sabréis que la verdadera Unidad de Padre e Hijo es interior y no externa. Sabréis que debéis manteneros serenos cuando el Dios externo se aparta y sólo permanece el Dios interior.
**«Debéis saber que sois auténticamente divinos, y debéis ver a todos los hombres igual que vosotros. Sabréis que existen lugares oscuros que debéis atravesar con la luz que sois para poder elevarla a lo más alto, y vuestra alma resonará en alabanzas por ser de utilidad para todos los seres. Luego, con un grito de alegría y libertad, ascenderéis a lo más elevado en vuestra unión con Dios.
»Ahora sabéis que no podéis sustituir vuestras vidas por otras o vuestra pureza por los pecados ajenos, sino que todos son espíritus alegres y libres en sí mismos y en Dios. Sabéis que podéis acercaros a ellos, aunque ellos no puedan hacerlo; que no podéis evitar ofrecer vuestra vida a cambio de la vida de cada alma, que no perecerá. No obstante, debéis mostraros reverentes con esa alma y no verter en ella un aluvión de vida a menos que la vida de esa alma se abra para recibirlo. Pero podéis verter libremente en ella un aluvión de amor, vida y luz, de manera que cuando abra las ventanas la luz de Dios pueda penetrar e iluminarla. Sabréis que con cada Cristo que aparece, la humanidad asciende un escalón más. También debéis saber muy bien que contáis con todo lo que tiene el Padre; y teniéndolo todo, todos pueden utilizarlo. Debéis saber que al elevaros y ser sinceros, estáis elevando a todo el mundo con vosotros, pues al recorrer vosotros el sendero, éste se torna más fácil para vuestros semejantes. Habéis de tener fe en vosotros mismos, sabiendo que esa fe es Dios en el interior. Finalmente, debéis saber que sois un templo de Dios, un hogar que no ha sido construido con las manos y que es inmortal tanto en la tierra como en los cielos.
»Cantarán acerca de vosotros: 'Alabado sea, alabado sea, aquí llega, aquí llega el rey; y Él siempre está con vosotros. Vosotros sois Dios y Él está en vosotros"».
**«Si todos pudieran ver que la tragedia de la vida de Jesús finalizó con la crucifixión, que la alegría de la vida de Cristo empezó con la resurrección y que el objeto de toda vida debe ser la resurrección en lugar de la crucifixión, todos podrían seguirle hacia una vida más abundante de Cristo en ellos.
**»Algunos pueden expresar a Cristo viéndolo entronizado por detrás del corazón, en la sede del amor. Desde este trono se ve al Cristo dirigiendo toda actividad del cuerpo en perfecta armonía con la ley inmutable de Dios y uno sabe que se está cooperando con Cristo en los ideales recibidos directamente de la Mente Divina. A continuación se observa al Cristo sentado en Su trono, expandiéndose e incluyendo en El a todos los átomos, células, fibras, músculos y órganos del cuerpo. De hecho. El se expande hasta que todo el cuerpo es el puro Cristo, el único Hijo engendrado de Dios, el templo puro donde Dios está en casa y donde ama morar. Desde este trono puedes invocar a todos los centros de tu cuerpo. Puedes decir a esos centros que eres positivo, amante, poderoso, sabio, valiente, un espíritu libre. Eres puro con la pureza del Espíritu. Ningún pensamiento mortal de deseo o impureza puede acercarse a ti. Estás sumergido en el Cristo puro. El Espíritu de la vida en Cristo te convierte en el templo puro de Dios. Aquí puedes detenerte y decir: "Padre, tanto en esto como en todas las cosas, revélame a Cristo, Tu Hijo perfecto". Luego bendice a Cristo.
**Después continuó: «Si deseáis ayudar a los demás, ved a Cristo entronizado en ellos, igual que está en vosotros, y habladle directamente al Cristo que hay en ellos.
