LIBRO HEBREO DE HENOC
(Sepher Hekalot)
Tomado de la Web – Google
ÍNDICE
Yismael
asciende al cielo para contemplar la visión del carro divino («merkabah»).
Metatrón se hace cargo de él.
CAPÍTULO
1
Las
clases más altas de ángeles indagan acerca de Rabí Yismael. Metatrón les
responde
CAPÍTULO
2
Metatrón
tiene setenta nombres, pero Dios le llama «joven»
CAPÍTULO
3
Metatrón
es el propio Henoc que fue trasladado al cielo en la época del diluvio
CAPÍTULO
4
La
idolatría de la generación de Enós es la causa de que Dios retire su «Sekinah»
de la tierra. Azzah, Uzzah y Azzael ayudan a los idólatras
CAPÍTULO
5
Henoc
es elevado al cielo junto con la «Sekinah». Las protestas de los ángeles son
contestadas por Dios
CAPÍTULO
6
Henoc
es elevado sobre las alas de la «Sekinah» al lugar del trono, de la «merkabah»
y de las huestes angélicas
CAPÍTULO
7
Las
puertas de los tesoros del cielo se abren para Metatrón
CAPÍTULO
8
Henoc
recibe bendiciones del Altísimo es adornado con atributos angélicos
CAPÍTULO
9
Dios
coloca a Metatrón en un trono a la puerta del séptimo palacio y anuncia a
través del heraldo que Metatrón es en lo sucesivo el representante de Dios y
gobernador sobre todos los príncipes de los reinos y todos los seres
celestiales, salvo los ocho altos príncipes llamados por el nombre de Jehová,
su rey.
CAPÍTULO
10
Dios
revela todos los misterios y secretos a Metatrón
CAPÍTULO
11
Dios
viste a Metatrón con un vestido de gloria, pone una corona real en su cabeza y
le llama «Jehová menor»
CAPÍTULO
12
Dios
escribe con una pluma de fuego sobre la corona de Metatrón las letras cósmicas
por las que cielos y tierra fueron creados.
CAPÍTULO
13
Todos
los más altos príncipes, los ángeles de los fenómenos naturales y los ángeles
planetarios y siderales temen y tiemblan a la vista de Metatrón coronado.
CAPÍTULO
14
Metatrón
transformado en fuego.
CAPÍTULO
15
(Fragmento
adicional. Ascensión de Moisés)
CAPÍTULO
15 B
Elisa
ben Abuya (Aher) cae en la herejía al contemplar a Metatrón sobre su trono. El
ángel es castigado por ello.
CAPÍTULO
16
Los
príncipes de los siete cielos, del sol, la lima, planetas y estrellas y sus
séquitos angélicos.
CAPÍTULO
17
La
jerarquía angélica y el homenaje que reciben los ángeles de rango superior por
parte de los inferiores
CAPÍTULO
18
Rikbiel,
el príncipe de las ruedas de la «merkabah». Los que rodean la «merkabah». La
conmoción entre las huestes angélicas en el momento de recitar la «qedussah»
CAPÍTULO
19
Jayylíel,
el príncipe de las «hayyot».
CAPÍTULO
20
Las
«hayyot».
CAPÍTULO
21
Kerubiel
el príncipe de los querubines. Descripción de los querubines
CAPÍTULO
22
(Fragmento
adicional. Descripción del mundo del trono de la gloria)
CAPÍTULO
22 B
(Fragmento
adicional. Descripción del mundo del trono)
CAPÍTULO
22 C
Los
vientos que soplan «bajo las alas de los querubines»
CAPÍTULO
23
Los
diferentes canos («merkabot») de Dios
CAPÍTULO
24
Ofanniel,
el príncipe de los «ofanniui». Descripción de los «ofannim»
CAPÍTULO
25
Serafiel,
el príncipe de los serafines. Descripción de los serafines
CAPÍTULO
26
Radweriel,
el guardián del libro de los recuerdos
CAPÍTULO
27
Los
«irin» y «qaddisin»
CAPÍTULO
28
Descripción
de una clase de ángeles
CAPÍTULO
29
Los
setenta y dos príncipes de los reinos y el príncipe del mundo actuando ante el
tribunal supremo del cielo
CAPÍTULO
30
La
justicia, la misericordia y la verdad están junto al tono del juicio
CAPÍTULO
31
El
cumplimiento de la sentencia contra el malvado. La espada de Dios
CAPÍTULO
32
Los
ángeles de misericordia, de paz y destrucción junto al trono del juicio.
Los
escribas. Los ángeles que están junto al trono de la gloria y los ríos de fuego.
CAPÍTULO
33
Los
diferentes círculos concéntricos que hay alrededor de las «hayyot».
CAPÍTULO
34
Los
campamentos de los ángeles en el firmamento de Arabot. Los ángeles recitan la
«qedussah».
CAPÍTULO
35
El
baño de los ángeles en el río de fuego antes de recitar el «cántico».
CAPÍTULO
36
Los
cuatro campamentos de la «Sekinah» y sus alrededores 32
CAPÍTULO
37
El
temor que sobrecoge a los cíelos al sonido del «Santo» hasta que el príncipe
del mundo los calma
CAPÍTULO
38
Los
nombres inefables vuelan desde el trono y las diversas huestes angélicas se
postran ante ellos en el momento de la «qedussah»
CAPÍTULO
39
Los
ángeles senadores son recompensados con coronas cuando dicen «Santo»
correctamente, y castigados con fuego devorador si no lo hacen. Nuevos ángeles
creados en lugar de los consumidos por el fuego
CAPÍTULO
40
Metatrón
muestra a Rabí Yismael las letras grabadas sobre el trono de la gloria
CAPÍTULO
41
Ejemplos
de cosas opuestas que se equilibran por algunos nombres divinos y otras
maravillas similares
CAPÍTULO
42
Metatrón
enseña a Rabí Yismael los espíritus de los justos que aún no han sido creados y
los creados que retomaron
CAPÍTULO
43
Metatrón
enseña a Rabí Yismael los esprrirus de los malvados y de los intermedios en el
«seol». Los patriarcas oran por la liberación de Israel
CAPÍTULO
44
Metatrón
muestra a Rabí Yismael los acontecimientos pasados y futuros
CAPÍTULO
45
Rabí
Yismael observa las estrellas
CAPÍTULO
46
Metatrón
enseña a Rabí Yismael los espíritus de los ángeles castigados
CAPÍTULO
47
Metatrón
enseña a Rabí Yismael la mano derecha de Dios
CAPÍTULO
48 A
Los
nombres divinos que salen del trono de la gloria
CAPÍTULO
48 B
Henoc
transformado en Metatrón y los privilegios que le son concedidos
CAPÍTULO
48 C
Los
nombres de Metatrón. Los tesoros de sabiduría que se abrieron para Moisés en el
monte Sinaí. Protesta de los ángeles contra Metatrón por revelar los secretos a
Moisés. La cadena de la tradición y el poder para curar enfermedades de los
misterios transmitidos
CAPÍTULO
48 D
LIBRO HEBREO DE HENOC
(Sefer Hekalot)
«Henoc caminó en compañía de Dios y después desapareció, porque
Dios se lo llevó» (Génesis 5,24)
Yismael
asciende al cielo para contemplar la visión del carro divino («merkabah»)
Metatrón se hace cargo de él
CAPÍTULO
1.
1
Dijo Rabí Yismael: Cuando ascendí a lo alto para contemplar la visión de la
merkabah, ñii introducido en los seis palacios que están uno dentro del otro;
2
tan pronto como alcancé la puerta del séptimo palacio, comencé a orar ante el
Santo, bendito sea, y, dirigiendo hacia arriba la mirada, dije:
3
«Señor del mundo, te mego que, en esta hora, hagas válido para mí el mérito de
Aarón ben Amram, que amaba la paz y perseguía la paz, el cual recibió de tu
gloria la corona del sacerdocio en el monte Sinaí, para que Quesfiel, el
príncipe, y los ángeles que están con él no tengan poder sobre mí ni me arrojen
de los cielos».
4
Inmediatamente me asignó el Santo, bendito sea, a Metatrón su siervo, el ángel,
el príncipe de la presencia, el cual extendió sus alas y con gran alegría salió
a mi encuentro para librarme del poder de aquéllos.
5
Ante sus propios ojos me tomó de la mano y me dijo:
—Entra
en paz ante rey Altísimo y excelso para contemplar la imagen de la merkabah.
6
Entonces penetré en el séptimo palacio y él me condujo al campamento de la
Sekinah y me colocó ante el Santo, bendito sea, para contemplar la merkabah.
7
En cuanto me divisaron, los príncipes de la merkabah y los serafines llameantes
fijaron su mirada en mí. A causa del aspecto fulgurante de sus ojos y de la
esplendorosa mía gen de sus rostros fui en seguida presa de temblores y
estremecimientos, perdí el equilibrio y quedé aletargado hasta que el Santo,
bendito sea, los amonestó diciendo:
8
—Siervos míos, mis serafines, mis querubines y mis ofannim, velad vuestros ojos
ante Yismael, mi hijo, mi amado y mi gloria, para que deje de temblar y
estremecerse.
9
Al punto llegó Metatrón, el príncipe de la presencia, y, devolviéndome el
aliento, me puso en pie.
10
Pero hasta que transcurrió una hora no tuve la fuerza para entonar un cántico ante
el trono de la gloria del rey glorioso, el más poderoso de todos los monarcas,
el más excelso de todos los soberanos.
11
Pasada una hora, el Santo, bendito sea, abrió para mí las puertas de la
Sekinah-, las puertas de la paz, las de la sabiduría, las del poder, las
puertas del lenguaje (dibbur), las de la poesía, las puertas de la santidad
(qedussah) y las del cántico.
12
Iluminó mis ojos y mi corazón con expresiones de salmo (telullah), loa (sebap),
júbilo (rinnah), acción de gracias (todah), cántico (zimrah) y glorificación
(peer), himno y proclamación del poder de Dios. Cuando abrí la boca y entoné un
cántico de alabanza ante el Santo, bendito sea, respondieron a continuación las
hayyot santas, que están por debajo y por encima del trono de la gloria,
diciendo:
—Santo,
santo, santo, bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.
Las clases más altas de ángeles indagan acerca de Rabí Yismael.
Metatrón les responde
CAPÍTULO
2.
1
Dijo Rabí Yismael: Entonces las águilas de la merkabah» los ofannim llameantes
y los serafines de fuego devorador interrogaron a Metatrón diciéndole:
2
Joven, ¿por qué razón permites a un nacido de mujer que venga y contemple la
merkabah? ¿A qué nación y tribu pertenece? ¿Cuál es su condición?
3
Metatrón respondió del siguiente modo:
—Pertenece
al pueblo de Israel, al cual eligió el Santo, bendito sea, de entre setenta
naciones para ser su pueblo; es de la tribu de Leví, a la que corresponde
realizar la ofrenda alzada (terumah) en su nombre, y de la estirpe de Aarón, al
que escogió el Santo, bendito sea, para ejercer su ministerio y a quien por sí
mismo ciñó la corona del sacerdocio en el Sinaí.
4
Inmediatamente hablaron ellos:
—En
verdad es digno de contemplar la merkabah. Y añadieron:
—«
¡Dichoso el pueblo que esto tiene!» (Salmos 144,15).
Metatrón tiene setenta nombres, pero Dios le llama «joven»
CAPÍTULO
3.
1
Dijo Rabí Yismael: En aquel momento pregunté a Metatrón el ángel, el príncipe
de la presencia: — ¿Cómo te llamas?
2
Me respondió:
—Tengo
setenta nombres, que corresponden a las setenta lenguas existentes en el mundo,
y todos ellos están basados en el nombre de mi rey, el Santo, bendito sea, pero
mi rey me llama «joven».
Metatrón es el propio Henoc que fue trasladado al cielo en la
época del diluvio
CAPÍTULO
4.
1
Dijo Rabí Yismael: Pregunté a Metatrón:
—
¿Por qué eres llamado con el nombre de tu creador, (por qué) con setenta
nombres? Y siendo tú el más grande de todos los príncipes, el más elevado de
todos los ángeles, el más amado entre los siervos, el más honorable entre los
ejércitos y el más excelso de todos los poderosos en cuanto a realeza,
magnificencia y gloria, ¿por qué te llaman «joven» en los altos cielos?
2
Respondió diciéndome: —Porque soy Henoc ben Yared.
3
Cuando la generación del diluvio pecó —pues con sus obras se habían corrompido—
diciendo a Dios: «Apártate de nosotros, que no queremos saber de tus caminos»
(Job 21,14), entonces el Santo, bendito sea, me sacó de entre ellos para que
sirviera de testigo contra ellos ante todos los habitantes del mundo a fin de
que no digan: «El misericordioso es cruel.
4
pues qué pecado cometieron todas aquellas multitudes, sus mujeres, sus hijos y
sus lujas, sus caballos y sus mulos, sus ganados y haciendas, y todas las aves
que en el cielo había; todo lo cual hizo desaparecer del mundo el Santo,
bendito sea. por medio de las aguas del diluvio juntamente con ellos»; y para
que tampoco digan: «Aunque pecaron los de la generación del diluvio, ¿qué
pecado cometieron las bestias y las aves para perecer junto con ellos?».
5
Por esta razón el Santo, bendito sea, me hizo ascender a los altos cielos
mientras ellos aún vivían, y ante sus propios ojos, para que sirviera de
testigo contra ellos en el mundo futuro, y me nombró príncipe y soberano entre
los ángeles servidores.
6
Entonces se presentaron tres de los ángeles servidores, Uzzah, Azzah y Azzael,
y expusieron cargos contra mí en los altos cielos. Dijeron ante el Santo,
bendito sea:
—
¿Acaso los más antiguos no manifestaron convenientemente ante ti: «no crees al
hombre aún»?
Contestó
el Santo, bendito sea, diciéndoles:
—«Yo
lo he hecho y lo seguiré llevando, lo sostendré y libraré» (Isaías 46,4).
7
Tan pronto como me vieron, dijeron ante él:
—
¿Señor del universo!, ¿cuál es la condición de éste que ha subido hasta lo más
alto? ¿No es acaso uno de los descendientes de aquellos que perecieron en los
días del diluvio? ¿En calidad de qué está en el firmamento (raqia)?
8
De nuevo el Santo, bendito sea, replicó diciéndoles:
—Y
¿cuál es vuestra condición para que entréis a hablar conmigo? Yo me complazco
en éste más que en todos vosotros, de modo que será príncipe y jefe sobre
vosotros en los altos cielos.
9
Al punto se enderezaron y salieron a mi encuentro; se prosternaron ante mí y
dijeron:
—Dichoso
tú y dichosos los que te engendraron, pues ni creador ha puesto en ti su
complacencia.
Y
ya que soy el menor y más joven entre ellos en días, meses y años por eso me
llaman «joven».
La idolatría de la generación de 1 nos es la causa de que Dios
retire su «Sekinah» de la Tierra. Azzah, Uzzah y Azzael ayudan a los idólatras
CAPÍTULO
5.
1
Dijo Rabí Yismael: Metatrón, el príncipe de la presencia, me dijo:
—Desde
el día en que el Santo, bendito sea, expulsó al primer hombre del jardín de
Edén, la Sekinah moraba sobre un querubín bajo el árbol de la vida
2
y los ángeles servidores se agrupaban e iban bajando desde el cielo en
destacamentos, desde el firmamento en compañías, desde el cielo en batallones
para cumplir su voluntad en el mundo entero.
3
El primer hombre y su generación se asentaron junto a la puerta del jardín de
Edén para contemplar la imagen radiante del resplandor de la Sekinah.
4
Pues tal resplandor recorría el mundo de uno a oño confín siendo 365000 veces
mayor que el del globo del sol; yen quien se beneficiaba de ese resplandor de
la Sekinah no quedaba mosca ni mosquito, ni enfermaba ni padecía, ningún
espíritu maligno tenía poder sobre él, ni podía causarle daño, y no sólo eso,
sino que tampoco los ángeles podían dominarlo.
5
Cuando el Santo, bendito sea, salía y entraba del jardín a Edén, de Edén al
jardín, del jardhi al firmamento (raqia), del firmamento al jardín de Edén,
entonces todos contemplaban el resplandor de la imagen de su Sekinah, y nadie
sentía daño alguno;
6
hasta que aparecieron los pertenecientes a la generación de Enós, que fue el
cabecilla de todos los idólatras que en el mundo han sido.
