sábado, 16 de abril de 2011

105. La Séptuple Paz - Jesús

LA SEPTUPLE PAZ


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LA LEY SANTA

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De:

“Palabras de Paz de los Esenios”

o

"El Evangelio Esenio de la Paz"

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1. La Séptuple Paz


Y viendo a la multitud, Jesús subió a una montaña y sus discípulos vinieron a Él y todos ansiaban sus palabras. Viéndolos reunidos, él abrió su boca y les enseñó diciendo:

Paz traigo a vosotros, mis hijos, la Séptuple Paz de la Madre Tierra y del Padre Celestial.
Paz traigo a vuestro cuerpo, guiado por el Ángel del Poder.
Paz traigo a vuestro corazón, guiado por el Ángel del Amor.
Paz traigo a vuestra mente, guiado por el Ángel de la Sabiduría.

A través de los ángeles del Poder, Amor y Sabiduría, vosotros conoceréis los Siete Caminos del Edén Infinito y vuestro cuerpo, vuestro corazón y vuestra mente serán una unidad en el Vuelo Sagrado al Mar Celestial de Paz.

Sí, en verdad os digo, los caminos son siete a través del Edén Infinito y cada uno debe ser cruzado por el cuerpo, el corazón y la mente como Uno. No sea que vaciléis y caigáis en el abismo de la nada; pues como el ave no puede volar con un ala, así vuestra ave de sabiduría necesita dos alas de Poder y Amor para sobrevolar los abismos hacia el Árbol Santo de Vida. Pues el cuerpo solo, es como una casa abandonada vista de lejos, que parecía hermosa pero es ruina y desolación vista de cerca.

El cuerpo es como un coche hecho de oro y cuyo constructor lo coloca en un pedestal, renuente a dañarlo con el uso; pero, como un ídolo de oro, es feo y sin gracia, ya que únicamente en movimiento cumplirá su propósito.

Como la oscuridad profunda de una ventana, cuando el viento apaga su vela, es el cuerpo solo, sin corazón y sin mente para llenarlo de luz.

Y el corazón solo, es un sol sin tierra para iluminar; es una luz en el vacío, una bola de color, ahogada en un mar de oscuridad. Ya que cuando un hombre ama, ese amor se transforma en su propia destrucción si no hay mano firme para hacer buenas obras y no hay mente para tejer con las llamas del deseo un tapiz de salmos.

Como un torbellino en el desierto es el corazón solo, sin cuerpo y sin mente para guiarlo cantando a través de los cipreses y pinos.

Y la mente sola, es un manuscrito santo que se ha deteriorado y debe ser enterrado, la verdad y la belleza de sus palabras no han cambiado, pero los ojos no pueden leer ya las inteligibles letras y se desmorona a pedazos en las manos.

Así es la mente sin el corazón para darle palabras y sin el cuerpo para hacer sus obras. Pues ¿de qué sirve la sabiduría sin un corazón para sentir y una lengua para darle voz? Estéril como el vientre de una anciana es la mente sola, sin corazón y sin cuerpo para llenarla de vida.

Pues, en verdad os digo, el cuerpo, el corazón y la mente son como un coche, un caballo y un cochero.

El coche es el cuerpo, creado con fortaleza para hacer la voluntad del Padre Celestial y la Madre Terrenal.

El corazón es el corcel brioso, glorioso y valiente que lleva el coche bravíamente, ya sea por un camino suave, o ya sea que haya piedras y palos atravesados en su camino.

Y el cochero es la mente, sosteniendo las riendas de la sabiduría, viendo desde arriba lo que hay en el horizonte lejano, diseñando el curso de las patas y las ruedas.

Prestad oído, oh vosotros cielos y hablaré; y escucha oh tierra, las palabras de mi boca. Mi doctrina descenderá como lluvia, mi palabra destilará como el rocío, como la suave lluvia sobre la hierba tierna y como el chaparrón sobre el pasto.

Bienaventurado es el Hijo de la Luz, que es fuerte en cuerpo, pues será Uno con la Tierra. Celebrareis diariamente un banquete, con todos los dones del Ángel de la Tierra: el trigo y el cereal dorados, las uvas púrpura de otoño, los frutos maduros de los árboles, la miel de las abejas.