** Despejamos la mesa y nos preparamos para comer. Nos sentamos y, tras unos instantes de silencio, Jesús habló: «Todopoderoso y Omnipresente Principio Paterno, que resplandeces siempre triunfante en nuestro interior para todo el mundo, que eres la luz, el amor y la belleza que experimentamos hoy y que siempre experimentaremos si así lo queremos. Nos inclinamos ante este altar en el que arde el fuego eterno del amor perfecto, la armonía, la verdadera sabiduría, la devoción infinita y la pura humildad. Esta luz sagrada brilla firmemente, intacta, desde el interior de las almas de los ahora reunidos en el altar de la verdadera paternidad, filiación y devota hermandad. La divina luz brilla desde aquéllos cercanos v queridos, hasta alcanzar los lugares más remotos del mundo, para que todos puedan ver su gran luminosidad y experimentar su amor inalterable e inextinguible. Los rayos de esta luz omnipresente, de esta belleza y pureza, refulgen a través de las almas y corazones receptivos de quienes se han reunido en tu altar. Ahora somos conscientes de estos absorbentes y omnímodos rayos de amor, que emitimos para transmutar, unir y armonizar a toda la humanidad.
»Es al auténtico y puro Cristo de Dios, manifestándose en cada uno y en todos, al que saludamos y a quien miramos frente a frente, igual y uno con Dios.
»Volvemos a saludar a Dios, nuestro Padre, en nuestro interior y delante de nosotros».
"¿Quién es Dios? ¿Dónde se halla ese Dios en el que está centrada toda vuestra acción de pensamiento?
»Dios no es un ser enorme que esté fuera de vosotros, al que tengáis que incluir en vuestro interior para luego enseñárselo al mundo. Dios es esa energía que genera y aviva vuestro propio pensamiento. Es verdad, esa energía está en vuestro interior y también a vuestro alrededor, pero permanece inactiva hasta que pensáis en ella y sabéis que existe. Entonces la veis fluir desde vuestro interior de manera ilimitada. La presentáis al mundo y el mundo se beneficia de ello. Vosotros mismos debéis presentar esa realización manifestando la fuerza motriz de Todo Bien, a Dios vuestro Padre, el poder de realización, con cada uno de vuestros pensamientos y actos. Entonces seréis Dios colmando o alcanzando la realización. Eso es Dios, el verdadero y único Dios, que se manifiesta desde vuestro interior.
»Entonces sois Dios Padre, el que cultiva el terreno, el amplificador y el proyector, el realizador definitivo y positivo. Entonces es cuando hay legiones que se aprestan a cumplir vuestros deseos.
»En el momento en que dices —sinceramente, con reverencia y profundo sentido— que Dios está en su Templo Sagrado, sabiendo que dicho templo es tu cuerpo puro, tal y como lo presentas, ese tú, el verdadero Cristo, es uno con Dios precisamente en el interior de ese templo, y tu cuerpo exaltado es una morada santa, una morada íntegra y total. Entonces, te conviertes en un energetizador, un recipiente íntegro y fluido para que este principio verdadero y divino fluya a través de ti. Y cada vez derramarás más del Dios que tú eres y al que amas.
»Veneras, alabas y derramas tu amor en constante expansión para que toda la humanidad pueda ver al Cristo, al Dios-hombre, manifestándose triunfante.
»Ahora decís con la mayor de las alegrías: "Que quien así lo quiera, se acerque y beba del agua de la pura vida". Quienes lo hagan nunca volverán a sentir sed. Esta energía que utilizáis y manifestáis es Dios. El Hijo realiza fácilmente lo que el Padre realiza. Eso también es ser humilde frente a ese gran poder, ante el que hay que reverenciarse. Esa es la verdadera humildad manifestándose en un rostro humilde, siendo uno con la propia fuerza y energía impulsora.
»A través de la constante alabanza, bendición, agradecimiento y contemplación de esa energía, aumentamos su intensidad y, en consecuencia, se toma más potente y accesible.
»Por ello, digo, orad sin cesar. Vuestra vida cotidiana es verdadera oración.