7
Y ¿qué hicieron los de la generación de Enós? Recorrer el mundo de extremo a
extremo, transportando cada uno plata, oro, piedras preciosas y perlas en
montones como montañas y colinas para convertirlos en ídolos en los cuatro
puntos cardinales. Erigieron ídolos en cada rincón del mundo con una medida de
mil parasangas.
8
E hicieron descender al sol y a la luna, a planetas y estrellas y los colocaron
ante (los ídolos) —a su derecha y a su izquierda— para que los sirvieran del
mismo modo que habían atendido al Santo, bendito sea, pues se ha dicho: «Todo
el ejército celeste estaba en pie junto a él, a derecha e izquierda» (1 Reyes
22,19).
9
Y ¿qué poder tenían para hacerlos descender? Ellos no habrían podido hacerlo si
Azzah, Uzzah y Azzael no les hubieran enseñado sortilegios capaces de hacerlos
bajar y los hubieran utilizado. De no haber sido así, no habrían podido
hacerlos descender.
10
Entonces los ángeles servidores presentaron cargos contra ellos ante el Santo,
bendito sea, diciendo ante él:
—
¡Señor del universo! ¿Qué te pasa con los hombres?, pues se ha dicho: « ¿Qué es
el hombre (enos) para que de él te acuerdes, y el ser humano (ben adam) para
que te ocupes de él?» (Salmos 8,5). No se dice aquí ma adam, sino ma enos,
porque él (Enós) es la cabeza de los Idolatras.
11
¿Por qué has dejado lo más elevado de los altos cielos, la morada de tu
glorioso nombre y el excelso y elevado trono que está en lo alto de Arabot, y
has venido a pernoctar con los lujos del hombre que adoran a los ídolos y a
ellos te han igualado? Ahora tu estas en la ¿erra y los ídolos también.
12
¿En calidad de qué estás tú entre los moradores de la Tierra que adoran a los
ídolos?
13
De inmediato el Santo, bendito sea, apartó su Sekinah de la tierra, de entre ellos.
14
Entonces se presentaron los ángeles servidores, las tropas de los ejércitos y
las fuerzas armadas de Arabot —mil batallones y diez mil ejércitos— y, portando
trompetas y con cuernos (sofarot) en las manos rodearon a la Sekinah con toda
clase de cánticos. Subió él a los altos cielos, pues se ha dicho: «Dios
asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de las trompetas» (Salmos 47,6).
Henoc es elevado al cielo junto con la «Sekinah». Las protestas de
los ángeles son contestadas por Dios
CAPÍTULO
6.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Cuando
el Santo, bendito sea, deseó elevarse a lo alto, envió primero a Anafiel
Jehová, el príncipe, y éste me tomó de entre ellos ante sus propios ojos y me
transportó con gran gloria sobre un carro de fuego con caballos de niego,
servidores de gloria, haciéndome subir así con la Sekinah a los altos cielos.
2
Tan pronto como alcancé los altos cielos, las santas Hayyot, los ofaimim, los
serafines, los querubines, las medas (galgallim) de la merkabah y los ministros
de fuego devorador percibieron mi olor desde lejos, a una distancia de 365000
parasangas, y dijeron:
—
¿Qué olor a nacido de mujer y qué sabor de gota blanca es éste que asciende a
lo alto? ¿Acaso hay un mosquito entre los que «dividen llamas de fuego»?
(Salmos 29,7).
3
Respondió el Santo, bendito sea, diciéndoles:
—
¡Siervos míos, ejércitos míos: mis querubines, mis ofannim, mis serafines!, ¡no
toméis a mal este asunto! Ya que todos los lujos del hombre han renegado de mí
y de mi gran reino, pues se han ido a adorar a los ídolos, he apartado mi
Sekinah de entre ellos y la he ascendido a lo alto. Y éste que he tomado de en
medio de ellos es un elegido entre los habitantes del mundo y vale lo que todos
ellos juntos en lo que a fe, rectitud y capacidad de acción respecta. Lo he
tomado como tributo mío en mi mundo de debajo de todos los cielos.
Henoc es elevado sobre las alas de la «Sekinah» al lugar del
trono, de la «merkabah» y de las huestes angélicas
CAPÍTULO
7.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Cuando
me tomó de entre los pertenecientes a la generación del diluvio, el Santo,
bendito sea, me hizo ascender en las alas del viento de la Sekinah al
firmamento (raqia) altísimo y me introdujo en los grandes palacios que están en
alto del firmamento de Arabot, donde se encuentran el glorioso trono de la
Sekinah, la merkabah, las ñopas de la cólera, los ejércitos del furor, los
smanim de fuego, los llameantes querubines, los ofannim ardientes, los ministros
llameantes, los hasmallim relampagueantes y los radiantes serafines. Y allí me
colocó para atender día tras día al trono de la gloria.
Las puertas de los tesoros del cielo se abren para Metatrón
CAPÍTULO
8.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el príncipe de la presencia:
—Antes
de designarme para atender el trono de la gloria, el Santo, bendito sea, abrió
para mí trescientas mil puertas de inteligencia, trescientas mil puertas de
prudencia, trescientas mil puertas de vida trescientas mil puertas de «favor y
gracia» (hen wa-hésed), trescientas mil puertas de amor, trescientas mil
puertas de Torá, trescientas mil puertas de humildad, trescientas mil puertas
de manutención, trescientas mil puertas de misericordia, trescientas mil
puertas de temor de Dios.
2
Entonces el Santo, bendito sea, me añadió sabiduría sobre sabiduría,
inteligencia sobre inteligencia, prudencia sobre prudencia conocimiento sobre
conocimiento, misericordia sobre misericordia, Torá sobre Torá, amor sobre
amor, benevolencia sobre benevolencia, bondad sobre bondad, humildad sobre
humildad, poder sobre poder, fuerza sobre fuerza, vigor sobre vigor, esplendor
sobre esplendor, belleza sobre belleza, hermosura sobre hermosura. Fui honrado
y adornado con todas estas cualidades buenas y dignas de loa más que todos los
hijos de los cielos.
Henoc recibe bendiciones del Altísimo, es adornado con atributos
angélicos
CAPÍTULO
9.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el príncipe de la presencia:
—Después
de (concederme) todas esas cualidades, puso el Santo, bendito sea, su mano
sobre mí y me bendijo con 5360 bendiciones.
2
Crecí y aumenté de tamaño tanto como lo que mide el mundo a lo ancho y a lo largo.
3
El hizo que me salieran setenta y dos alas, treinta y seis a un lado y treinta
y seis al otro, siendo cada una de las alas como el contenido del mundo.
4
Fijó en mí 365000 ojos, y cada uno de ellos era como la luminaria mayor.
5
y ningún tipo de esplendor, brillo, hermosura o belleza que se encuentre en
todas las luces del universo dejó él sin fijar en mí.
Dios coloca a Metatrón en un trono a la puerta del séptimo palacio
y anuncia a través del heraldo que Metatrón es en lo sucesivo el representante
de Dios y gobernador sobre todos los príncipes de los reinos y todos los seres
celestiales, salvo los ocho altos príncipes llamados por el nombre de Jehová,
su rey
CAPÍTULO
10.
1
Dijo Rabí Yismael: «Me dijo Metatrón, el príncipe de la presencia:
—Todas
estas cosas realizó para mí el Santo, bendito sea: me hizo un trono similar al
trono de la gloria y extendió sobre mí una cortina de esplendor y brillante
apariencia, de belleza, gracia y merced, semejante a la cortina del trono de la
gloria, en la que todas las clases de luminarias que hay en el mundo fueron
fijadas.
2
Colocó el trono junto a la puerta del séptimo palacio y me hizo sentar en él.
3
Y en cada uno de los cielos salió el heraldo para proclamar acerca de mí: «Este
es Metatrón, mi siervo, al que he colocado como príncipe y soberano sobre todos
los príncipes de mi reino y sobre todos los hijos del cielo, a excepción de los
ocho grandes príncipes, los honorables y temibles, que son llamados Jehová, por
el nombre de su rey.
4
Todo ángel y todo príncipe que tenga algo que decir ante mí, que vaya ante él y
se lo diga a él.
5
Y toda palabra que él os diga en mi nombre, la observaréis y la cumpliréis. Porque
he encomendado al príncipe de la sabiduría y al príncipe del entendimiento que
lo instruyan en la sabiduría de las cosas celestiales y de las terrenales, en
la sabiduría de este mundo y en la del mundo venidero.
6
Además he puesto a su cargo todos los tesoros de los palacios de Arabot y todos
los depósitos de vida que tengo en los altos cielos.
Dios revela todos los misterios y secretos a Metatrón
CAPÍTULO
11.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—El
Santo, bendito sea, me reveló desde entonces todos los misterios de la Tora,
todos los secretos de la sabiduría y todas las profundidades de la ley
perfecta; todos los designios del corazón de las criaturas todos los secretos
del universo y todos los secretos de la creación fueron revelados ante mí del
mismo modo que fueron revelados ante el hacedor de la creación.
2
Mucho velé para contemplar profundos secretos y misterios maravillosos. Antes
de que el hombre piense algo ocultamente, yo lo veo; y antes de que el hombre
haga algo, yo lo veo.
3
Y no hay nada en lo más alto ni en lo más profundo del mundo que de mí se oculte.
Dios viste a Metatrón con un vestido de gloria, pone una corona
real en su cabeza y le llama «Jehová menor»
CAPÍTULO
12.
1
Dijo Rabí Yismael: «Me dijo Metatrón, el príncipe de la presencia:
—Porque
el Santo, bendito sea, me amó con un amor mayor que a todos los seres
celestiales, hizo para mí un vestido de gloria, en el que toda clase de
luminarias estaban fijas, y me vistió con él.
2
Hizo para mí un manto de honor, en el que estaban fijos toda clase de belleza,
esplendor, brillo y majestad.
3
Hizo para mí una corona real, en la que estaban fijas cuarenta y nueve piedras
de aspecto comparable a la luz del globo del sol.
4
y cuyo fulgor recorría los cuatro confines del firmamento de Arabot, los siete
cielos y los cuatro confines del mundo, y la ciñó sobre mi cabeza.
5
El me llamó el «Jehová menor» ante toda su corte celestial, pues se ha dicho:
«Porque mi nombre está en él» (Éxodo 23,21).
Dios escribe con una pluma de fuego sobre la corona de Metatrón
las letras cósmicas por las que cielos y tierra fueron creados
CAPÍTULO
13.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
gloria de todos los cielos:
—Porque
el Santo, bendito sea, me amó y me quiso con amor y merced mayores que a todos
los seres celestiales, escribió con su propio dedo y con un estilo ígneo sobre
la corona que estaba en mi cabeza las letras por las que fueron creados cielos
y tierra, las letras con las que fueron creados mares y ríos, las letras con
las que fueron creadas montañas y
colinas, las letras con las que fueron creados planetas y estrellas,
relámpagos, vientos, terremotos y ruidos, nieve y granizo, huracán y tempestad:
las leñas con que se creó todo lo que el mundo necesitaba y todos los órdenes
de la creación.
2
Cada letra hacía brotar una y otra vez algo parecido a relámpagos, una y otra
vez algo parecido a antorchas una y otra vez algo parecido a llamas de fuego,
una y otra vez algo parecido a la salida del sol, la luna y los astros.
Todos los más altos príncipes, los ángeles de los fenómenos
naturales y los ángeles planetarios y siderales temen y tiemblan a la vista de
Metatrón coronado
CAPÍTULO
14.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Cuando
el Santo, bendito sea, ciñó esta corona sobre mi cabeza, temblaron a causa uña
todos los príncipes de los reinos que están en lo alto del firmamento de Arabot
y las huestes todas de cada cielo; incluso los príncipes de los elim, los
príncipes de los erellim y los príncipes de los tafsarim, superiores a todos
los ángeles servidores que sirven ante el trono de la gloria, temblaban y
temían por mi causa cuando me veían.
2
Hasta Sammael, el príncipe de los acusadores, superior a todos los príncipes de
los reinos que hay en lo alto, temía y temblaba por mi causa.
3
Incluso el ángel del fuego y el del granizo, el del viento, el ángel del
relámpago, el de la cólera, el del trueno, el de la nieve y el de la lluvia, el
ángel del día y el de la noche, el ángel del sol, el de la luna, el de los
planetas y el de las estrellas, los cuales bajo su poder rigen el mundo,
temblaban y se espantaban ante mí cuando me miraban.
4
Estos son los nombres de los que rigen el mundo: Gabriel, el ángel del fuego;
Baradiel, el ángel del granizo (barad); Rujiel, encargado del viento (rúan);
Baraquiel, encargado de los relámpagos (beraquim); Zaamiel, encargado de la
cólera (zaam); Ziquiel, encargado de las chispas (ziqim); Ziiel, encargado de
los temblores (zewaot); Zaafiel, encargado de la tempestad (zaaf): RaamieL
encargado de los míenos (reanñm); Raasiel, encargado del terremoto (raas);
Salgiel, encargado de las nieves (selagina); Matariel, encargado de la lluvia
(matar); Simsiel, encargado del día; Lailiel, encargado de la noche (laylah);
Galgaliel, encargado de la rueda (galgal) del sol; Ofanniel, encargado de la
rueda (ofan) de la luna; Kokbiel, encargado de los astros (kokabim); Rahatiel,
encargado de las estrellas.
5
Todos estos, cuando me veían, caían sobre su rostro, pues no podían
contemplarme debido a la majestad, gloria y belleza resplandeciente de la
corona de gloria sobre mi cabeza.
Metatrón transformado en fuego
CAPÍTULO
15.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
gloria de todos los cielos:
—Tan
pronto como el Santo, bendito sea, me tomó a su servicio para atender al trono
de la gloria y a las ruedas de la merkabah y todas las necesidades de la
Sekinah, inmediatamente mi carne se transformó en llamas, mis tendones en fuego
llameante, mis huesos en brasas de retama ardiente, la luz de mis palpados en
resplandor de relámpagos, los globos de mis ojos en antorcha de fuego, los
cabellos de mi cabeza en llamas ardientes todos mis miembros en ígneas alas y
todo mi cuerpo en fuego encendido.
2
A mi diestra se encendían llamaradas de fuego, a mi izquierda ardían antorchas,
a mi alrededor viento de tempestad y huracán soplaban, ante mí y detrás de mí
trueno acompañado de seísmo.
(Fragmento adicional. Ascensión de Moisés)
CAPÍTULO
15 B.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, principe de la presencia y príncipe sobre
todos los principes, el que permanece ante el que se eleva sobre todos los
dioses, el que entra bajo el trono de la gloria y tiene un gran tabernáculo de luz
en lo alto, el que trae el fuego de la sordera y lo coloca en los oídos de las
santas hayyot para que no oigan el sonido de la palabra (dibbur) que sale de la
boca del Poderoso (geburah):
2
—Cuando Moisés ascendió a lo alto, realizó ciento veintiún ayunos hasta que se
abrieron para él las moradas del hasmal y vio el corazón en el corazón del
león. Vio innumerables compañías de ejércitos alrededor de él. Ellos quisieron
quemarlo, pero Moisés pidió misericordia en primer lugar para Israel y después
para sí mismo. Entonces el que se sienta sobre la merkabah abrió las ventanas
que están sobre las cabezas de los querubines y salieron al encuentro de Moisés
mil ochocientos abogados, y el príncipe de la presencia, Metatrón, con ellos.
Recibieron las plegarias de Israel y las colocaron como corona en la cabeza del
Santo, bendito sea.
3
Ellos dijeron: «Escucha Israel: el Señor, nuestro Dios, es Uno» (Deuterouomio
6,4), y su rostro brillaba y se regocijaba a causa de la Sekinah.
Dijeron
a Metatrón, príncipe de la presencia: « ¿Quiénes son éstos y a quién dan todo
ese honor y esa gloria?». Contestó: «Al glorioso Señor de la casa de Israel».
Dijeron:
«Escucha Israel: el Señor, nuestro Dios, es uno. ¿A quién puede darse mayor
honor y majestad sino a ti, Jehová, la divina majestad, el rey vivo y eterno?».