Buscareis el aire fresco del bosque y los campos y en ellos encontrareis el Ángel del Aire. Quitaos vuestras sandalias y vuestras vestiduras, sentid el Ángel del Aire que envuelve todo vuestro cuerpo. Respirad luego, larga y profundamente, para que el Ángel del Aire pueda penetrar dentro de vosotros.

Entrad en el río fresco y fluido y sentid al Ángel del Agua que abraza todo vuestro cuerpo. Abandonaos totalmente en sus acogedores brazos y al ritmo que mueve el aire con la respiración, moved con vuestro cuerpo el agua también.

Buscad al Ángel del Sol y penetrad en ese abrazo que purifica con llamas santas.

Todas estas cosas son de la Sagrada Ley de la Madre Tierra, Ella quien te dio a luz.

El que ha encontrado Paz en el cuerpo ha construido un Templo Santo donde puede morar por siempre el Espíritu de Dios.

Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.

Bienaventurado es el Hijo de la Luz, que es de mente sabia, es un campo bien arado que produce a plenitud y en abundancia. Pues si muestras un puñado de semillas a un hombre sabio, él verá con los ojos de su mente un trigal dorado, y si le muestras un puñado de semillas a un necio, él verá únicamente lo que tiene en frente y las llamará guijarros sin valor.

Y como el campo del hombre sabio que da grano en abundancia y el campo del necio da una cosecha solo de piedras, así es con nuestros pensamientos. Como el trigo dorado permanece oculto dentro del diminuto grano, así está el Reino del Cielo, oculto a nuestros pensamientos; si ellos estuvieran plenos del Poder, el Amor y la Sabiduría de los ángeles del Padre Celestial, nos llevarían al Mar Celestial, pero si ellos están manchados de corrupción, odio e ignorancia, encadenarán nuestros pies a columnas de dolor y sufrimiento.

Ningún hombre puede servir a dos señores, ni pueden los pensamientos indignos permanecer en una mente llena con la Luz de la Ley. El que ha encontrado la Paz en la mente, ha aprendido a volar más allá del Reino de los ángeles. Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.

Bienaventurado es el Hijo de la Luz, que es puro de corazón, ya que verá a Dios. Pues así como el Padre Celestial te ha dado su Espíritu Santo, y tu Madre Tierra su cuerpo santo, así daréis Amor vosotros a todos tus hermanos; y tus verdaderos hermanos son todos aquellos que hacen la voluntad de su Padre Celestial y de su Madre Tierra.

Que tu Amor sea como el sol que brilla sobre todas las criaturas de la Tierra y no prefiere una hierba más que otra. Y este Amor fluirá como una fuente de hermano a hermano y cuando se consuma será restablecido, ya que el Amor es más fuerte que la muerte. Y si un hombre no tiene Amor, construye un muro entre él y todas las criaturas de la Tierra y con ello, él mora en soledad y dolor.

Oh, el hombre se puede convertir en un remolino violento que lleva a sus profundidades todo lo que flota demasiado cerca. Pues el corazón es un mar con olas poderosas y el Amor y la Sabiduría deben apaciguarlo, como el cálido sol penetra a través de las nubes y calma al mar inquieto.

El que ha encontrado la paz en sus hermanos, ha entrado al Reino del Amor y verá a Dios frente a frente. Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.

Bienaventurado es el Hijo de la Luz que construye en la Tierra el Reino del Cielo, pues él morará en ambos mundos. Seguirás la Ley de la Hermandad, que dice que nadie tendrá riqueza y nadie será pobre y todos trabajarán unidos en el Edén de la Hermandad.

Sin embargo, cada uno seguirá su propio camino y cada uno comulgará con su propio corazón, pues en el Edén Infinito hay muchas y diversas flores: ¿Quién dirá que una es mejor porque su color es púrpura, o que una es preferida porque su tallo es largo y delicado?

Aunque los hermanos sean de constitución diferente, aún así todos ellos trabajarán en la Viña de la Madre Terrenal y todos ellos elevarán sus voces unidas en oración al Padre Celestial. Y juntos partirán el Santo Pan y en silencio compartirán el alimento santo de acción de gracias.