«sabiendo, en primer lugar, que esa energía existe, y luego utilizándola con absoluta confianza, no tardaréis en ser totalmente conscientes de ella. Sabréis que es exhaustiva en vosotros y a través de vosotros. Si la dejáis fluir, acudirá a vosotros en cualquier circunstancia. Fluirá hacia vosotros en la misma medida que la permitáis fluir desde vosotros. Manifestaos como Dios y emitidla. Eso es Dios Padre en vosotros; vosotros y vuestro Padre siendo uno. No siervos, sino hijos, Hijos de la Causa Primigenia. Todo lo que tiene el YO soy es vuestro, pues vosotros sois el YO soy.
»No soy yo el que hace el trabajo, es el YO SOY en el Padre, y el Padre en mí manifiesta los mayores logros. Al saber que obráis siendo uno con el Padre, no encontraréis limitaciones ni confínes; sabréis que lograr todas las cosas no es más que vuestro derecho divino.
»Sígueme sólo como yo sigo a Cristo, al Hijo verdadero, al unigénito del Padre; y, al manifestar y mostrar a Dios, manifiesto a Dios desde el interior. Entonces se dirá que todos son Dios.
»E1 sermón más importante jamás ofrecido es "contempla a dios". Significa ver a Dios en toda su gloria saliendo de vuestro interior, así como del de los demás. Cuando se contempla a Dios, y nada más excepto Dios, se ama y venera únicamente a Dios; se contempla verdaderamente a Dios. Entonces uno es el Señor, el Legislador, el dispensador de la Ley.
»Cuando se reza, se entra en uno mismo, en la cámara secreta de la propia alma. Allí se reza al Padre interior: y el Padre, cuando lo escucha, te recompensa abiertamente. Reza y da gracias por poder ofrecer más de Dios a todo el mundo.
Todo estaba sosegado y en calma; sólo existía esa hermosa sensación de completa relajación que hay que experimentar para poder comprender. Era como si nos hallásemos en una enorme corriente de luz que se moviera lentamente. De repente, nos hicimos conscientes de que escuchábamos la voz de Jesús, pero no a través de nuestros oídos. Mi única explicación del fenómeno es que se trataba de una influencia vibratoria rítmica y fluida que nos llegaba a través del pensamiento en lugar de la voz. El efecto era mucho más intenso que la palabra hablada; el ritmo y la cadencia eran imposibles de describir. Los pensamientos parecían fluir y alojarse en nosotros; fue una experiencia totalmente nueva.
Según nos iban llegando esos pensamientos o ideas, los traducíamos en caracteres taquigráficos. Luego los transcribimos en palabras y frases, que más tarde presentamos a estos seres para su aprobación. Estos pensamientos eran los siguientes: «Cuando dijo: "Contemplad al Cristo de Dios presente", yo veía al Dios-hombre manifestado. Considero este cuerpo como el verdadero templo de Dios, el instrumento o canal perfecto a través del que fluye y discurre libremente el Gran Principio Creativo; luego esta creación permanece pura, sin adulterar, en imagen, forma y semejanza. SOY DIOS. Mediante esta actitud soy dueño de toda situación; el Cristo de Dios triunfante.
»Ese es el ideal que venero y que manifiesto. De ninguna manera puedo manifestar a Dios si el YO SOY no presenta a Dios en toda la humanidad. De esa forma, el ser humano es dueño de toda situación; Cristo triunfa y conquista. Dios y el ser humano caminan juntos, siendo uno. No hay más que un Principio, un Ser humano».
Uno del grupo pensó y preguntó: « ¿Cómo podemos manifestar esa luz y utilizarla en la práctica?».
La respuesta fue: «Deja que tu cuerpo se convierta en un generador a través del cual fluya este Gran Principio Creador. Considera este Principio como la emanación de todo poder. Has de saber que se trata del principio de toda energía; luego, como un generador eléctrico, tu cuerpo almacenará y aumentará esa energía hasta que puedas emitirla como una corriente de pura luz blanca irresistible. Entonces, ninguna amenaza dirigida hacia ti te podrá hacer daño.