4
Entonces habló Aktariel Yah Yehod Sebaot y dijo a Metatrón, el príncipe de la
presencia: «Todo lo que él pida ante mí no se lo hagas volver de vacío. Escucha
su oración y cumple su voluntad, ya se trate de algo grande o pequeño».
5
Al punto dijo Metatrón, el príncipe de la presencia, a Moisés: « ¡Hijo de
Amram! No temas, porque ahora Dios se complace en ti. Solicita tu deseo con
orgullo y fortaleza, pues la tez de tu rostro brilla desde uno a otro confín
del mundo».
Pero
Moisés le replicó: «Quizás estoy en pecado». Le dijo Metatrón: «Recibe las
letras de un juramento por el que no hay revocación de la alianza».
Elisa ben Abuya (Aher) cae en la herejía al contemplar a Metatrón
sobre su trono. El ángel es castigado por ello
CAPÍTULO
16.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
gloria de todo el cielo:
—Al
principio yo me sentaba sobre un gran trono a la puerta del séptimo palacio y
juzgaba a todos los seres celestiales, la corte celestial, por la autoridad del
Santo, bendito sea. Repartía yo grandeza, realeza, dignidad, gobierno, honor y
alabanza, diadema y corona de gloria a todos los príncipes de los remos cuando
me sentaba en el tribunal celestial.
Los
príncipes de los reinos estaban en pie junto a mí, a mi derecha e izquierda,
por la autoridad del Santo, bendito sea.
2
Pero cuando Ajer llegó para contemplar la visión de la merkabah, fijó sus ojos
en mí y temió y tembló a causa mía. Su espíritu estaba tan asustado que se le
salía de dentro por el terror, horror y pavor que yo inspiraba al verme sentado
en un trono como un rey con todos los ángeles servidores en pie junto a mí,
como siervos, y todos los príncipes de los reinos, ceñidos de coronas,
rodeándome.
3
Entonces abrió su boca y dijo: «En verdad hay dos poderes divinos en el cielo».
4
Inmediatamente surgió una voz divina desde el cielo, de delante de la Seidnah,
diciendo: «Volved, hijos apóstatas (Jeremías 3.22), excepto Ajer».
5
En ese instante llegó Anafiel, el príncipe, el honorable, glorificado, amado,
maravilloso, temible, venerable, en comisión del Santo, bendito sea, y me dio
sesenta golpes con látigos de fuego y me hizo permanecer de pie.
Los príncipes de los siete
cielos, del sol, la luna, planetas y estrellas y sus séquitos angélicos
CAPÍTULO
17.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
gloria de todo el cielo:
—Siete
son los grandes príncipes, hermosos, temibles, maravillosos, honorables, que
están a cargo de los siete cielos. Ellos son: Miguel, Gabriel, Satquiel,
Sajaquiel, Bakariel, Badariel y Pajriel.
2
Cada uno de ellos es el príncipe del ejército de un cielo. A cada uno le
acompañan 496000 miríadas de ángeles servidores.
3
Miguel, el gran príncipe, tiene a su cargo el séptuplo cielo, el más alto, que
está en Arabot. Gabriel, príncipe del ejército, es el encargado del sexto
cielo, que está en Makón. Satquiel, príncipe del ejército, es el encargado del
quinto cielo, que está en Maón. Sajaquiel, príncipe del ejército, tiene a su
cargo el cuarto cielo, que está en Zebul. Badaríeí, príncipe del ejército, está
encargado del tercer cielo, que está en Sejaquim. Baraldel, príncipe del
ejército, tiene a su cargo el segundo cielo, que está en lo alto (merom) de
Raquía. Pajriel, príncipe del ejército, es el encargado del primer cielo, que
está en Wilón, en Samáyim.
4
Inferior a ellos es Galgaliel, el príncipe encargado de la rueda (galgal) del
sol. Su gente son noventa y seis importantes y honorables ángeles que hacen
correr la rueda del sol en Raquía.
5
Inferior a ellos es Ofanniel, el príncipe encargado de la rueda (ofan) de la
luna. Con él hay ochenta y ocho ángeles que hacen correr la rueda de la luna
354000 parasangas cada noche, cada vez que la luna permanece en oriente en su
órbita. Y ¿cuándo se asienta en oriente en su órbita? Dijeron: «En el día
dieciséis de cada mes».
6
Inferior a ellos es Rahatiel, el príncipe que está a cargo de las estrellas.
Con él hay setenta y dos ángeles importantes y honorables. ¿Por qué se llama
Rahatiel? Porque hace correr (marhit) a las estrellas en sus órbitas y cursos
339000 parasangas cada noche, desde el este al oeste y desde el oeste al este;
pues el Santo, bendito sea, hizo una sola tienda para todos ellos —para el sol,
la luna, las estrellas y los planetas—, la cual recorren por la noche de oeste
a este.
7
Inferior a ellos es Kokbiel, el príncipe encargado de todos los planetas (kokabim).
Con él hay 365000 miríadas de ángeles servidores, importantes y honorables, que
hacen correr a los planetas de ciudad en ciudad, de provincia en provincia, en
el Raquía de los cielos.
8
Superiores a ellos son setenta y dos príncipes de reinos en lo alto, que
corresponden a las setenta y dos lenguas del mundo. Todos ellos ciñen reales
coronas, visten hábitos reales y se cubren con reales vestiduras.
Todos
ellos cabalgan sobre reales corceles y sus manos empuñan cetros reales. Cuando
cada uno de ellos se desplaza por Raquía, van corriendo ante él reales
sirvientes con gran pompa y boato, del mismo modo que se desplazan los
príncipes en la tierra: en carroza, con jinetes y numerosas huestes, con
gloria, grandeza, alabanza, loa y ornato.
La jerarquía angélica y el
homenaje que reciben los ángeles de rango superior por parte de los inferiores
CAPÍTULO
18.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
gloria de todo el cielo:
—Los
ángeles del primer cielo, cuando ven a su príncipe, descienden de sus
cabalgaduras y caen sobre su rostro. El príncipe del primer cielo cuando ve al
príncipe del segundo cielo, desmonta, se despoja de la corona de gloria que
está sobre su cabeza y cae sobre su rostro. El príncipe del segundo cielo,
cuando ve al príncipe del tercer cielo, se quita la corona de gloria que lleva
en la cabeza y cae sobre su rostro. El príncipe del tercer cielo, cuando ve al
príncipe del cuarto cielo, se quita la corona de gloria que lleva en la cabeza
y cae sobre su rostro. El príncipe del cuarto cielo, cuando ve al príncipe del
quinto cielo, se quita la corona de gloria que lleva en la cabeza y cae sobre
su rostro. El príncipe del quinto cielo, cuando ve al príncipe del sexto cielo,
se quita la corona de gloria que lleva en la cabeza y cae sobre su rostro. El
príncipe del sexto cielo, cuando ve al príncipe del séptimo cielo, se quita la
corona de gloría que lleva en la cabeza y cae sobre su rostió.
2
El príncipe del séptimo cielo, cuando ve a los setenta y dos príncipes de
reinos, se quita la corona de gloria que lleva en la cabeza y cae sobre su
rostro.
3
Los setenta y dos príncipes de reinos, cuando ven a los guardianes de la puerta
del primer palacio, que está en Arabot, el más alto cielo, se quitan la corona
real de su cabeza y caen sobre su rostro. Los guardianes de la puerta del
primer palacio, cuando ven a los guardianes de la puerta del segundo palacio,
se quitan la corona de gloria de su cabeza y caen sobre su rostió. Los
guardianes de la puerta del segundo palacio, cuando ven a los guardianes de la
puerta del tercer palacio, se quitan la corona de gloria de la cabeza y caen
sobre su rostro. Los guardianes de la puerta del tercer palacio, cuando ven a
los guardianes de la puerta del cuarto palacio, se quitan la corona de gloria
de la cabeza y caen sobre su rostro.
Los
guardianes de la puerta del cuarto palacio, cuando ven a los guardianes de la
puerta del quinto palacio, se quitan la corona de gloria de la cabeza y caen
sobre su rostro. Los guardianes de la puerta del quinto palacio, cuando ven a
los guardianes de la puerta del sexto palacio, se quitan la corona de gloria de
la cabeza y caen sobre su rostro. Los guardianes de la puerta del sexto
palacio, cuando ven a los guardianes de la puerta del séptimo palacio, se
quitan la corona de gloria de la cabeza y caen sobre su rostro.
4
Los guardianes de la puerta del séptimo palacio, cuando ven a los cuatro
grandes príncipes, los honorables, encargados de los cuatro campamentos de la
Sekinah, se quitan la corona de gloria de la cabeza y caen sobre su rostro.
5
Los cuatro glandes príncipes, cuando ven a Tagás, el gran príncipe, honrado con
cántico y loa, a la cabeza de todos los seres celestiales, se quitan la corona
de gloria de la cabeza y caen sobre su rostro.
6
Cuando Tagás, el grande y honrado príncipe, ve a Baratíiel, el gran príncipe de
tres dedos en lo alto de Arabot, el cielo más elevado, se quita la corona de
gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
7
Cuando Barattiel, el gran príncipe, ve a Hamón, el príncipe grande, temible,
honorable, agradable y venerable, que hace temblar a todos los seres
celestiales al llegar el momento de decir «Santo» (tres veces), pues se ha dicho:
«Al ruido del estruendo (hamon) huyen los pueblos, ante su estrépito se
dispersan las naciones» (Isaías 33,3), Barattíel se quita la corona de gloria
de la cabeza y cae sobre su rostro.
8
Cuando Hamón, el gran príncipe, ve a Tutresiel, el gran príncipe, se quita la
corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
9
Cuando Tutresiel Jehová, el gran príncipe, ve a Atrugiel, el gran príncipe, se
quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
10
Cuando Atrugiel, el gran príncipe, ve a Naaririel Jehová, el gran príncipe, se
quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
11
Cuando Naaririel Jehová, el gran príncipe, ve a Sasniguiel, el gran príncipe,
se quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
12
Cuando Sasniguiel Jehová ve a Zazriel Jehová, el gran príncipe, se quita la
corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
13
Cuando Zazriel Jehová, el príncipe, ve a Geburatiel Jehová, el príncipe, se
quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
14
Cuando Geburatiel Jehová, el príncipe, ve a Arafiel Jehová, el príncipe, se
quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
15
Cuando Arafiel Jehová, el príncipe, ve a Asruylu el príncipe se quita la corona
de gloría de la cabeza y cae sobre su rostro.
16
Cuando Asruylu Jehová, el príncipe, que preside todas las sesiones de los seres
celestiales, ve a Galisur Jehová, el príncipe, que revela todos los secretos de
la Torá, se quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
17
Cuando Galisur Jehová, el príncipe, ve a Zakzakiel, el príncipe, que está
encargado de escribir los méritos (zakiggot) de Israel sobre el trono de la
gloria, se quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro.
18
Cuando Zakzakiel Jehová, el gran príncipe, ve a Anafiel Jehová, el príncipe que
guarda las llaves de los palacios del firmamento de Arabot se quita la corona
de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro. ¿Por qué su nombre es Anafiel?
Porque la rama (anaf) de su honor y majestad, su corona, su esplendor y su
brillo, cubre todas las cámaras de Arabot el más alto cielo, del mismo modo que
el hacedor del mundo. Justamente como está escrito respecto al hacedor del
mundo: «Cubre los cielos su gloria y de su loa la tierra está llena» (Habacuc
3,3), así el honor y majestad de Anafiel cubre todas las cámaras de Arabot
altísimo.
19
Cuando él ve a Soter Asiel, el gran príncipe temible y honorable se quita la
corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro. ¿Por qué su nombre es
Soter Asiel? Porque él está a cargo de las cuatro cabezas del río de fuego
frente al trono de la gloria; y cada príncipe que sale o entra ante la
presencia de la Sekinah no sale ni entra sin su permiso, pues los sellos del
río de fuego le han sido confiados. Y no sólo eso, sino que además su altura es
de siete mil miríadas de parasangas. Él es quien aviva (soter) el fuego del
río, y sale v entra ante la Sekinah para exponer los escritos concernientes a
todos los seres humanos, según está dicho: «El tribunal tomó asiento, y los
libros fueron abiertos» (Daniel 7,10).
20
Cuando Soter Asiel, el príncipe, ve a Soqed Jozí Jehová, el gran príncipe
fuerte, temible y honorable, se quita la corona de gloria de la cabeza y cae
sobre su rostro. ¿Por qué su nombre es Soqued Jozí? Porque él pesa todos los
méritos (del hombre) en el platillo de una balanza ante el Santo, bendito sea.
21
Cuando él ve a Zehanpuryu Jehová, el gran príncipe, fuerte, temible, honorable,
glorificado y terrible en toda la corte celestial, se quita la corona de gloria
de la cabeza y cae sobre su rostro. ¿Por qué su nombre es Zehanpuryu? Porque él
se enoja con el río de fuego y lo hace retroceder.
22
Cuando él ve a Azbugah Jehová, el gran príncipe, honorable, terrible,
reverenciado, ornado, maravilloso, elevado, amado y temido entre los grandes
príncipes conocedores del misterio del trono de la gloria, se quita la corona
de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro. ¿Por qué se llama Azbugah? Porque
en el futuro ceñirá ropas de vida y cubrirá con manto de vida a los justos y
piadosos del mundo, para que puedan disfrutar con ellos de una vida eterna.
23
Cuando él ve a los dos grandes príncipes, poderosos y honorables, superiores a
él, se quita la corona de gloria de la cabeza y cae sobre su rostro. Estos son
los nombres de los dos príncipes: Soferiel Jehová mata, el gran príncipe,
honorable, glorificado, sin tacha, anciano y poderoso, y Soferiel Jehová
vivifica, el gran príncipe, honorable, glorificado, intachable, anciano y
poderoso.
24
¿Por qué se llama Soferiel Jehová mata? Porque está encargado de los libros de
los muertos, en los cuales inscribe a todo aquel al que llega el día de su
muerte. Y ¿por qué se llama Soferiel Jehová vivifica? Porque está encargado de
los libros de los vivos, en los que inscribe a todo aquel que el Santo, bendito
sea, desea traer a la vida, por la autoridad del Omnipresente (Maqom). Tú
puedes quizá pensar: «Como el Santo, bendito sea, está sentado en un trono,
ellos también estarán sentados cuando escriben». La Escritura nos enseña:
«Todo
el ejército del cielo permanece en pie junto a él» (1 Reyes 22,19; 2 Crónicas
18,18). «El ejército del cielo», (esto se dice) para enseñamos que incluso los
grandes príncipes que no tienen igual en los altos cielos no atienden las
necesidades de la Sekinah sino de pie. Pero ¿cómo pueden escribir estando de
pie?
25
Solamente (así): uno permanece en pie sobre las ruedas del huracán, y el otro
sobre las ruedas de la tempestad. Uno viste hábitos regios, el otro viste hábitos
regios.
Uno
está envuelto en mi manto de majestad, el otro está envuelto en un manto de
majestad.
Uno
ciñe una corona real, el otro ciñe una corona real. El cuerpo de uno está lleno
de ojos, el cuerpo del otro está lleno de ojos. La visión de uno es como ver
relámpagos, la visión del otro es como ver relámpagos.
Los
ojos de uno son como el sol en su potencia, los ojos del otro son como el sol
en su potencia. La estatura de uno es como la altura de los siete cielos, la
estatura del otro es como la altura de los siete cielos. Las alas de uno son
(tantas) como los días del año, las alas del otro son (tantas) como los días
del año. Las alas de uno son (tan anchas) como ancho es el firmamento (raquia),
las alas del otro son (tan anchas) como ancho es el firmamento. Los labios de uno
son como las puertas del este, los labios del otro son como las puertas del
este. La lengua de uno es (tan) alta como las olas del mar, la lengua del otro
es (tan) alta como las olas del mar. De la boca de uno sale una llamarada, de
la boca de otro sale una llamarada. De la boca de uno surgen relámpagos, de la
boca del otro surgen relámpagos. De la transpiración de uno se enciende el fuego,
de la transpiración del otro se enciende el fuego. De la lengua de uno se
prende una antorcha, de la lengua del otro se prende una antorcha. Sobre la
cabeza de uno hay una piedra de zafiro, sobre la cabeza del otro hay una piedra
de zafiro. Sobre los hombros de uno hay una rueda de querubín ligero, sobre los
hombros del otro hay una rueda de querubín ligero. Uno tiene en la mano un
rollo ardiente, el otro tiene en la mano un rollo ardiente. Uno tiene en la
mano un estilo llameante, el otro tiene en la mano un estilo llameante. La
longitud del rollo es de tres mil miríadas de parasangas; el tamaño del estilo
es de tres mil miríadas de parasangas; y la medida de cada letra que ellos
escriben es de trescientas sesenta y cinco parasangas.