No habrá paz entre los hombres hasta que no haya un Edén de la Hermandad sobre la faz de la Tierra. Pues, ¿cómo puede haber paz cuando cada uno de los hombres busca su propio provecho y vende su alma a la esclavitud? Tú, Hijo de la Luz, reúnete con tus hermanos y luego id y enseñad los senderos de la Ley a todos los que quisieran oír. El que ha encontrado la paz en la hermandad del hombre se ha hecho a sí mismo el compañero de la labor de Dios.

Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.

Bienaventurado es el Hijo de la Luz que estudia en el libro de la Ley, ya que será como una lámpara en la oscuridad de la noche y una isla de verdad en un mar de falsedad. Pues sabed, que la palabra escrita que viene de Dios es un reflejo del Mar Celestial, así como las estrellas brillantes reflejan la Paz del cielo...

**Más allá de las heladas cumbres de lucha, yace la Paz y la belleza del Edén Infinito de conocimiento, donde el significado de la Ley se da a conocer a los Hijos de la Luz.

Aquí en el centro de su bosque, está plantado el Árbol de la Vida, misterio de los misterios. El que ha encontrado Paz en las enseñanzas de los antiguos, a través de la Luz de la mente, a través de la Luz de la naturaleza y a través del estudio de la Palabra Santa, ha entrado en la Mansión suprema de los antiguos, donde mora la Hermandad Santa, de quien nadie puede hablar.

Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.

Bienaventurado el Hijo de la Luz que conoce a su Madre Terrenal, pues Ella es la dadora de Vida. Entiende que la Madre está en ti y tú estás en Ella; Ella te dio a luz y Ella te da la vida; Ella fue quien te dio el cuerpo y a Ella se lo devolverás de nuevo un día...

**El que encuentra la Paz en su Madre Tierra, nunca conocerá la muerte.

Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.

Bienaventurado es el Hijo de la Luz que busca a su Padre Celestial, ya que tendrá Vida Eterna. El que mora en el lugar secreto del Supremo, morará bajo el amparo del Todopoderoso. Pues Él enviará sus ángeles sobre él para protegerle en todos sus senderos. Sabed vosotros que el Señor ha sido vuestra morada en todas las generaciones.

Antes que las montañas surgieran, por siempre, Él ha formado la Tierra y el universo. Si por los siglos de los siglos ha existido Amor entre el Padre Celestial y sus hijos, ¿cómo este Amor se va a romper? Sí, desde el principio hasta el final de los tiempos la llama santa del Amor rodea las cabezas del Padre Celestial y los hijos de la Luz ¿cómo se extinguirá este Amor entonces?

Pues no es como una llama que se prende, ni aún como un fuego impetuoso en el bosque. Mirad, Él arde con la llama de la Luz Eterna y esa llama no se puede consumir. Vosotros que amáis a vuestro Padre Celestial, haced pues su voluntad.

Caminad con sus ángeles santos y hallad la Paz en su Ley Santa, pues su Ley es la Ley total, sí, es la Ley de Leyes. A través de su Ley ha hecho que la Tierra y los cielos sean uno, las montañas y el mar son sus apoyos. Con sus manos Él nos formó y nos creó y nos dio el entendimiento para que aprendiéramos su Ley.

La Luz lo cubre como un manto, extiende los cielos como una cortina, hace de las nubes su vehículo, camina en las alas del viento, envía la primavera a los valles y su aliento está en los árboles poderosos. En su mano están los lugares recónditos de la Tierra, la fortaleza de los montes también es suya, el mar es suyo y sus manos formaron la tierra firme. Todos los cielos narran la Gloria de Dios y el firmamento muestra su Ley. Y a sus discípulos Él les deja su Reino, a aquellos que caminan con sus ángeles y encuentran la Paz en su sagrada Ley.

¿Deseáis saber más, mis discípulos? ¿Cómo podremos expresar en nuestros labios aquello de lo que no se puede hablar? Es como cuando un mudo se come una granada, ¿cómo puede él hablarnos de su sabor? Si decimos que el Padre Celestial mora en nosotros y luego se avergüenzan los cielos, es mentira si decimos que Él mora en nosotros.

Es el ojo el que escudriña el horizonte lejano y el ojo que ve los corazones de los hombres, Él se comporta como un ojo.

Él no se manifiesta, no se oculta, Él no es revelado, ni es irrevelable. Mis discípulos, no hay palabras para decir lo que es. Lo único que sí sabemos es que somos sus hijos y que Él es nuestro Padre. Él es nuestro Dios y nosotros los descendientes de su tierra de pastoreo y las ovejas de su rebaño.