»También puedes enviar unos impulsos de energía eléctrica tan intensos que pueden destruir el cuerpo de quien intente perjudicarte. Cualquier intento de resistir esta energía no hace más que aumentar su volumen y por tanto su velocidad. Quien intenta resistirla u obstaculizarla mediante la fuerza de voluntad no conseguirá más que hacerse daño. Si no oponen ninguna resistencia a la luz, ésta derramará su bálsamo curativo sobre ellos igual que sobre ti.
»El puro resplandor y poder de Dios se mezcla con esta energía siempre que no exista resistencia a su fluir. Vibra con la más elevada vibración. En consecuencia, todo vibra en perfecta armonía y ningún daño puede ocasionar a aquellos que vibran al unísono con Dios. No puede herirlos, a menos que se resistan a la vibración de Dios. La vibración es vida. ¿No te das cuenta de que siempre eres uno con Dios? ¿Existe alguna posibilidad de separación si se mantiene esa actitud? La única separación es la resistencia que causa la falta de armonía.
»No hay nada que pueda acercarse a ti cuando te alzas en el monte sagrado, siendo Uno con Dios. No se trata de un privilegio especial reservado a unos pocos, sino que es para todos; YO SOY, la gran causa u origen absoluto en el que cada criatura es una con Dios. Por ello todos viven bajo la ley, la vibración mental más elevada. Ninguna vibración inarmónica puede penetrar en esa esfera, en ese trono, que es hogar de todos. Ese es tu Reino Divino.
»También puedes utilizar ese poder para devolver pensamientos o deseos falsos y perjudiciales dirigidos contra ti. Puedes, si así lo deseas, emplear este blanco rayo de luz de Dios y dotarlo con su fuerza para ampliar y transformar la energía que el emisor ha dado a lo que te envió. Luego, desde tu reflector, puedes devolvérsela a su remitente con la velocidad de la luz. Si lo devuelves de esta manera, será un rayo de pura luz blanca, en lugar de las meras vibraciones inferiores que te han enviado.
«Cuando esta energía llega al emisor, sus impulsos son tan potentes que pueden destruir el cuerpo de quien puso en marcha la vibración inferior. No importa si conoces o no al emisor, o el lugar desde el que llegó, pues la vibración regresará a su origen de manera infalible. Ha llegado el día del juicio: "Recibirás en la misma medida (medida de Dios) que has dado".
»Puedes transformar el poder de Dios y enviarlo con tal fuerza que resulte irresistible. Ésos son los rayos de luz que ves emanando de mi cuerpo. Esos rayos también emanan de tu cuerpo, aunque todavía no son tan potentes; pero según vayas utilizando esa energía, con Ley y Principio, añadirás potencia a la luz, y podrás dirigirla conscientemente a fin de lograr cualquier buen deseo.
«Cuando un artista me retrató en Getsemaní, los rayos de luz salieron de mi cuerpo en lugar de provenir del cielo. La luz es el poder de Dios generado en el interior de mi cuerpo y después emitido por el reflector. Esos rayos parten de todos los cuerpos cuando las personas se manifiestan como Dios en su herencia divina: el Cristo de Dios SIENDO UNO.
**«Son muchos los que afirman ser hijos de Dios y que poseen todo lo que posee el Padre. Hacen todo lo que hace el Padre, pero esa afirmación no será un hecho hasta que tengan el valor de dar el paso siguiente y verse a sí mismos como Dios, uno con todo lo que Dios es. Cuando el que mora en el limitado pensamiento mortal ve al Cristo manifiesto, esa individualidad más sutil irradia luz. La individualidad que proyecta a Cristo ve con una visión más sutil, más clara y más amplia. Observa el cuerpo más elevado vibrando a un ritmo superior al de su cuerpo limitado, que también observa.