Rikbiel, el príncipe de las ruedas de la «merkabah». Los que
rodean la «merkabah». La conmoción entre las huestes angélicas en el momento de
recitar la «qedussah»
CAPÍTULO
19.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Superior
a estos tres ángeles, estos glandes príncipes, hay un príncipe notable,
honorable, noble, glorioso, ornado, temible, valiente, fuerte, grande,
magnificado, poderoso, magnífico, maravilloso, exaltado, intachable, amado,
soberano, elevado y encumbrado, anciano y poderoso, que no tiene igual entre
todos los príncipes. Rikbiel Jehová es el nombre del grande y temible príncipe
que permanece en pie junto a la merkabah.
2
¿Por qué se llama Rikbiel? Porque está encargado de las ruedas de la merkabah y
ellas le han sido confiadas.
3
Y ¿cuántas son las ruedas? Ocho, dos en cada dirección. A su alrededor cuatro vientos
rodean, y éstos son sus nombres: «viento de huracán», «viento de tempestad»,
«viento fuerte» y «viento de seísmo».
4
Bajo ellas fluyen de continuo cuatro ríos de fuego —un río de fuego a cada
lado—, entre los cuales cuatro nubes se encuentran rodeadas, y son: «nubes de
fuego», «nubes de antorcha», «nubes de brasa» y «nubes de azufre», que están
colgadas y permanecen frente a las ruedas.
5
Y los pies de las hayyot descansan sobre las llantas de las ruedas, y entre
rueda y rueda ruge el terremoto y atruena el trueno.
6
Cuando llega el momento de recitar el cántico, la multitud de ruedas se estremece,
la multitud de nubes vibra, todos los jefes se conmueven, todos los jinetes se
agitan, todos los valientes se repliegan temblando, todas las huestes se espantan,
todas las tropas se aterran, todos los que tienen cargos marchan
precipitadamente, los generales y ejércitos todos están asustados, todos los
ministros desfallecidos y todos los ángeles y divisiones tiemblan.
7
Y una rueda hace oír una voz a otra, un querubín a otro, una hayyah a otra, un ofan
a otro, un serafín a otro (diciendo): «Allanad el camino al que cabalga en
Arabot, por su nombre Yah, y celebrad su presencia» (Salmos 68,5).
Jayyliel, el príncipe de las «hayyot»
CAPÍTULO
20.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Superior
a ellos es un príncipe grande y poderoso. Su nombre es Jayyliel Jehová, príncipe
noble y temible, glorioso y fuerte príncipe, príncipe grande y terrible, ante
el cual tiemblan todos los seres celestiales, un príncipe que puede tragarse el
mundo entero de una sola vez.
2
¿Por qué se llama Jayyliel Jehová? Porque está a cargo de las hayyot: las
golpea con látigos de fuego, las embellece cuando dan alabanza, loa y júbilo, y
las apremia para que digan «Santo» y «Bendita sea la gloria de Jehová desde su
lugar».
Las «hayyot»
CAPÍTULO
21.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Cuatro
son las hayyot correspondientes a los cuatro vientos. Cada hayyah es (tan
glande) como el contenido del mundo entero. Cada una tiene cuatro caras y cada
cara es como la faz del este. Tiene cada una cuatro alas, y cada ala es como la
bóveda del universo.
3
Cada una tiene caras en las caras y alas en las alas. El tamaño de las caras es
(como el tamaño de) doscientas cuarenta y ocho caras, y la dimensión de las
alas es (como la dimensión de) trescientas sesenta y cinco alas.
4
Cada una lleva ceñidas a su cabeza dos mil coronas; y cada corona es como el
arco iris su resplandor como el de la rueda del sol, y los destellos que surgen
de cada una de ellas como el fulgor del planeta Venus en oriente.
Kerubiel el príncipe de los querubines. Descripción de los
querubines
CAPÍTULO
22.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Superior
a ellas hay un príncipe noble, maravilloso, fuerte y alabado con toda clase de
alabanza. Su nombre es Kerabiel Jehová, un poderoso príncipe lleno de fuerza y
potestad, príncipe de alteza y alteza hay con él, un príncipe justo y justicia
hay con él, un príncipe santo y con él hay santidad, un príncipe glorificado
por mil huestes y exaltado por diez mil ejércitos.
2
Ante su cólera tiembla el orbe, ante su ira se conmueven los campamentos, los
cimientos se tambalean por temor a él, y a su admonición Arabot se estremece.
3
Su cuerpo en toda su extensión está lleno de brasas; su estatura es como la
altura de los siete cielos; su anchura como la anchura de los siete cielos; y
su volumen como el volumen de los siete cielos.
4
La abertura de su boca es como una antorcha ígnea; su lengua es fuego
devorador; sus párpados como el resplandor del relámpago, y sus ojos como
chispas fulgurantes. El aspecto de su rostro es cual fuego ardiente.
5
Sobre su cabeza hay una corona de santidad en la que está grabado el nombre inefable
(de Dios) y de la cual surgen relámpagos; y el arco de la Sekinah está entre
sus hombros.
6
Su espada ceñida a los lomos, flechas como el rayo al cinto, un escudo de fuego
devorador sobre su cuello, v a su alrededor carbones de escordio.
7
Sobre su rostro, el resplandor de la sekinah, los cuernos de la majestad sobre
sus ruedas, y mía diadema real sobre su cráneo.
8
Su cuerpo está lleno de ojos y su elevada figura cubierta de alas.
9
De su mano derecha llamea una llama, de su izquierda flamea una flama, de su
cuerpo arden brasas —antorchas brotan de él— y de su rostro relampaguean
relámpagos. Con él hay siempre trueno sobre trueno, siempre junto a él seísmo
sobre seísmo.
10
Los dos príncipes de la merkabah están junto a él.
11
¿Por qué se llama Kerabiel Jehová, el príncipe? Porque es el encargado del cano
de los querubines y los poderosos querubines le han sido confiados. El adorna
las coronas de su cabeza y pule la diadema de su coronilla.
12
Él provoca la alabanza a su apariencia, embellece la hermosura de su majestad,
incrementa la grandeza de su honor, suscita cánticos de loa para ellos,
intensifica la fuerza de su belleza, hace refulgir fulgor de su gloria,
hermosea el ornato de su agradable encanto, teje el primor de su brillo,
embellece su magnánima belleza, glorifica su verdadera gloria y exalta el orden
de su alabanza para preparar la morada del «que reside sobre los querubines».
13
Los querubines están en pie junto a las santas Layyot. Sus alas llegan hasta
sus cabezas. La Sekinah reposa sobre ellos, y el resplandor de la gloria sobre
sus rostros. Cántico y alabanza hay en sus bocas. Las manos bajo las alas, los
pies cubiertos por las alas, cuernos de gloria sobre la cabeza, y el resplandor
de la Sekinah sobre sus rostros, La Sekinah reposa sobre ellos, piedras de
zafiro los rodean, columnas de fuego a sus cuatro costados y pilares de
antorcha a sus flancos.
14
Hay un zafiro a un lado y un zafiro al otro, y bajo los zafiros ardientes
brasas de retama.
15
Un querubín a un lado, un querubín al otro. Las alas de los querubines se
rodean una a otra gloriosamente sobre sus coronillas, y ellos las despliegan
para entonar con ellas un cántico en honor del habitante de las nubes y con
ellas rendir homenaje al rey de los reyes.
16
Kembiel, el príncipe encargado de ellos, los distribuye en órdenes bellos,
hermosos y agradables, los exalta con todo tipo de exaltación, dignidad y
gloria y los apremia, con poder y gloria, para que cumplan la voluntad de su
creador en cada momento, ya que por encima de sus elevadas cabezas reside
continuamente la gloria del rey altísimo, «que habita sobre los querubines»,
(Fragmento adicional. Descripción del mundo del trono de la
gloria)
CAPÍTULO
22 B.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el príncipe de la presencia:
—
¿Cómo pueden sostenerse en pie los ángeles en lo alto? Me dijo: Del mismo modo
que un puente está colocado sobre el río y todo el mundo pasa por él, así está
colocado un puente desde el comienzo del acceso hasta el final. Tres ángeles
servidores lo rodean y entonan un cántico ante Jehová, Dios de Israel. Expertos
del tenor y capitanes del miedo permanecen delante de él. Mil veces mil y diez
mil veces diez mil son los que deleitan entonando alabanza y loa ante Jehová,
Dios de Israel.
3
Hay numerosos puentes de fuego, otros tantos de granizo; también numerosos ríos
de granizo, numerosos tesoros de nieve y numerosas ruedas de fuego.
4
Y ¿cuántos son los ángeles servidores? Doce mil miríadas: seis mil miríadas
arriba y seis mil miríadas abajo. Los ríos de granizo son doce mil: seis mil arriba
y seis mil abajo. Los tesoros de nieve son doce mil: seis mil arriba y seis mil
abajo. Las ruedas de fuego son veinticuatro miríadas: doce miríadas arriba y doce
miríadas abajo. Ellas están alrededor de los puentes, de los ríos de fuego y de
los ríos de granizo.
Numerosos
ángeles servidores forman accesos para todas las criaturas que permanecen en
medio de esto frente a los senderos del firmamento de los cielos (raqia
samayim).
5
¿Qué hace Jehová, Dios de Israel, el rey de la gloria? El Dios grande y temblé,
poderoso en poder, cubre su rostro.
6
En Arabot, seiscientas sesenta mil miríadas de ángeles de la gloria y las
divisiones de ruego llameante permanecen frente al trono de la gloria. El rey
de la gloria cubre su rostro, pues de no ser así el firmamento de Arabot
estallaría en pedazos a causa de la majestad, esplendor, hermosura, belleza,
encanto, resplandor, claridad y excelencia de la apariencia del Santo, bendito
sea.
7
Hay numerosos ángeles servidores que ejecutan su voluntad, numerosos reyes,
numerosos príncipes en el Arabot de su complacencia, temibles entre los
soberanos del cielo, ilustres, glorificados con cántico, recordados con amor,
que tiemblan ante el resplandor de la Sekinah: sus ojos quedan deslumbrados
ante la luz de la resplandeciente hermosura de su rey, palidecen sus rostros y
su potencia desfallece.
8
Fluyen ríos de alegría, ríos de satisfacción, ríos de regocijo, ríos de júbilo,
ríos de amor, ríos de amistad que se reúnen y manan delante del trono de la
gloria, crecen y atraviesan por las entradas de los senderos del firmamento de
Arabot al son del griterío y la música de sus hayyot, al ritmo de júbilo de los
adufes de sus ofannim y al compás de la melodía de los címbalos de sus querubines.
Y se crecen y salen estruendosamente al son del himno: «Santo, santo, santo,
Jehová de los ejércitos; todo el mundo está lleno de su gloria».
(Fragmento adicional. Descripción del mundo del trono)
CAPÍTULO
22 C.
1 Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón,
el príncipe de la presencia:
—
¿Cuál es la distancia entre un puente y otro? Doce miríadas de parasangas. Su
ascenso es de doce miríadas de parasangas y su descenso de doce miríadas de
parasangas.
2
La distancia entre los ríos de terror y los ríos de temor es de veintidós
miríadas de parasangas: entre los ríos de granizo y los ríos de oscuridad,
treinta y seis miríadas de parasangas; entre las cámaras de relámpagos y las
nubes de compasión, cuarenta y dos miríadas de parasangas; entre las nubes de
compasión y la merkabah, ochenta y cuatro miríadas de parasangas; entre la
merkabah y los querubines, ciento cuarenta y ocho miríadas de parasangas; entre
los querubines y los ofannim, veinticuatro miríadas de parasangas; entre los
ofannim y las cámaras más secretas, veinticuatro miríadas de parasangas; enre
las cámaras más recónditas y las santas hayyot, cuarenta mil miríadas de
parasangas; entre una y otra ala de las hayyot, doce miríadas de parasangas —la
anchura de cada ala es de la misma medida—, y la distancia entre las santas
hayyot y el trono de la gloria es de treinta mil miríadas de parasangas.
3
Desde el pie del trono de la gloria hasta el lugar en que él se sienta hay
cuarenta mil miríadas de parasangas. Y el nombre del que allí se sienta: ¡el
nombre santificado sea!
4
Las curvaturas del arco están colocadas sobre Arabot, y su altura es de mil
veces mil y diez mil veces diez mil (parasangas) —la medida corresponde a la de
los irin y qaddisin— según está escrito: «He colocado mi arco en la nube»
(Génesis 9,13). No está escrito aquí: «Yo colocaré en la nube», sino: «He
colocado» ya; se trata de las nubes que rodean el trono de la gloria. Cuando
sus nubes pasaron, los ángeles de granizo (se transformaron) en brasas de
fuego.
5
Y un fuego de la voz descendía de al lado de las santas hayyot y, debido al
hálito de esta voz, ellas «coman» (Ezequiel 1,14) a otro lugar temiendo que les
ordenara ir hacia él; y «volvían» para que no las lastimara desde el otro lado.
Por tanto, ellas «iban y venían» (Ezequiel 1,14).
6
Y esas curvaturas del arco son más bellas y radiantes que la radiación del sol
en época del solsticio (tammuz), y son más claras que un ruego llameante, más
glandes y bellas.
7
Las medas de los ofannim están colocadas encima de las curvaturas del arco y su
altura es de mil veces mil y diez mil veces diez mil unidades de medida según
la medida de los serafines y las tropas (gedudim).
Los vientos que soplan «bajo las alas de los querubines»
CAPÍTULO
23.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Hay
numerosos vientos que soplan bajo las alas de los querubines.
Sopla
allí mi viento planeador (merahefet), pues se ha dicho: «El viento (mah) de
Dios planeaba (merahefet) sobre la haz de las aguas» (Génesis 1,2).
2
Sopla un viento recio (azzah), según se ha dicho: «El Señor hizo retirarse al
mar con un viento recio (azzah) de levante que sopló toda la noche» (Éxodo
14,21).
3
Sopla el viento del este, pues está dicho: «El viento del este había traído la
langosta» (Éxodo 10,13).
4
Sopla el viento de codornices, pues se ha dicho: «Y se levantó un viento
enviado por el Señor, que trajo codornices» (Números 11,31).
5
Sopla mi viento de celos, según se ha dicho: «Le sobreviene un viento de celos»
(Números 5.14).
6
Sopla el viento de terremoto, pues se ha dicho: «Después del viento vino un
terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto» (1 Reyes 19,11).
7
Sopla el viento de Jehová, según está dicho: «Y el viento de Jehová me llevó y
me dejó» (Ezequiel 37,1).
8
Sopla el mal viento, pues se ha dicho: «Y se apartaba de él el mal viento» (1
Samuel 16,23).
9
Sopla el viento de sabiduría, el viento de inteligencia, el viento de
conocimiento y el viento de temor de Dios, pues está dicho: «Y se posará sobre
él el viento de Jehová, viento de sabiduría e inteligencia, viento de consejo y
de fuerza, viento de conocimiento y de temor de Dios» (Isaías 11,2).
10
Sopla el viento de lluvia, pues se ha dicho: «El viento norte engendra lluvia»
(Proverbios 25,23).
11
Sopla el viento de relámpagos, pues se ha dicho: «El produce relámpagos para la
lluvia y saca el viento de sus depósitos» (Jeremías 10,13: 51,16).
12
Sopla el viento quebrador de peñas, según se dice: «El Señor pasa, y un viento
recio y fuerte descuaja las montañas y quiebra peñas precediendo al Señor» (1
Reyes 19,11).
13
Sopla el viento de la calma del mar, pues está dicho: «E hizo pasar Dios un
viento sobre la tierra, tras lo cual las aguas se calmaron» (Génesis 8,1).