El que encuentra la Paz en su Padre Celestial ha entrado al Santuario de la Sagrada Ley y ha celebrado un pacto con Dios, que perdurará por siempre.

Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.

Aunque el cielo y la Tierra pasen, ni una letra de la Sagrada Ley cambiará o pasará; pues en el principio fue la Ley y la Ley estaba en Dios y la Ley era Dios.

La Séptuple Paz del Padre Celestial sea siempre con vosotros.



2. La Ley Santa

Tú, Oh Ley Santa, el Árbol de la Vida que está en medio del Mar Eterno, y a este árbol se le llama el árbol de la curación, el árbol de la curación portentosa, el árbol que todo lo cura y sobre el cual descansan las semillas de todo lo que invocamos.

¿Aún no lo sabes? ¿Aún no lo has oído? ¿No te lo dijeron desde el principio? Levanta tus ojos hacia las alturas y contempla la Ley Santa, que fue establecida mucho antes que el eterno, soberano y luminoso espacio, contempla la Ley Santa que creó los cimientos de la Tierra, la Ley Santa que es lo primero y lo último y que vive en los corazones de los Hijos de la Luz.

Porque la Ley es grande, como grande es el Padre Celestial sobre Sus Ángeles.

Él es el que nos da la Ley y Él es la Ley; en Su mano están los lugares profundos de la Tierra. La firmeza de las colinas, también es de Él. El mar es Suyo, porque Él lo hizo y Sus manos formaron la tierra seca.

Venid, adoremos e inclinémonos, arrodillémonos ante el Padre Celestial, porque Él es la Ley y nosotros somos los habitantes de Sus praderas y las ovejas de Su mano.

Los Hijos de la Luz invocan la Ley Santa con cantos de alegría, las enfermedades huyen de Su presencia, la muerte huye y también huyen la ignorancia y el orgullo, el desprecio, la fiebre calurosa, la calumnia, la discordia y la maldad, toda ira y violencia y las palabras llenas de mentira y falsedad, todo esto huye ante el poder de la Ley Santa.

Aquí está la Ley que destruirá toda enfermedad y destruirá toda clase de muerte y destruirá a los opresores de los hombres y al orgullo y al desprecio, como también a las fiebres calurosas, a las calamidades y a toda clase de discordia y al peor de todos los males y desterrará la ignorancia, expulsándola de la Tierra.

Bendecimos la invocación y la oración, la fortaleza y el vigor de la Ley Santa, invocamos al espíritu, a la conciencia y al espíritu de los Hijos de la Luz, quienes enseñan la Ley y luchan en el reino de las tinieblas para atraer la Luz de la Ley a los Hijos de los Hombres.

Bendecimos el triunfo de los buenos pensamientos, de las palabras bondadosas y de las buenas acciones, que fortalecen los fundamentos del Reino de la Luz.

Que los Hijos de los Hombres, quienes tienen buenos pensamientos, hablan palabras bondadosas y hacen buenas acciones, habiten en los cielos, como si estuvieran en su propia casa.

Y aquellos que tienen malos pensamientos, pronuncian palabras malignas y hacen malas acciones, habitan en el caos.

La pureza es para el hombre, junto con la vida, el más grande de todos los bienes; aquella pureza está en la Ley Santa que hace crecer la hierba sobre las montañas y limpia los corazones de los hombres.

Con los buenos pensamientos, las palabras bondadosas y las buenas acciones, será purificado el fuego, será purificada el agua, será purificada la tierra, serán purificadas las estrellas, la luna y el sol, y serán purificados el hombre y la mujer fervorosos y la Luz eterna e infinita aparecerá diáfana y pura y será purificado el Reino de la Madre Tierra y el Reino del Padre Celestial y serán purificadas todas las cosas que fueron hechas por la Ley, cuya Hija es la Creación llena de santidad.

Oh Hijos de los Hombres, por obtener los tesoros del mundo material, no vayáis a renunciar al mundo que la Ley os ofrece; porque aquel que con tal de obtener los tesoros del mundo material, destruye en sí mismo el mundo de la Ley, no tendrá ni fuerza vital, ni Ley, ni Luz celestial. Pero el que camina con los ángeles y sigue el camino de la Ley Santa, obtendrá todas las cosas buenas y entrará al Mar Eterno donde está el Árbol de la Vida.