»Cree que se trata de dos cuerpos. También cree que ese cuerpo es el Cristo de otro. Piensa que son dos porque no cree que pueda ser Cristo. Si se declara Cristo y lo acepta como un hecho, en ese instante, ambos cuerpos se funden y ese ser manifiesta a Cristo. Entonces Cristo se manifiesta triunfante. A continuación debe dar un paso más y declarar que el Cristo de Dios se manifiesta y, en ese mismo momento, pasa a ser el Cristo de Dios. Ahora el Hijo de Dios es uno con Dios Padre y se dirige directamente al Padre. Pero todavía hay que dar un paso más. Se trata del más grande y requiere de la mayor determinación, ya que debe eliminarse todo temor y toda limitación del pensamiento mortal; debe dar un paso adelante, dirigirse directamente a Dios, la Fuente, o el Padre, y declarar de manera definitiva, sabiendo positivamente, sin ningún miedo, superstición o creencia artificial, que él es Dios; que se ha fundido o amalgamado por completo con Él; que es ese Amor, esa Sabiduría y ese Entendimiento; que es sustancia; que es todos y cada uno de los atributos de Dios-Padre, de la Fuente, del Principio. Y debe aceptarlo con toda humildad. Alguien así manifiesta a Dios. A través de alguien así, fluyen todos los atributos de Dios hacia el mundo entero. Para alguien así nada es imposible. Dios sólo puede expresarse a través de alguien así. Cuando te amalgamas con Dios, no hay nada imposible. No sólo posees todo lo que posee el Padre, sino que eres todo lo que es el Padre. Eres la trinidad. Eres Cristo hombre. Cristo Dios, DIOS, los tres en UNO. El Espíritu Santo mora en ti. El Todo-Yo-Espíritu en acción creativa mora en ti. Cuando así lo aceptas, tú, y todos los demás, cantaréis alabando el poder del nombre de Cristo, no el nombre de la persona de Jesús, sino el Cristo. Que se postren los ángeles; que saquen la diadema real y coronen a Cristo como Señor de todo. No sólo estás coronando al Jesús personal, sino que coronas a Cristo; y Cristo merece la más magnificente de todas las diademas regias. No existen diademas demasiado importantes o divinas para coronar al Cristo triunfante. Quien lo quiera lo conseguirá. Sal y conviértete en el Cristo triunfante. Quien quiera venir que venga.
“Cuando dices "Dios", te ves a ti mismo como Dios. Mira a Dios manifestarse mientras tú te manifiestas. Dios no puede ser un beato, ni un fanfarrón o un egoísta. Tampoco Cristo, el Dios-hombre, la imagen y semejanza de Dios, puede ser nada de eso. Puedes ser justamente Dios y Dios-hombre. "Soy en el Padre y el Padre es en mí" son palabras auténticas. YO SOY y mi Padre somos UNO en toda mansedumbre y Todopoderosa Grandeza. Dios y toda la humanidad unidos son Todopoderosos; es la Omnipotencia de Dios.
»Lo que nació en vuestro pensamiento siendo supuestamente inicuo se eleva glorificado porque dicho pensamiento inicuo es borrado. Lo que creó la imagen de lo terrenal debe adoptar la imagen divina cuando eleva esa imagen ideal.
»Os digo que ahora, en este momento, está presente para vosotros la gran oportunidad de dar un paso adelante, fuera de la confusión externa, para entrar en la gran paz y bendición de Dios y revestiros con su luz. Con toda humildad, colocad la corona de Cristo sobre vuestra cabeza. A menos que lo hagáis vosotros mismos, no habrá nadie que pueda hacerlo por vosotros.
"Dad un paso adelante y formad parte del gran trono blanco, de la fuente. Haceos uno con quienes han realizado esa gran transformación de manera parecida; no seáis únicamente uno con Dios, sino sed Dios, realmente dios. De ese modo podréis presentar los atributos divinos a todo el mundo. ¿Cómo podría expresarse la energía de Dios sino a través del ser humano? En toda la tierra no hay otro organismo que pueda vibrar al mismo ritmo o frecuencia; y por ello, está tan elevadamente organizado que puede percibir, generar y transformar esa energía suprema que permite al ser humano expresar a Dios al mundo entero. ¿Cómo podría lograrse eso sino a través del cuerpo tan elevadamente estructurado y perfeccionado que se alcanza cuando se tiene el control completo del mismo?