14
Sopla el viento de ira, pues se dice: «He aquí que un viento fuerte ha
sobrevenido del lado del desierto y ha embestido las cuatro esquinas de la
casa, que se ha derrumbado» (Job 1,19).
15
Sopla el viento de tempestad, pues se ha dicho: «Viento de tempestad que cumple
su mandato» (Salmos 148,8).
16
Y Satán está entre esos vientos, pues el viento de tempestad no es otra cosa
que Satán. Todos esos vientos no soplan sino bajo las alas de los querubines,
pues se dice: «Montó sobre un querubín, emprendió vuelo: planeó sobre las alas
del viento» (Salmos 18.11).
17
Y ¿a dónde van todos esos vientos? La Escritura nos enseña que salen de debajo
de las alas de los querubines y descienden sobre la rueda del sol, pues se ha
dicho: «Camina el viento hacia el mediodía y luego vuelve al norte, gira y gira
y camina el viento, y a sus giros el viento vuelve» (Eclesiastés 1,6). Y desde
la meda del sol ellos vuelven, y descienden sobre los ríos y los mares, sobre las
montañas y las colmas, según se ha dicho: «Pues he aquí que es quien ha formado
las montañas y creado el viento» (Amos 4,13).
18
Y desde las montañas y las colinas vuelven y descienden a los mares y a los
ríos; desde los mares y los ríos vuelven y descienden a las ciudades y
provincias; desde las ciudades y provincias vuelven y descienden al jardín;
desde el jardín vuelven y descienden a Edén, pues se ha dicho: «Se paseaba por
el jardín al viento del día» (Génesis 3.8). En medio del jardín Edén se mezclan
y soplan de un lado a otro impregnándose de los aromas del jardín y de los
perfumes de Edén, hasta que se separan y, habiéndose llenado con el olor del
más puro aroma, llevan el olor de los perfumes y aromas del jardín Edén ante
los justos y piadosos que heredarán el jardín Edén y el árbol de la vida en el
tiempo venidero, como se ha dicho: «Despierta, viento del norte; llégate,
viento del sur; orea mi jardín, que exhale sus perfumes. Ente mi amado a su
jardín y coma de sus frutos exquisitos» (Cantar de los Cantares 4,16).
Los diferentes carros («merkabot») de Dios
CAPÍTULO
24.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia, la
gloria de todos los cielos:
—Numerosos
carros posee el Santo, bendito sea. Tiene los carros de los querubines, pues se
ha dicho: «Montó sobre un querubín, emprendió vuelo» (Salmos 18,11; 2 Samuel
22.11).
2
Tiene los carros de viento, como se dice; «Y planeó sobre las alas del viento»
(ibíd).
3
Tiene los carros de nube ligera, pues está dicho: «Mirad al Señor, que cabalga
sobre una nube ligera» (Isaías 19,1).
4
Tiene los carros de nubes, según se dice: «He aquí que yo vendré a ti en el
espesor de la nube» (Éxodo 19,9).
5 Tiene los carros del altar, como se ha dicho:
«Vi al Señor de pie sobre el altar» (Amos 9,1).
6
Tiene los carros de miríadas, según se dice: «Los carros de Dios son miríadas;
millares de ángeles» (Salmos 68,18).
7
Tiene los carros de la tienda, pues está dicho: «Y el Señor apareció en la
tienda en una columna de nube» (Deuteronomio 31,15).
8
Tiene los carros del tabernáculo, según se dice: «Y el Señor le habló desde el
tabernáculo» (Levítico 1,1).
9
Tiene los carros del propiciatorio, pues se ha dicho: «Y escuchó la voz que le
hablaba por encima del propiciatorio» (Números 7,89)
10
Tiene los carros de piedra de zafiro, como se ha dicho: «Y bajo sus pies había
como un pavimento de baldosa de zafiro» (Éxodo 24,10).
11
Tiene los carros de águilas, según se dice: «Os he transportado en alas de
águilas» (Éxodo 19,4). Aquí no se trata de «águilas» literalmente, sino de que
vuelan veloces como águilas.
12
Tiene los carros de aclamación, pues se ha dicho: «Dios ascendió en una
aclamación» (Salmos 47,6).
13
Tiene los carros de Arabot, según se dice: «Allanad el camino para el que
cabalga sobre Arabot» (Salmos 68,5).
14
Tiene los carros de nubes densas, pues se ha dicho: «El que hace de las nubes
densas su carro» (Salmos 104,3).
15
Tiene los carros de las hayyot, según se dice: «Y las hayyot corrían y volvían»
(Ezequiel 1,14). Ellas corren por mandato y vuelven por mandato, porque la Sekinah
está sobre sus cabezas.
16
Tiene los carros de ruedas, pues se dice: «Y le dijo: Penetra por entre las ruedas»
(Ezequiel 10,2).
17
Tiene los carros de querubín ligero, según se ha dicho: «El que cabalga sobre
un querubín ligero».
Y
cuando él cabalga sobre un querubín ligero, habiendo colocado sobre él uno de
sus pies y sin haber colocado aún el otro sobre él, contempla dieciocho mil
mundos en un solo abrir y cerrar de ojos.
Distingue
y ve en todos ellos y sabe lo que hay en cada uno de ellos, mientras coloca sus
pies —incluido el segundo— sobre él, pues se dice: «Un entorno de dieciocho
mil» (Ezequiel 48,35).
¿De
dónde sabemos que él contempla cada uno de ellos cada día? Se ha dicho: «Desde
los cielos observa a los hijos del hombre para ver si hay algún sensato que
busque a Dios» (Salmos 14,2).
18
Tiene los carros de los ofannim, según se ha dicho: «Y los ofannim estaban
llenos de ojos alrededor» (Ezequiel 10,12).
19
Tiene los carros de su santo trono», pues se dice: «Dios está sentado sobre su
santo trono» (Salmos 47,9).
20
Tiene los carros del trono de Yah, como se ha dicho: «Porque una mano se alzó
sobre el trono de Yah» (Éxodo 17,16).
21
Tiene los carros del trono de juicio, pues se ha dicho: «El Señor de los
ejércitos será exaltado en juicio» (Isaías 5,16).
22
Tiene los carros del trono de la gloria, según se dice: «El trono de la gloria,
colocado en alto desde el principio, es el lugar de nuestro santuario»
(Jeremías 17,12).
23
Tiene los carros del trono elevado y excelso, pues se dice: «Vi al Señor
sentado sobre el trono elevado y excelso» (Isaías 6,1).
Ofanniel, el príncipe de los «ofannim». Descripción de los
«ofannim»
CAPÍTULO
25.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Superior
a éstos hay un gran príncipe, héroe temible, caudillo excelso, anciano
venerable y fuerte. Ofanniel Jehová es su nombre.
2 Tiene dieciséis caras, cuatro a cada lado, y
cien alas a cada lado. Posee ocho mil cuatrocientos sesenta y seis ojos, que
corresponden a los días del año, dos mil ciento noventa —y algunos dicen dos
mil ciento dieciséis— a cada lado.
3
Respecto a los dos ojos de su rostro, en cada uno relampaguean relámpagos y de
cada uno se encienden antorchas. No hay criatura capaz de contemplarlos, pues
todo el que los mira inmediatamente se abrasa.
4
Su estatura es como la distancia de un trayecto de dos mil quinientos años.
Ningún ojo puede ver y ninguna boca expresar el poder fortísimo de su potencia,
a no ser el Rey de reyes, el Santo, bendito sea.
5
¿Por qué se le llama Ofanniel? Porque es el encargado de los ofannim y éstos
han sido confiados en su mano; él ha sido designado para atender a los ofannim.
Permanece junto a ellos cada día, los atiende y embellece. Exalta y ordena su
aposento, abrillanta su estrado, hace confortable su morada, nivela sus
esquinas y limpia su sede. Vela por ellos mañana y tarde, noche y día, para
acrecentar su belleza, engrandecer su dignidad y hacerlos diligentes en la
alabanza a su creador.
6
Todos los ofannim están llenos de ojos, todos ellos llenos de resplandor. Setenta
y dos piedras de zafiro están incrustadas en sus vestiduras por su lado
derecho, y setenta y dos piedras de zafiro están incrustadas en sus vestiduras
por su lado izquierdo.
7
Cuatro esmeraldas están incrustadas en la corona de cada uno, cuyo brillo se
esparce por las cuatro direcciones de Arabot, del mismo modo que la meda del
sol, cuyo resplandor se difunde en todas las direcciones del universo. ¿Por qué
se llama esmeralda (bareqet)? Porque su brillo semeja la apariencia de un
relámpago (baraq). Tabernáculos de esplendor, tabernáculos de resplandor,
tabernáculos de fulgor como del zafiro y la esmeralda los rodean, debido al
brillante aspecto de sus ojos.
Serafiel,
el príncipe de los serafines. Descripción de los serafines
CAPÍTULO
26.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Superior
a éstos, es un príncipe maravilloso, noble, grande, honorable, poderoso, terrible,
caudillo, jefe, hábil escriba, glorificado, honrado y amado.
2
Todo él lleno de resplandor, todo él pleno de alabanza y lustre, todo él lleno
de esplendor, todo él henchido de luz, todo él repleto de belleza, todo él
colmado de hermosura, todo él inundado de grandeza.
3
Su apariencia toda es como la de los ángeles, su cuerpo como águilas.
4
Su resplandor como relámpagos, su aspecto como antorchas, su belleza como chispas,
su gloria como brasas, su majestad como hasmallim, su fulgor como la
luminosidad del planeta Venus, su imagen como la del luminar mayor, su altura
como los siete cielos y la luz de sus palpados como una luz siete veces.
5
El zafiro colocado sobre su cabeza tiene el volumen de un mundo y el resplandor
del mismo cielo al brillar.
6
Su cuerpo está lleno de tantos ojos como astros hay en el cielo, insondables e
innumerables. Cada ojo es como el planeta Venus; algunos de ellos son como el
luminar menor y otros como el luminar mayor. Desde los talones hasta las
rodillas son como estrellas de relámpago, desde las rodillas hasta los muslos
como el planeta Venus, desde los muslos hasta los lomos como el luminar de la
luna, desde los lomos hasta el cuello como la luz del sol, y desde el cuello
hasta el cráneo como la luz imperecedera.
7
La corona colocada sobre su cabeza es como el esplendor del trono de la gloria.
La medida de la corona es como la distancia de un trayecto de quinientos dos
años. Y no existe ninguna clase de esplendor, ningún tipo de resplandor,
ninguna especie de brillo, ninguna condición de luz que no esté fijado en esa
corona.
8
Tal es el príncipe llamado Serafiel Jehová, y talla corona que está sobre su
cabeza cuyo nombre es «príncipe de paz». ¿Por qué se llama Serafiel Jehová?
Porque es el encargado de los serafines: los llameantes serafines han sido
confiados en su mano. Permanece junto a ellos noche y día, los adiestra en
cántico, alabanza, belleza, poder y majestad, para que proclamen la belleza de
su rey con todo tipo de alabanza y santificación (qedussah).
9
¿Cuántos son los serafines? Cuatro, correspondientes a los cuatro vientos del
mundo. ¿Cuántas alas tiene cada uno de ellos? Seis, correspondientes a los seis
días de la creación. ¿Cuántas caras tiene cada uno? Dieciséis caras los cuatro,
cuatro cada uno de ellos.
10
El tamaño de los serafines y la altura de cada uno corresponde a los siete
cielos. La medida de cada ala es como el volumen de un cielo. El tamaño de cada
rostro como la cara del este.
11
Cada uno de ellos emite tanta luz como el trono de la gloria, de modo que ni
siquiera las santas hayyot, los magníficos ofannim, los gloriosos querubines
pueden contemplarla, ya que todo el que la observe, sus ojos se nublarán a
causa de su gran resplandor.
12
¿Por qué se les llama serafines? Poique queman (sorefiin) los libros de Satán.
Cada día se sienta Satán junto a Sammael, el príncipe de Roma, y Dubbiel, el
príncipe de Persia, y escriben los pecados de Israel en libros que entregan a
los serafines para que los presenten ante el Santo, bendito sea, con el fin de
que haga desaparecer a Israel del mundo. Pero los serafines saben por los
secretos del Santo, bendito sea, que no desea que perezca este pueblo de
Israel. ¿Qué hacen los serafines?
Toman
cada día los libros de manos de Satán y los queman en el fuego encendido que se
alza y eleva frente al trono de la gloria para no presentarlos ante el Santo,
bendito sea, cuando, sentado sobre el trono del juicio, juzga a todo el mundo
en verdad.
Radweriel, el guardián del libro de los recuerdos
CAPÍTULO
27.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel de Jehová, el príncipe de la
presencia:
—Superior
a los serafines hay un príncipe, exaltado sobre todos los príncipes, el más
prodigioso de todos los sirvientes, cuyo nombre es Radweriel Jehová y a cuyo
cargo están los archivos de los libros.
2
El saca y lleva ante el Santo, bendito sea, el cofre de los escritos en cuyo interior
se encuentra el libro de recuerdos; rompe los sellos del cofre, lo abre, saca
los libros y los entrega ante el Santo, bendito sea. El Santo, bendito sea, los
toma en su mano y los pone a la vista de los escribas para que los lean ante el
tribunal supremo que está en lo alto del firmamento de Arabot, ante la corte
celestial.
3
¿Por qué se llama Radweriel? Porque un ángel es creado por cada dicho que sale
de su boca. Él participa en los cánticos de los ángeles servidores y entona un
canto ante el Santo, bendito sea, cuando llega el momento de decir «Santo».
Los «irin» y «qaddisin»
CAPÍTULO
28.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Superiores
a todos éstos hay cuatro grandes príncipes llamados irin y qaddisin, elevados,
honorables, temibles, amados, prodigiosos y gloriosos. Son superiores a todos
los seres celestiales: como ellos no hay entre todos los príncipes celestiales,
no tienen par entre todos los sirvientes, ya que cada uno de ellos equivale a
todo el resto junto.
2
Su morada está frente al trono de la gloria, su tribuna frente al Santo,
bendito sea; así el resplandor de su morada es un reflejo del resplandor del
trono de la gloria, y el esplendor de su apariencia es reflejo del esplendor de
la Sekinah.
3
Ellos son glorificados por la gloria del Poderoso y alabados por la alabanza de
la Sekinah.
4
y no sólo eso, sino que el Santo, bendito sea, no hace nada en su mundo hasta
que consulta con ellos primero, y después de eso lo hace, pues está dicho: «Por
decisión de los irin se dicta este fallo, y por orden de los qaddisin es la
resolución» (Daniel 4,14).
5
Dos son los irin y dos los qaddisin. ¿Cómo permanecen ante el Santo, bendito
sea? Se enseña que un ir permanece a
un lado y un ir al otro; un qaddis a un lado y un qaddis al otro.
6
Ellos exaltan siempre a los humildes: abajan a los orgullosos hasta el suelo y
elevan a los humildes hasta lo alto.
7
Cuando el Santo, bendito sea, se sienta cada día en el trono del juicio y juzga
al mundo entero, estando los libros de los vivos y los libros de los muertos
abiertos ante él, todos los seres celestiales permanecen en pie ante él con
temor, miedo, pavor y temblor.
Cuando
el Santo, bendito sea, se sienta en el trono del juicio para dictar sentencia,
su vestido es blanco como la nieve, los cabellos de su cabeza como lana virgen
y su manto entero como luz brillante. Todo él cubierto de justicia como de una
cota de mallas.
8
Irin y qaddisin permanecen ante él como comisarios ante el juez. Elevan y
exponen cada causa, cierran el caso que llega a juicio ante el Santo, bendito
sea, según se dice: «La sentencia es por el decreto de los irin y la demanda
por la palabra de los qaddisin» (Daniel 4,14).
9
Unos argumentan, otros dictan sentencia en el tribunal supremo de Arabot. Unos
realizan interrogatorios ante el Poderoso, otros cierran los casos ante el
Altísimo. Algunos, al terminar, descienden y ejecutan las sentencias en el
mundo inferior, según está dicho: «Vi bajar del cielo un ir y un qaddis
gritando con voz fuerte: Derribad el árbol, tronchad su ramaje, arrancadle el
follaje, esparcid sus frutos; que huyan de su sombra las fieras y las aves de
su ramaje» (Daniel 4,10-11).