Las enseñanzas de la Ley son perfectas, porque transportan el espíritu desde las tinieblas hasta la Luz; el testimonio de la Ley es firme, porque al hombre humilde lo convierte en sabio, los dictados de la Ley son rectos porque alegran el corazón.

Los mandamientos de la Ley son puros, porque iluminan los ojos, porque dan Luz a la vista. La verdad de la Ley es pura y dura por siempre.

Que los Hijos de la Luz triunfen en cualquier lugar de los cielos y la Tierra.

En nuestras oraciones aspiremos el hálito de la Ley Santa, oh Padre Celestial, cuán hermoso son Tus tabernáculos. Mi espíritu suspira y languidece, sí, por el Árbol de la Vida que está en medio del Mar eterno.

Mi corazón y mi carne claman por el Dios viviente, sí, el gorrión encontró un lugar y la golondrina un nido para ella, donde puede aquietar su cría. Los Hijos de la Luz, quienes trabajan en el Jardín de la Hermandad, habitan dentro de la Ley Santa. Benditos sean los que viven allí.

**Señor, Tú has sido nuestro lugar de habitación durante todas las generaciones; antes de que las montañas fuesen hechas, o aún antes de que Tú hubieses formado la Tierra y el universo, aún desde siempre y por siempre, Tú eres la Ley.

Tu nombre es Entendimiento, Tu nombre es Sabiduría, Tu nombre es El Bondadoso, Tu nombre es El Invencible, Tu nombre es El Que Hace Justicia Verdadera, Tu nombre es Aquel que da la Salud, Tu nombre es el Creador, Tú eres el Defensor, Tú eres el Creador y el Preservador, Tú eres el Espíritu que Discierne, Tú eres La Ley Santa.

Estos nombres fueron pronunciados antes de la creación de los cielos, antes que las aguas y las plantas fuesen creadas, antes del nacimiento de nuestro Patriarca Enoch.

Desde antes de que el tiempo existiese, el Padre Celestial plantó el Árbol de la Vida, que permanece por siempre y siempre en medio del Mar eterno.

En sus ramas más altas canta un ave y sólo aquellos que han viajado hasta allí y han escuchado el misterioso canto del ave, sólo esos verán al Padre Celestial, Le preguntarán cuál es Su nombre y Él responderá: SOY EL QUE SOY, Siendo siempre el Mismo, porque Soy Eterno.

La Ley es mi Luz y salvación, ¿a quién temeré? La Ley es la roca y la fortaleza de mi vida, ¿quién puede intimidarme?

Una cosa he deseado de la Ley y la estoy buscando: que pueda vivir en la casa de la Ley todos los días de mi vida, para contemplar la belleza del Padre Celestial.

Aquellos que habitan en el lugar secreto del Altísimo, vivirán bajo la sombra del Todopoderoso.

Le diremos a la Ley, Tú eres nuestro refugio y fortaleza; confiaremos en la Ley Santa. Y el Padre Celestial nos cubrirá con sus plumas y bajo sus alas estaremos seguros, su verdad será nuestro escudo y protección.

No temeremos los terrores nocturnos, ni la flecha lanzada durante el día, ni la peste que camina en las tinieblas, ni el calor que agobia al mediodía.

Porque durante el día caminaremos con los ángeles de la Madre Tierra y durante la noche comulgaremos con los ángeles del Padre Celestial y cuando el sol alcance su zenit al mediodía, estaremos en silencio ante la Séptuple Paz.

Y ningún mal nos sucederá, ni calamidad alguna se acercará a nuestras casas, porque Él ha ordenado a Sus ángeles que nos cuiden y nos protejan en todos nuestros caminos.

El Padre Celestial es nuestro refugio y fortaleza, por eso no temeremos, aunque la Tierra sea destruida y aunque las montañas sean llevadas al medio del mar, aunque las aguas del océano bramen y estén agitadas y aunque las montañas tiemblen por el fuerte oleaje.

Hay un río que fluye hacia el Mar eterno y cerca al río está el Árbol de la Vida. Allí es donde habita mi Padre y mi morada está en Él. El Padre Celestial y Yo Somos Uno.



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Escuela Yo Soy la Luz

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