»El control significa Dominio, Mesianismo y Discipulado total y completo. Sólo se logra el control y la armonía perfecta en el cuerpo cuando se manifiesta perfecto control y dominio en todos los atributos de la Santísima Trinidad.
»El YO SOY hombre, el Cristo, el Cristo de Dios; y combinando esos tres con lo más elevado, con Dios... se es DIOS.
»Eso sois vosotros, los hombres de hoy en día (toda la humanidad), extendiendo vuestra visión y percibiendo la verdad acerca de vosotros mismos, sabiendo que existe una vida más elevada y mejor que todo el ciclo de las experiencias mundanas. Lo percibiréis al seguir el camino adecuado, en armonía y perfecto acuerdo con los ideales más elevados que podáis expresar y concebir, mirando hacia adelante y recorriéndolo con amor, reverencia y veneración.
»El primer paso consiste en que el ser humano se convierte en Cristo hombre, el único hijo creado por Dios. En el siguiente paso, uno se convierte en el Cristo de Dios al ver al Cristo-hombre, al Cristo de Dios. Has congregado el Cristo-hombre con el Cristo de Dios; a continuación, a fin de ir directamente al origen, hay que hacerlos Uno, con Dios el Padre. Ahora se han unido el yo soy hombre con el Cristo-hombre; luego has transformado este Cristo-hombre en el Cristo de Dios, o el Señor Dios. A continuación, mediante el siguiente paso, has transformado al Cristo de Dios en el sempiterno Dios. Lo que parecían dos se han convertido en UN Dios. Dios, el Padre de todos. No habrá nada que te resulte imposible si no te desvías del camino de rectitud. Debes estar totalmente libre de todo miedo y ser sincero, independientemente de lo que pueda pensar todo el mundo. Al manifestar y reconocer tu dominio y armonía, eres uno con el Padre, el Supremo Principio de todas las cosas, omnipresente y emanador.
»Con esta explicación, ¿no os parece que vuestra actual Biblia, cuando es comprendida y utilizada correctamente, es una gran descripción alegórica del desarrollo y la realización espiritual del ser humano?
»Cuando en las ilustraciones veis el rayo de luz que proviene del cielo y penetra en mí, debéis saber que, en realidad, es proyectado por mi cuerpo hacia el exterior. Es cierto que se trata de una luz celestial, ya que el cielo está a nuestro alrededor y es vibración lumínica. El punto central o inicial del cielo está justo en mi cuerpo. Por ello, esa luz celestial debe provenir de mí. El YO SOY de mí debe permitir la entrada de esa esencia de luz; luego yo debo generar y transformar esa energía lumínica para poderla emitir con cualquier densidad que Dios, el YO SOY, desee. Cuando se consigue, nada puede resistir al poder de esta luz pura. Esos son los rayos de luz que veis emanando de mi cuerpo cuando el artista me representó en Getsemaní. Los rayos de luz salían de mi cuerpo en lugar de entrar desde el cielo.
»Así es como podéis transformar el poder de Dios y emitirlo con una fuerza irresistible. Se trata de permitir que el poder de Dios, reconocible en todos, se manifieste, genere y transforme en el interior del cuerpo, para emitirlo después a través del reflector.
»Todo ello resulta fácil para quienes se manifiestan como Dios, su herencia divina, el Cristo de Dios, todo Uno. Ese es el lema divino y definitivo de toda la humanidad.
"Cuanto más se acerque la humanidad a ese gran rayo sanador, antes desaparecerán la discordia y la falta de armonía.
»Si vivís libremente en esa vibración lumínica, que es la luz de todo el mundo y que todo atrae, os acercaréis a la auténtica morada del ser humano. Así descubriréis que el YO SOY es la luz del mundo. Contemplad a Dios, la mesa está puesta. Elevad el cuerpo de Dios, este yo SOY. Elevad este cuerpo hacia Dios y tanto vosotros como todos seréis coronados Señor de Todo.
»Así es como colocáis la corona sobre vuestra propia cabeza. Nadie puede hacerlo en vuestro lugar».
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