10
¿Por qué se les llama irin y qaddisin? En razón de que ellos santifican (maqdisin)
el cuerpo y el alma con azotes de fuego en el día tercero del juicio, según se dice:
«En dos días nos hará revivir, al tercer día nos restablecerá y viviremos en su
presencia» (Oseas 6,2).
Descripción de una clase de ángeles
CAPÍTULO
29.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metanón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Setenta
nombres tiene cada uno de ellos, correspondientes a las setenta lenguas que hay
en el mundo, y todos ellos están (basados) en el nombre del Santo, bendito sea.
Cada nombre se halla escrito con estilete llameante sobre la terrible corona
que está sobre la cabeza del alto y excelso rey.
2
De cada uno de ellos surgen chispas y relámpagos. Cada uno está rodeado por
cuernos de resplandor. De cada uno irradian luces, a cada uno lo rodean cabañas
y tiendas de esplendor, de modo que ni siquiera
los serafines y las hayyot, que son superiores a todos los seres celestiales,
pueden contemplarlos.
Los setenta y dos príncipes de los reinos y el príncipe del mundo
actuando ante el tribunal supremo del cielo
CAPÍTULO
30.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Siempre
que el tribunal supremo toma asiento en lo alto, en el firmamento de Arabot,
ninguno de los que están en el mundo puede hablar a excepción de aquellos
grandes príncipes que son llamados Jehová por el nombre del Santo, bendito sea.
2
¿Cuántos son tales príncipes?
Son
los setenta y dos príncipes de los reinos que hay en el mundo más el príncipe
del mundo, el cual habla en favor del mundo ante el Santo, bendito sea, todos
los días cuando se abre el libro donde están reseñadas todas las acciones del
mundo, según se ha dicho: «El tribunal tomó asiento y se abrieron los libros»
(Daniel 7,10).
La justicia, la misericordia y la verdad están junto al trono del
juicio
CAPÍTULO
31.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Cuando
el Santo, bendito sea, se sienta en el trono del juicio, la justicia permanece
a su derecha, la misericordia a su izquierda y la verdad ante él.
2
Y cuando un hombre llega a juicio ante él, surge del resplandor de la
misericordia una especie de vara que queda quieta frente a él. Al punto cae el
hombre sobre su rostió y todos los ángeles de destrucción tiemblan y se asustan
por su causa, según se dice: «Su trono se fundará en la misericordia, y sobre
él se sentará la verdad» (Isaías 16,5).
El cumplimiento de la sentencia contra el malvado. La espada de
Dios
CAPÍTULO
32.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Cuando
el Santo, bendito sea, abre el libro, cuya mitad es fuego y la otra mitad
llama, parten ellos de su presencia a cada instante para cumplir la sentencia
contra los malvados por medio de su espada desenvainada cuyo resplandor luce
como un relámpago y atraviesa el mundo de uno a otro confín, según se dice:
«Ciertamente con el fuego de Jehová se hace justicia y con su espada sobre todo
mortal» (Isaías 66,16).
2
Todos los habitantes del mundo, de mío a otro confín, temen y tiemblan por su
causa, cuando ven su espada, afilada como rayo, de la que surgen chispas y
destellos del tamaño de las estrellas, según está dicho: «Cuando afile el rayo
de mi espada y empuñe en mi mano la justicia haré venganza de mis enemigos y a
quienes me aborrecen daré pago» (Deuteronomio 32,41).
Los ángeles de misericordia, de paz y destrucción junto al trono
del juicio. Los escribas. Los ángeles que están junto al trono de la gloria y
los ríos de fuego
CAPÍTULO
33.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Cuando
el Santo, bendito sea, se sienta en el trono del juicio, los ángeles de
misericordia permanecen a su derecha, los ángeles de paz a su izquierda y los
ángeles de destrucción ante él.
2
Un escriba está por debajo de él y otro escriba por encima.
3
Los gloriosos serafines los rodean como antorchas en torno al trono de la gloria.
Alrededor de ellos nubes de fuego y nubes de antorcha a derecha e izquierda.
Las santas hayyot alzan el trono de la gloria desde abajo: cada mía con tres
dedos.
La
medida de la altura de los dedos de cada una es de ochocientas mil, setecientas
mil y sesenta y seis mil parasangas.
4
De por debajo de los pies de las hayyot manan y surgen siete ríos de fuego;
cada río tiene una anchura de trescientas sesenta y cinco mil parasangas y una
profundidad de doscientas cuarenta y ocho mil miríadas de parasangas. Su
longitud es insondable e inmensurable.
5
Cada río da un rodeo similar a mi arco en las cuatro direcciones del firmamento
de Arabot, cae y se detiene en Maón, desde Maón a Zebul, desde Zebul a
Sejaquim, de Sejaquim a Raquía, de Raquía a Samáyim, y desde Samáyim sobre la
cabeza de los malvados que están en la gehenna, según se ha dicho: «He aquí el
huracán de Jehová: el furor estalla y un huracán voltejea, sobre la cabeza de
los malvados gira» (Jeremías 23,19).
Los diferentes círculos concéntricos que hay alrededor de las
«hayyot»
CAPÍTULO
34.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Las
pezuñas de los pies de las hayyot están rodeadas por siete nubes de brasa, Las nubes
de brasa están rodeadas por siete murallas de llama. Las siete murallas de
llama están rodeadas por siete murallas de antorcha, rodeadas de siete murallas
de piedras de granizo (el-gabis).
Por
delante de las piedras de granizo rodean piedras de escarcha. Delante de las
piedras de escarcha rodean piedras de «alas de huracán». Por delante de las
piedras de «alas de huracán» rodean llamas de fuego. Delante de las llamas de
fuego rodean cámaras de tempestad, y delante de las cámaras de tempestad rodean
el fuego y el agua.
2
Ante el fuego y el agua rodean los que dicen «Santo». Delante de los que dicen
«Santo» rodean los que dicen «Bendito». Delante de los que dicen «Bendito»
rodean nubes luminosas. Delante de las nubes luminosas rodean brasas de retama.
Ante las brasas de retama rodean campamentos de fuego y diez mil ejércitos de
llama. Entre uno y otro campamento, así como entre uno y otro ejército, hay una
nube envolvente para que no se quemen con el fuego.
Los campamentos de los ángeles en el firmamento de Arabot. Los
ángeles recitan la «qedussah»
CAPÍTULO
35.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, ángel, el príncipe de la presencia:
—Quinientas
seis mil miríadas de campamentos tiene el Santo, bendito sea, en lo alto del
firmamento de Arabot. Cada campamento se compone de cuatrocientos noventa y
seis mil ángeles.
2 La estatura de cada ángel es como el
gran mar; el aspecto de su apariencia, como el del relámpago; sus ojos, como
antorchas de friego; sus brazos y sus pies, como el estrépito de una multitud.
3
Todos ellos permanecen ante el trono de la gloria en cuatro filas, estando los
príncipes del ejército a la cabeza de cada fila.
4
Unos entonan el «Santo», otros el «Bendito»; unos corren como mensajeros, otros
quedan de servicio, según se ha dicho: «Mil millares le servían y diez mil
veces diez mil estaban en pie ante él. El tribunal tomó asiento y se abrieron
los libros» (Daniel 7,10).
5
Cuando llega el momento de decir «Santo», sale en primer lugar un viento de
huracán de delante del Santo, bendito sea, y cae en el campamento de la Sekinah
produciendo una gran conmoción entre ellos, pues está dicho: «He aquí el
huracán de Jehová: el furor estalla y un huracán voltejea» (Jeremías 23,19).
6
En ese momento mil miles de ellos se tornan chispas, mil miles de ellos se
convierten en antorchas, mil miles se vuelven brasas, mil miles se tornan en
llamas, mil miles se convierten en machos y mil miles en hembras, mil miles en
vientos, mil miles en fuegos ardientes, mil miles en llamaradas, mil miles en
chispas, mil miles en hasmallim de luz, hasta que reciben sobre ellos el alto y
excelso yugo del reino de los cielos del creador de todos ellos con miedo, pavor
y temblor, con conmoción, angustia, terror y trepidación.
Después
de eso son restaurados a su primera forma para que siempre esté ante ellos el
temor a su rey, de modo que su corazón esté dispuesto para decir «Santo»
continuamente, según se ha dicho: «Y gritaban uno a otro diciendo: Santo,
santo, santo...» (Isaías 6,3).
El baño de los ángeles en el río de fuego antes de recitar el
«cántico»
CAPÍTULO
36.
1
Dijo Rabi Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Cuando
los ángeles del ministerio desean entonar el cántico, el río de fuego (nehar
dinur) aumenta en unos cuantos miles de miles y miríadas de miríadas de fuerza
y potencia de fuego fluyendo y pasando bajo el trono de la gloria entre los
campamentos de los ángeles servidores y las tropas de Arabot.
2
Todos los ángeles servidores descienden en primer lugar al río de fuego y se
sumergen en el fuego, introduciendo en él su lengua y su boca siete veces;
después de eso suben y se ponen una vestidura de mahaqe samal, se cubren con
mantos de hasmal y permanecen en cuatro filas tiente al trono de la gloria en
cada cielo.
Los cuatro campamentos de la «Sekinah» y sus alrededores
CAPÍTULO
37.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—En
los siete palacios permanecen cuatro carros de la Sekinah, y delante de cada
uno hay cuatro campamentos de la Sekinah. Entre un campamento y otro fluye
continuamente un río de fuego.
2
Entre un río y otro hay nubes de resplandor que los rodean, y entre nube y nube
están plantadas columnas de azufre. Entre columna y columna hay ruedas llameantes
que las rodean, y entre rueda y rueda llamas de fuego que las rodean. Entre
llama y llama hay depósitos de relámpagos que las rodean.
Por
detrás de los depósitos de relámpagos están las alas de huracán que los rodean.
Por detrás de las alas de huracán están las cámaras de tempestad que las
rodean, Detrás de las cámaras de tempestad hay vientos, ruidos, truenos,
chispas (sobre) chispas, seísmos (sobre) seísmos que las rodean.
El temor que sobrecoge a los cielos al sonido del «Santo» hasta
que el príncipe del mundo los calma
CAPÍTULO
38.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
—Cuando
los ángeles servidores dicen «Santo», todas las columnas de los cielos y sus
bases se tambalean, las puertas de los palacios del firmamento de Arabot
tiemblan, los fundamentos del universo (tebel) y de Sejaquim vacilan, los
órdenes de Maón y las cámaras de Makón se estremecen, todos los órdenes de
Raquía, las constelaciones y las estrellas se espantan, y las ruedas del sol y
de la luna se apresuran a huir de sus cursos y corren doce mil parasangas
intentando atrojarse a sí mismos del cielo.
2
Todo ello a causa del trueno de su voz al cantar, del estrépito de su alabanza
y de las chispas y rayos que salen de sus rostros, pues se ha dicho: «La voz de
un trueno sonó en el torbellino; alumbraron el orbe relámpagos; se estremeció y
retembló la tierra» (Salmos 77,19).
3
Hasta que el príncipe del mundo los llama diciendo:
—
¡Permaneced tranquilos en vuestro sitio! No temáis por causa de los ángeles
servidores que entonan el canto ante el Santo, bendito sea, pues se ha dicho:
«Cuando cantaban a coro las estrellas de la mañana y todos los hijos de Elohim
aclamaban unánimes» (Job 8,7).
Los nombres inefables vuelan desde el trono y las diversas huestes
angélicas se postran ante ellos en el momento de la «qedussah»
CAPÍTULO
39.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Cuando
los ángeles servidores dicen «Santo», todos los nombres inefables, que están
grabados con una pluma llameante sobre el trono de la gloria, vuelan como
águilas de dieciséis alas, circundan y rodean al Santo, bendito sea, por los
cuatro lados del lugar de su Sekinah.
2
Los ángeles del ejército, los ministros llameantes, los poderosos ofamñm, los
querubmes de la Sekmah, las santas hayyot, los serafines, los erellim, los
tafsarim, las tropas de fuego devorador, los ejércitos de fuego, las huestes
llameantes y los santos príncipes ceñidos de coronas, revestidos de majestad
real, cubiertos de gloria, rodeados de esplendor, armados de poder, ceñidos de
alteza, caen tres veces sobre su rostro diciendo: «Bendito sea el nombre de su
glorioso reino para siempre jamás».
Los ángeles servidores son recompensados con coronas cuando dicen
«Santo» correctamente, y castigados con fuego devorador si no lo hacen. Nuevos
ángeles creados en lugar de los consumidos por el fuego
CAPÍTULO
40.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
—Cuando
los ángeles servidores dicen «Santo» correctamente ante el Santo, bendito sea,
entonces los sirvientes de su trono, los que atienden a su gloria, salen con
gran alegría de debajo del trono de la gloria.
2
Cada uno de ellos lleva en las manos miles de miles y miríadas de miríadas de
coronas de estrellas, similares al aspecto brillante del planeta Venus, y las
ciñen a los ángeles servidores y a los grandes príncipes, aquellos que dicen
«Santo». Tres coronas ponen sobre cada uno de ellos: una corona por decir
«Santo», una corona por decir «Santo, santo» y una tercera corona por decir
«Santo, santo, santo es Jehová Sebaot».
3
Cuando no dicen «Santo» correctamente, surge fuego devorador de delante del
dedo meñique del Santo, bendito sea, cae en medio de sus filas, se divide en
cuatrocientas noventa y seis mil miríadas de partes —correspondientes a los
cuatro campamentos de ángeles servidores— y los consume en un momento, según se
ha dicho: «El fuego avanza ante él y abrasa en derredor a sus contrarios».
4
Después de esto abre su boca el Santo, bendito sea, dice una palabra y crea a
otros en su lugar; los nuevos son como ellos. Permanece cada uno cantando ante
el trono de la gloria y dicen «Santo», pues se ha dicho: «Ellos son nuevos cada
mañana: ¡qué grande es tu fidelidad!» (Lamentaciones 3,23).
Metatrón muestra a Rabí Yismael las letras grabadas sobre el trono
de la gloria
CAPÍTULO
41.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
—Ven
y mira las letras por las que fueron creados los cielos y la tierra, las letras
por las que fueron creados mares y ríos, las letras por las que fueron creadas
montañas y colinas, las letras por las que fueron creados árboles y hierbas,
las letras por las que fueron creadas estrellas y constelaciones, las letras
por las que fueron creadas la rueda de la luna y la rueda del sol, Orión, las
Pléyades y todos los diferentes luminares de Raquía,
2
las letras por las que fueron creados el trono de la gloria y las ruedas de la
merkabah, las letras por las que fueron creadas las cosas que los mundos
necesitaban,
3
las letras por las que fueron creados sabiduría, entendimiento, conocimiento, prudencia,
mansedumbre y rectitud en los que el mundo entero se sostiene.
4
Yo caminaba junto a él y me tomó de la mano, me alzó sobre sus alas y me mostró
aquellas letras, todas ellas grabadas con pluma llameante sobre el trono de la
gloria. De ellas brotan chispas que cubren todas las cámaras de Arabot.
Ejemplos de cosas opuestas que se equilibran por algunos nombres
divinos y otras maravillas similares
CAPÍTULO
42.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia:
—Ven
y te mostraré dónde están suspendidas las aguas en lo alto, dónde se enciende
el fuego en medio del granizo, dónde alumbran relámpagos en medio de montañas
de nieve, dónde los truenos braman en las alturas celestiales, dónde se quema
una llama en medio del fuego ardiente, dónde se hacen oír voces entre el trueno
y el seísmo.
2
Caminaba yo junto a él y me tomó de la mano, me alzó sobre sus alas y me mostró
todas esas cosas. Contemplé las aguas suspendidas en lo alto del firmamento de
Arabot por la fuerza del hombre Yah ehyeh aser ehyeh («Yah, yo soy el que soy»,
Éxodo 3,14) y sus frutos descendían de los cielos regando la superficie del
mundo, pues está dicho: «Riegas los montes de tus moradas; del fruto de tus
obras se sacia la tierra» (Salmos 104,3).
3
Vi fuego, nieve y piedras de granizo y entremezclándose sin sufrir perjuicio por
la fuerza del nombre Es okelah («fuego devorador»), según se ha dicho: «Pues
Jehová, tu Dios, es fuego devorador» (Deuteronomio 4,24).
4
Vi relámpagos que brillaban en medio de montañas de nieve sin sufrir daño por
la fuerza del nombre Yah sur olamim («Yah, la roca eterna»), como está dicho:
«Pues en Yah, Jehová, está la roca eterna» (Isaías 26,4).
5
Vi truenos y voces que rugen en medio de llamas de fuego sin sufrir daño por la
fuerza del nombre El Sadday rabbah («el gran Dios todopoderoso»), según se ha
dicho: «Yo soy Dios todopoderoso» (Génesis 17,1).
6
Vi llamas ardientes que arden y brillan en medio de un fuego ardiente sin
sufrir daño por la fuerza del nombre Yah al kes Yah («la mano sobre el trono de
Yah»), pues se ha dicho: «Y dijo: pues la mano está sobre el trono de Yah»
(Éxodo 17,16).
7
Vi ríos de fuego en medio de ríos de agua sin sufrir menoscabo por la fuerza
del hombre Oseh salom («pacificador»), según se ha dicho: «Pone paz en sus
alturas» (Job 25,2). Ya que él pone paz entre el fuego y el agua, entre el
granizo y el fuego, entre el viento y la nube, entre terremoto y chispas.
Metatrón enseña a Rabí Yismael los espíritus de los justos que aún
no han sido creados y los creados que retornaron
CAPÍTULO
43.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
—Ven
y te mostraré dónde están los espíritus de los justos que fueron creados y
retornaron y los espíritus de los justos que aún no han sido creados.
2
Me alzó junto a él, me cogió de la mano y me elevó cerca del trono de la
gloria, cerca del lugar de la Sekinah. Me descubrió el trono de la gloria y me
mostró aquellos espíritus que fueron creados y retornaron, los cuales estaban
volando por encima del trono de la gloria ante el Santo, bendito sea.
3
Después de esto consideré el siguiente versículo de la Escritura y hallé su
interpretación, pues se ha dicho: «El espiritu se revestirá ante mí, y las
almas que yo he hecho» (Isaías 57,16). «El espíritu se revestirá ante mí» se
refiere a los espíritus que fueron creados en el cuerpo de las criaturas de los
justos y que han retornado ante el Santo, bendito sea. «Y las almas que yo he
hecho» se refiere a los espiritas de los justos que aún no han sido creados en
el guf [literalmente: "cuerpo"].
Metatrón enseña a Rabí Yismael los espíritus de los malvados y de
los intermedios en el «seol». Los patriarcas oran por la liberación de Israel
CAPÍTULO
44.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón, el ángel el príncipe de la presencia:
—Ven
y te mostraré dónde permanecen los espíritus de los malvados y los espíritus de
los intermedios, y a dónde descienden los espíritus de los intermedios y a
dónde descienden los espíritus de los malvados.
2
Y añadió:
—Los
espiritas de los malvados descienden al seol por medio de dos ángeles de destrucción
que son Zaafiel y Simkiel.
3
Simkiel está encargado de los espíritus de los intermedios a fin de protegerlos
y purificarlos del pecado por la gran misericordia del Omnipresente. Zaafiel se
encarga de que los espíritus de los malvados desciendan desde delante de la
presencia del Santo, bendito sea, del esplendor de la Sekinah, al seol, para
ser castigados en el fuego de la gehenna con látigos de carbón al rojo.
4
Fui junto a él, me cogió de la mano, me alzó y me los señaló a todos con sus dedos.
5
Observé que la apariencia de sus rostros era como de hombres y sus cuerpos como
águilas. Y no sólo eso, sino que además la tonalidad de la imagen de los
intermedios era amarillenta a causa de sus obras, ya que en ellos quedan
defectos hasta que son purificados de su pecado por medio del fuego.
6
El tono de la imagen de los espíritus de los malvados era como el fondo de un
puchero debido a la maldad de sus acciones.
7
Contemplé los espíritus de los patriarcas: Abrahán, Isaac, Jacob y el resto de
los justos a los que se había sacado de sus tambas para subir al cielo (raqia).
Ellos rezaban ante el Santo, bendito sea, diciendo en su oración; « ¡Señor del
universo! ¿Hasta cuándo vas a quedarte sentado en el trono como alguien que
está de duelo, con tu mano derecha detrás de ti, sin liberar a tus hijos ni
revelar tu reino en el mundo, sin compadecerte de tus hijos que se han
convertido en esclavos entre las naciones del mundo, ni de tu mano derecha que
está detrás de ti, con la cual extendiste los cielos y la tierra y los cielos
de los cielos? ¿Cuándo te compadecerás?».
8
Entonces el Santo, bendito sea, responde a cada uno de ellos diciendo: «Ya que
estos malvados han pecado de tal y tal manera y han realizado tales y tales
transgresiones contra mí, ¿cómo puedo yo liberar a mi gran mano derecha de la
desgracia causada por ellos?»
9
En ese momento me llamó Metatrón y me dijo:
—
¡Siervo mío! Coge los libros y lee sus malas acciones. Al punto tomé los libros
y leí sus acciones. Treinta y seis transgresiones se encontraban escritas
respecto a cada malvado, y aún más: habían transgredido todas las letras de la
Torá, según se ha dicho:
«Todo
Israel ha transgredido tu Ley (et torateka)» (Daniel 9,11). No está escrito al
torateka («sobre tu Ley»), sino et torateka («tu Ley»), porque transgredieron
desde el alef hasta el tau, cuarenta estatutos por cada letra.
10
Inmediatamente rompen en llanto Abrahán, Isaac y Jacob. Después les dice el
Santo, bendito sea: «Abrahán, mi amado; Isaac, mi elegido; Jacob, mi
primogénito, ¿cómo puedo liberarlos ahora de entre las naciones del mundo?». Al
punto Miguel, príncipe de Israel, grita y llora diciendo: «¿Por qué, Jehová, te
quedas a lo lejos?» (Salmos 10,1).
Metatrón muestra a Rabí Yismael los acontecimientos pasados y
futuros
CAPÍTULO
45.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
—Ven
y te mostraré la cortina (pargod) del Omnipresente que se extiende ante el
Santo, bendito sea, en la que están grabadas todas las generaciones del mundo y
todas sus obras, tanto las que ya se realizaron como las que se realizarán
hasta el fin de todas las generaciones.
2
Fui y me indicó con los dedos, cómo un padre enseña a su hijo las letras de la
Torá. Vi cada generación y los gobernantes de cada generación, las cabezas de
cada generación, los pastores de cada generación, los guardianes de cada
generación, los opresores de cada generación, los azotes de cada generación,
los inspectores de cada generación, los jueces de cada generación, los
magistrados de cada generación, los maestros de cada generación, los soportes
de cada generación, los jefes de cada generación, los presidentes de academias
de cada generación, los magnates de cada generación, los príncipes de cada
generación, los defensores de cada generación, los nobles de cada generación,
los poderosos de cada generación, los ancianos de cada generación y los guías
de cada generación.
3
Vi a Adán y su generación, sus obras y pensamientos; a Noé y su generación, sus
obras y pensamientos; a la generación del diluvio, sus obras y pensamientos: a
Sem y su generación, sus obras y pensamientos; a Nimrod y la generación de la
torre de Babel, sus obras y pensamientos; a Abrahán y su generación, sus obras
y pensamientos; a Isaac y su generación, sus obras y pensamientos; a Ismael y
su generación, sus obras y pensamientos; a Jacob y su generación, sus obras y
pensamientos; a José y su generación, sus obras y pensamientos; a las tribus y
su generación, sus obras y pensamientos; a Amram y su generación, sus obras y
pensamientos; a Moisés y su generación, sus obras y pensamientos.
4
Vi a Aarón y a Miryam, sus obras y sus hechos; a los príncipes y los ancianos,
sus obras y sus hechos; a Josué y su generación, sus obras y sus hechos; a los
jueces y su generación, sus obras y sus hechos; a Elí y su generación, sus
obras y sus hechos; a Pinjas, sus obras y hechos; a Elcaná y su generación, sus
obras y sus hechos; a Samuel y su generación, sus obras y sus hechos; a los
reyes de Judá y sus generaciones, sus obras y sus hechos: a los reyes de Israel
y sus generaciones, sus obras y sus hechos; a los reyes de las naciones del
mundo, sus obras y sus hechos; a los príncipes de Israel sus obras y sus
hechos; a los príncipes de las naciones del mundo, sus obras y sus hechos; a
los presidentes de las academias de Israel, sus obras y sus hechos; a los
presidentes de (las academias) de las naciones del mundo, sus generaciones, sus
obras y sus hechos; a los gobernantes de Israel y su generación, sus obras y
sus hechos; a los nobles de Israel y su generación, sus obras y sus hechos; a
los nobles de las naciones del mundo y su generación, sus obras y sus hechos; a
los hombres famosos en Israel, su generación, sus obras y sus hechos; a los
jueces de Israel, su generación, sus obras y sus hechos; a los jueces de las
naciones del mundo, su generación, sus obras y sus hechos; a los maestros de
niños en Israel, su generación, sus obras y sus hechos; a los maestros de niños
en las naciones del mundo, su generación, sus obras y sus hechos; a los
defensores de Israel, su generación, sus obras y sus hechos; a los defensores
de las naciones del mundo, su generación, sus obras y sus hechos; a todos los
profetas de Israel, su generación, sus obras y sus hechos; a todos los profetas
de las naciones del mundo, su generación, sus obras y sus hechos.
5
(Vi también) todos los combates y guerras que llevaron a cabo las naciones del
mundo contra el pueblo de Israel durante su reino. Vi al mesías hijo de José, y
su generación, sus obras y sus hechos, que ellos realizarán contra las naciones
del mundo. Vi al mesías, hijo de David, y su generación y todos los combates y
guerras, las obras y los hechos que realizarán con Israel, ya para bien, ya
para mal. Vi todos los combates y guerras que Gog y Magog librarán en los días
del mesías y todo lo que el Santo bendito sea, hará con ellos en el tiempo
venidero.
6
Vi a todos los líderes restantes de las generaciones y todas las obras de las
generaciones, tanto en Israel como en las naciones del mundo, tanto las que
hicieron como las que se harán en el futuro, hasta todas las generaciones,
hasta el final del tiempo: todo lo que está grabado en la cortina (pargod) del
Omnipresente.
Vi
con mis propios ojos todas estas cosas. Después de verlo, abrí la boca y dije
en alabanza del Omnipresente: «Porque la palabra del rey es soberana, y ¿quién
puede decirle: Qué haces? Quien observa lo preceptuado no experimenta cosa
mala» (Eclesiastés 8,45). Y añadí: «Cuán numerosas son, Jehová, tus obras»
(Salmos 14,24).
Rabí Yismael observa las estrellas
CAPÍTULO
46.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
—
(Ven y te mostraré) el espacio de las estrellas, las cuales permanecen en
Raquía noche tras noche, temerosas del Omnipresente, y (te enseñaré) adónde van
y dónde se paran.
2
Fui junto a él, me cogió de la mano y me las indicó todas con sus dedos.
Permanecían en chispas de llamas alrededor de la merkabah del Omnipresente.
¿Qué hizo Metatrón? En ese momento dio una palmada y las apartó a todas de su
lugar. Inmediatamente echaron a volar con alas de llama y se elevaron huyendo
desde los cuatro lados del trono de la merkabah) y (mientras volaban) me
informó de los nombres de cada una, pues se ha dicho: «Él cuenta el número de
las estrellas, a todas ellas llama por su nombre» (Salmos 147,4), enseñando que
el Santo, bendito sea, dio un nombre a cada una de ellas.
3
Bajo la guía de Rajatiel, el ángel, entran todas ellas por enumeración en el
Raquía de los cielos para servir al mundo y salen por enumeración para alabar
al Santo, bendito sea, con cánticos e himnos, según se ha dicho: «Los cielos
narran la gloria de Dios y la obra de sus manos pregona el firmamento (raqia)»
(Salmos 19,2).
4
Mas, en el tiempo venidero el Santo, bendito sea, volverá a crearlas de nuevo,
pues se ha dicho: «Son nuevas cada mañana» (Lamentaciones 3,23). Ellas abren la
boca y entonan un cántico. ¿Qué cántico es el que entonan? «Cuando tus cielos miro»
(Salmos 8,3).
Metatrón enseña a Rabí Yismael los espíritus de los ángeles
castigados
CAPÍTULO
47.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
—Ven
y te mostraré las almas de los ángeles y los espíritus de los servidores del
ministerio cuyos cuerpos han sido consumidos en el fuego del Omnipresente,
fuego que sale de su dedo meñique. Fueron transformados en brasas de fuego dentro
del río de luego (nehar di-nur), pero sus almas y espíritus permanecen detrás
de la Sekinah.
2
Siempre que los ángeles servidores entonan un cántico a deshora o que no es
digno de Ser cantado, son quemados y consumidos por el fuego de su creador y
por la llama de su hacedor en los lugares del viento de tempestad que sopla
sobre ellos y los conduce al río de fuego. Se convierten allí en montañas y
montañas de brasas. Pero sus almas y espíritus vuelven a su creador y
permanecen todos ellos detrás de su dueño.
3
Caminé junto a él, me cogió de la mano y me mostró todos los espíritus de los
ángeles y las almas de los siervos del ministerio que permanecen detrás de la
Sekinah sobre alas de tempestad y murallas de fuego que los rodean.
4
Entonces Metatrón me abrió las puertas de las murallas de fuego que están
detrás de la Sekinah. Al punto alcé los ojos y los vi. Cada uno tenía
apariencia como de ángel, pero sus alas eran como de ave, obra de llamas,
trabajos de fuego ardiente. En aquella hora abrí la boca en alabanza del
Omnipresente y dije: «Cuán grandes son tus obras, oh Jehová» (Salmos 92.6).
Metatrón enseña a Rabí Yismael la mano derecha de Dios
CAPÍTULO
48 A.
1
Dijo Rabí Yismael: Me dijo Metatrón:
—Ven
y te mostraré la mano derecha del Omnipresente, que ahora está relegada detrás
de él a causa de la destrucción del santo templo.
Por
ella brillan todas las clases de esplendor de las luminarias y por medio de
ella fueron creados los novecientos cincuenta y cinco firmamentos.
Ni
siquiera a los serafines y ofannim les está permitido mirarla hasta que llegue
el día de la salvación.
2
Fui junto a él, me cogió de la mano, me alzó sobre sus alas y me mostró la mano
derecha de Dios, digna de toda clase de alabanza, júbilo y cántico, de suerte
que ninguna boca puede decir su alabanza y ningún ojo puede contemplarla a
causa de su grandeza, dignidad, majestad, gloria y belleza.
3
Y no sólo eso, sino que todos los espíritus de los justos que merecen ver la
alegría de Jerusalén permanecen junto a ella. Ante ella dicen alabanzas y de
ella piden misericordia repitiendo tres veces cada día: «Despierta, despierta,
revístete de fuerza, oh brazo de Jehová» (Isaías 21,9), pues se ha dicho: «El
que desplazó hacia la diestra de Moisés su brazo glorioso» (Isaías 63,12).
4
En aquella hora la mano derecha del Omnipresente estaba llorando. Fluían y
salían cinco ríos de lágrimas de los cinco dedos y, cayendo al gran mar, hacían
estremecerse al mundo entero, según se dice: «Estallará una y otra vez en
añicos la tierra, se desmoronará una y otra vez la tierra, temblará una y otra
vez la tierra, se tambaleará una y otra vez la tierra cual borracho y cabeceará
como una choza» (Isaías 24,19.20), cinco veces, que corresponden a los cinco
dedos de la gran mano derecha.
5
Cuando ve el Santo, bendito sea, que no hay ningún justo en la generación,
ningún piadoso en la tierra, ni hay justicia en las manos de los hombres ningún
hombre como Moisés ni intercesor como Samuel que ruegue misericordia ante el
Omnipresente por la salvación y la liberación, para que su reino sea revelado
en el mundo entero, para que su gran mano derecha vuelva a colocarse de nuevo
ante él para realizar, por medio de ella, una gran salvación para Israel,
6
entonces recuerda al punto el Santo, bendito sea, su propia justicia, favor,
misericordia y gracia y libera para sí su gran brazo; su justicia lo sostiene,
según se ha dicho: «Y vio que no había nadie» (Isaías 59,16) —esto es: como
Moisés, que pidió misericordia tantas veces en el desierto para Israel y apartó
los decretos divinos de sobre ellos— «Y él estaba asombrado de que allí no
hubiera intercesor» —como Samuel, que intercedió con el Santo, bendito sea, y
le llamó y le contestó, y el Santo, bendito sea, cumplió su deseo, incluso
aunque no fuera apropiado, según se ha dicho: «¿No es hoy la siega de los trigos?
Voy a invocar a Jehová» (1 Samuel 12,17).
7
Y no sólo eso, sino que él se unió a Moisés en cada lugar, pues se ha dicho:
«Moisés y Aarón entre sus sacerdotes» (Salmos 99,6). Y aún más dice la Escritura:
«Aunque
se presentaran ante mí Moisés y Samuel» (Jeremías 15,1) y «me salvó mi brazo»
(Isaías 63,5).
8
Dijo el Santo, bendito sea, en aquel momento:
—
¿Hasta cuándo esperaré a los hijos del hombre para, en razón de su rectitud,
realizar salvación por mi brazo? Por mí mismo, por mi mérito y justicia
liberaré mi brazo y redimiré por medio de él a mis hijos de entre las naciones
del mundo, pues se ha dicho: «Por mí lo hago pues ¿cómo puede ser profanado mi
nombre?» (Isaías 48,11).
9
En el momento en que revele el Santo, bendito sea, su gran brazo y lo muestre a
las naciones del mundo —su longitud es como la longitud del mundo, su anchura
como la del mundo, el aspecto de su esplendor como el del sol con su potencia
en la época del solsticio de verano—,
10
entonces Israel será rescatado al punto de entre las naciones del mundo y se
aparecerá a ellos el mesías, que los hará subir a Jerusalén con gran regocijo.
Y no sólo eso, sino que también comerán y beberán, pues celebrarán el remo del
mesías de la casa de David en los cuatro confines del mundo.
Las
naciones del mundo no podrán contra ellos, pues se ha dicho: «Jehová ha
desnudado su santo brazo, a los ojos de todos los pueblos, y verán todos los confines
de la tierra la salvación de nuestro Dios» (Isaías 52,10). Y dice (también la
Escritura): «Jehová solo le guía, no hay con él un extraño» (Deuteronomio
32,12). «Y Jehová vendrá a ser rey sobre toda la tierra» (Zacarías 14.9).
Los nombres divinos que salen del trono de la gloria
CAPÍTULO
48 B
1
Estos son los nombres del Santo, bendito sea, que salen adornados con numerosas
coronas de fuego, con numerosas coronas de llama, con numerosas coronas de
hasmal, con numerosas coronas de relámpago, de delante del trono de la gloria.
Acompañándolos van mil cientos de potestades que los escoltan como a un rey con
honor y columnas de fuego, nubes y columnas de llama, relámpagos de luz y con
el aspecto del hasmal.
2
Gloria les dan y ellos contestan. Claman ante ellos: «Santo, santo, santo». Los
hacen circular a través de cada cielo como a hijos de reyes poderosos y
honorables. Cuando los llevan de vuelta al lugar del trono de la gloria,
entonces todas las hayyot, que están junto a la merkabah, abren la boca en
alabanza de su glorioso nombre diciendo: «Bendito sea el nombre de su glorioso
reino para siempre jamás».
Henoc transformado en Metatrón y los privilegios que le son
concedidos
CAPÍTULO
48 C
1
Alef—dijo el Santo, bendito sea— yo lo hice fuerte, yo lo tomé, yo lo designé:
a Metatrón, mi siervo, que es único entre todos los seres celestiales. Lo hice
fuerte en la generación del primer hombre.
Pero
cuando vi a los hombres de la generación del diluvio, que estaban corrompidos,
me dispuse a alejar mi Sekinah de entre ellos. La elevé a lo alto entre el
clamor de trompetas y aclamaciones, según se ha dicho: «Asciende Dios entre
aclamaciones, Jehová al clamor de trompetas» (Salmos 47,6).
2
Y lo tomé: a Henoc, el hijo de Yared, de entre ellos y lo ascendí, al clamor de
trompetas y entre aclamaciones, a los cielos, para que me sirviera de testigo
junto con las hayyot que están al lado de merkabah en el mundo futuro.
3
Le confié todos los tesoros y depósitos que tengo en cada cielo, encomendándole
las llaves de cada uno de ellos
4
Lo luce príncipe sobre todos los príncipes, servidor del trono de la gloria, y
lo coloqué sobre los palacios de Arabot para que me abriera sus puertas y
(junto al) trono de la gloria para exaltarlo y arreglarlo.
(Puse
a su cargo) las santas hayyot, para que ciñera de coronas sus cabezas, los
majestuosos ofannim, para que los coronara con fuerza y gloria; los honorables
querubines, para que los revistiera de majestad; las chispas radiantes, para
que las hiciera brillar con esplendor y brillo; los llameantes serafines, para
que los cubriera de alteza; los hasmallim de luz, para que los hiciera
radiantes de luz.
(Le
encargué) prepararme la sede cuando me siento en el trono de la gloria y
ensalzar y magnificar mi gloria en lo alto de mi poder. (Le he transmitido) los
secretos celestiales y los terrenales.
5
He elevado sobre todos su estatura. Su altura —entre todos (los de elevada
estatura) — es de setenta mil parasangas. Engrandecí su trono por la majestad
de mi trono e incrementé su gloria por el honor de mi gloria.
Transformé
su carne en antorchas de fuego y todos los huesos de su cuerpo en brasas de
fuego. Hice que el aspecto de sus ojos fuera como el del relámpago y la luz de
sus párpados como la luz imperecedera.
Hice
brillar su rostro como el esplendor del sol y sus ojos como el brillo del trono
de la gloria.
7
Di a su vestido honor y majestad y al manto que lo cubre belleza y alteza. (Le
puse) una corona real de quinientas por quinientas parasangas. Le hice
partícipe de mi honor y majestad y del esplendor de mi gloria que está sobre el
trono de la gloria.
Lo
llamé Jehová menor, príncipe de la presencia, conocedor de secretos, pues cada
secreto le revelé como un padre y cada misterio le declaré con rectitud.
8
Fijé su trono a la puerta de mi palacio, el cual sirve para celebrar juicio con
toda la corte celestial. A cada príncipe lo coloqué ante él, para que de él
recibiera autorización para cumplir su voluntad.
9
Setenta nombres tomé de entre mis nombres y con ellos lo llamé para acrecentar
su gloria. Setenta príncipes puse en sus manos, para que les encomendara mis
preceptos y mis palabras en cada lengua: para abatir por medio de su palabra a
los altaneros hasta el suelo, para exaltar por medio del dicho de su boca a los
humildes hasta lo alto, para herir a los reyes mediante su palabra, para
apartar a los reyes de sus sendas, para establecer gobernadores sobre su
dominio, según se ha dicho: «Él es quien hace cambiar tiempos y horas, depone
reyes e instaura reyes» (Daniel 2,21); para dar sabiduría a todos los sabios
del mundo, entendimiento y conocimiento a los inteligentes, según se dice: «Da
sabiduría a los sabios y conocimiento a los inteligentes» (Daniel 2,21); para
revelarles los secretos de mis palabras y enseñarles el decreto de mi justo
juicio,
10
pues se dice: «Tal será mi palabra, que salga de mi boca; no volverá a mí de vacío,
sin que haya realizado lo que yo deseaba» (Isaías 55,11).
No
se dice aquí e-eseh («Yo haya realizado»), sino asah («él haya realizado»), lo
cual enseña que toda palabra y todo dicho que sale de delante del Santo,
bendito sea, Metatrón está ahí y los lleva a cabo. El da cumplimiento a los
decretos del Santo, bendito sea.
[11
«Y llevará a feliz término lo que yo envío» (ibíd). No se dice aquí asliab
(«llevaré a feliz término»), sino we—bisliab («él llevará a feliz término»), lo
cual enseña que todo decreto que sale de delante del Santo, bendito sea,
concerniente a un hombre, tan pronto como éste se arrepiente, ellos no lo
ejecutan (sobre él), sino sobre otro hombre malvado, pues se dice: «El justo de
la angustia será librado y el malvado irá en su lugar» (Proverbios 11,8)].
12
Y no sólo eso, sino que además Metatrón se sienta cada día en los altos cielos
durante tres horas y reúne a todas las almas de los fetos que murieron en el
seno de su madre, de los lactantes que murieron sobre el pecho de su madre y de
los escolares que murieron sobre los cinco libros de la Ley.
Los
conduce bajo el trono de la gloria y los coloca en compañías, divisiones y
clases alrededor de la Presencia. Les enseña la Ley, los escritos sapienciales,
haggadá y tradición y completa así su instrucción, según se ha dicho: « ¿A
quién va a enseñar ciencia y a quién explicará tradición? A los destetados de
la leche, a los apartados de los pechos maternos» (Isaías 28,9).
Los nombres de Metatrón. Los tesoros de sabiduría que se abrieron
para Moisés en el monte Sinaí. Protesta de los ángeles contra Metatrón por
revelar los secretos a Moisés. La cadena de la tradición y el poder para curar
enfermedades de los misterios transmitidos
CAPÍTULO
48 D
1
Setenta nombres tiene Metatrón los cuales tomó el Santo bendito sea, de su
propio nombre y se los puso a él. Tales nombres son:
Yahoel
Yah, Yahoel. Yofiel, Yoffiel, Affiel, Margeziel, Gippuyel, Paaziel. Aah, Periel,
Tatriel, Tabkiel, W Jehová, Dh, Whyh, Ebed, Dibburiel, Afapiel, Sppiel,
Paspasiel, Senegron, Metatrón, Sogdin, Adrigon, Asum, Saqpam, Saqtam, Migon,
Mitton, Mottron, Rosfim, Qinot, Hatatya, Degazyah, Pspyah, Bsknyh, Mzrg...,
Barad—, Mkrkk, Msprd, Hsg, Hsb, Mtrttt, Bsyrym, Mitmon, Titmon, Pisqon,
Safsafyah, Zrh, Zrhyah, B, Beyah, Hbhyah, Pelet, Pltyah, Rabrabyah, Hs, Hasyah,
Taftafyah, Tamtamyah, Schasyah, Iruryah, Alalyah, Bazridyah, Satsatkyah, Sasdyah,
Razrazyah, Bazrazyah, Arimyah, Sbhyah, Sbibkhyah, Simkam, Yahseyah, Ssbibyah,
Sabkasbeyah, Qalilqalyah, Kihhh, Hhyh, Wh, Whyh, Zakikyah, Tutrisyah, Suryah,
Zeh, Penirhyah, Zzih, Gal Razayya, Mamlikyah, Tityah, Emeq, Qamyah, Mekapperyah,
Perisyah, Sefam, Gbir, Gibboryah, Gor, Goryah, Ziw, Okbar, Jehová menor —según
el nombre de su Señor, «porque mi nombre está en él» (Éxodo 23,21)— Rabibiel,
Tumiel, Sagnesakiel, el príncipe de la sabiduría.
2
¿Por qué se llama Sagnesakiel? Porque todos los tesoros de sabiduría han sido
confiados en sus manos.
3
Todos esos tesoros fueron abiertos por él a Moisés en el Sinaí hasta que éste
lo aprendió durante cuarenta días, cuando estaba en la montaña: la Torá en los
setenta aspectos de las setenta lenguas, los Profetas en los setenta aspectos
de las setenta lenguas, los Escritos en los setenta aspectos de las setenta
lenguas, las halakot en los setenta aspectos de las setenta lenguas, las
tradiciones en los setenta aspectos de las setenta lenguas, las haggadot en los
setenta aspectos de las setenta lenguas, las tosafot en los setenta aspectos de
las setenta lenguas.
4
Pero tan pronto como concluyeron los cuarenta días, lo olvidó todo en un
momento, hasta que llamó el Santo, bendito sea, a Yefifyah, el príncipe de la
Torá, y (por medio de él) todo ello fue entregado a Moisés como un regalo,
según se ha dicho: «Y Jehová me las entregó» (Deuteronomio 10,4).
Después
de eso permaneció con él. Y ¿de dónde sabemos que permaneció con él? Porque se
ha dicho: «Acordaos de la Torá de Moisés mi siervo, a quien yo prescribí en el
Horeb para todo Israel leyes y preceptos» (Malaquías 3.22). «La Torá de
Moisés», esto es: la Torá, los Profetas y los Escritos, «Leyes», esto es: las
halakot y tradiciones. «Preceptos», esto es: las haggadot y las tosafot. Todo
ello fue dado a Moisés en lo alto, en el Sinaí.
5
Estos setenta nombres son un reflejo de los nombres inefables que están en la
merkabah, grabados sobre el trono de la gloria, los cuales tomó el Santo,
bendito sea, de sus propios nombres inefables, y los puso sobre el nombre de
Metatrón. Setenta nombres suyos por medio de los cuales los ángeles servidores
llaman al Rey de reyes de reyes, bendito sea, en los altos cielos. Veintidós
letras que están en el anillo de su dedo con el que están sellados los destinos
de los príncipes de los reinos que hay en lo alto con grandeza y poder con el
que están sellados los lotes del ángel de la muerte y los destinos de cada
nación y lengua.
6
Dijo Metatrón, el ángel, el príncipe de la presencia; el ángel, el príncipe de
la Torá, el príncipe de la sabiduría; el ángel, el príncipe del entendimiento;
el ángel, el príncipe de los reyes; el ángel, el príncipe de los gobernantes; el
ángel, el príncipe de la gloria; el ángel, el príncipe de los encumbrados y de
los príncipes, los exaltados, grandes y honorables que hay en el cielo y en la
tierra:
7
—Jehová, el Dios de Israel, es mi testigo en este asunto: cuando revelé este
secreto a Moisés se irritaron contra mí las huestes todas de cada cielo en lo
alto y me dijeron:
8
« ¿Por qué has revelado este secreto a un hijo de hombre, nacido de mujer,
corrompido e impuro, poseedor de una gota putrefacta? El secreto por el cual fueron
creados cielo y tierra, mar y tierra seca, montañas y colinas, ríos y
manantiales, gehenna, fuego y granizo, el jardín de Edén y el árbol de la vida;
por el cual fueron formados Adán y Eva, el ganado y las fieras salvajes del
campo, las aves del cielo y los peces del mar, Behemot y Leviatán, gusanos y
reptiles, los reptiles de mar, los reptiles de los desiertos; la Torá, la
sabiduría, el conocimiento, el pensamiento, la comprensión de las cosas
superiores y el temor de los cielos.
¿Por
qué has revelado esto a un ser de carne y hueso? ¿Has obtenido autorización del
Omnipresente? Y más: ¿has recibido permiso?». Los nombres inefables salieron de
delante de mí con relámpagos de fuego y hasmallim llameantes.
9
Pero no se tranquilizaron ellos hasta que el Santo, bendito sea, los reprendió
y los hizo salir con una amonestación de su presencia. Les dijo: «Yo me
complací, deseé, confié y encargué a Metatrón, mi siervo, solamente; porque él
es único entre todos los seres celestiales».
10
Metatrón sacó los tesoros de su almacén y los transmitió a Moisés, Moisés a Josué,
Josué a los ancianos, los ancianos a los profetas, los profetas a los miembros
de la gran asamblea, los miembros de la gran asamblea a Esdras, Esdras el
escriba a Hillel el viejo, Hillel el viejo a Rabí Abbahu, Rabí Abbahu a Rabí Zeíra,
Rabí Zeíra a los hombres de fe, los hombres de fe (los transmitieron) para
meditar y curar por medio de ellos toda enfermedad que se desencadenase en el
mundo, pues está dicho: «Si escuchas atentamente la voz de Jehová, tu Dios,
obras lo recto a sus ojos, das oído a sus mandatos y observas todas sus leyes,
no te impondré ninguna de las dolencias que impuse a los egipcios, porque yo
soy Jehová, el que te cura» (Éxodo 15,26).
Terminado
y concluido.
Alabanza a Dios, Creador del mundo.
***
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Escuela Yo Soy la Luz
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